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Tribuna:ANTE LA FIESTA DE LOS TRABAJADORES
Tribuna
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La unidad, naturalmente

Este Primero de Mayo ha podido suscitar diversas opiniones, valoraciones controvertidas, alabanzas y críticas a los sindicatos; todo tipo de reacciones, menos una: la extrañeza. Nadie se ha sorprendido porque al cabo de siete años celebremos unitariamente el Primero de Mayo; ni los patronos, que tanto empeño ponen en dividir a los trabajadores, ni los ministros de un Felipe González que indujo a la división sindical desde su primer año de gobierno.Ante los trabajadores y la opinión pública, la unidad de este Primero de Mayo aparecía como sobreentendida aun antes de que las ejecutivas de CC OO y UGT sellásemos formalmente la convocatoria conjunta. Era, sencillamente, lo que cabía esperar.

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Que la unidad de acción adquiera esta carta de naturaleza es precisamente lo que le da un relieve singular al Primero de Mayo de 1989. Aun en aquellos años anteriores a 1983, durante los que desfilábamos juntos en la jornada internacionalista de los trabajadores, tuvimos siempre algún roce previo, alguna disputa de mayor o menor entidad que proyectaban su sombra en el recorrido común y dudas acerca del día después. Sin embargo, en esta ocasión estrenamos trayecto nuevo: cambiamos la Puerta de Alcalá por la del Sol, pero con trayectoria de unidad y con un alentador camino por delante con voluntad de recorrerlo juntos.

El año pasado aún celebrábamos el Primero de Mayo por separado, pero ya sin división ni enfrentamientos; unos desde la Puerta de Alcalá y otros desde la Casa de Campo, hacíamos un balance similar de las luchas que en su mayoría habíamos realizado juntos; pasábamos revista a las carencias, injusticias y problemas que afectaban a los trabajadores, con análisis y apreciaciones muy parecidas; proponíamos soluciones inmediatas y alternativas de futuro semejantes; reclamábamos cambios en la política económica para imprimirla de un giro social que sintetizamos después en la mesa de negociación con el Gobierno.

Las desigualdades sociales en aumento cargaron de razón a nuestras reivindicaciones, la intransigencia de CEOE y el Gobierno arruinaron las negociaciones; nuestra unidad, fraguada con el único compromiso de defender los intereses de los trabajadores y un futuro mejor para nuestro país, impulsó y canalizó la respuesta que por coherencia, honestidad y responsabilidad había que dar: el 14 de diciembre.

El giro social

Casi cinco meses después, aquella fecha y lo que significa tienen plena vigencia y vitalidad entre los trabajadores y el movimiento obrero en general, entre todos los demócratas que demostraron que no se resignan a contemplar pasivamente cómo los instalados en la cautividad del poder eselerotizan prematuramente a la democracia más joven de Europa.A veces se oye que no haber conseguido el anhelado giro económico-social es la frustración del 14-D. Es una apreciación sintemática del daño cultural y político ocasionado a la democracia por una determinada forma de entender y ejercer el poder desde la mayoría absoluta. Quienes la detentan desde octubre de 1982, a base de desprenderse de lo que Felipe González tildó de "con servadurismo de izquierdas", puede que hayan terminado por confundirse de régimen y de país. La frustración se apodera del súbdito que solicita al soberano la concesión de una gracia y éste se la niega reiteradamente. Pero cuando el soberano es el pueblo, y ciudadanos y trabajadores exigen con fuerza y convicción lo que es justo, llegando incluso a rebelarse democráticamente, si quien tiene la responsabilidad delegada de gobernar se empeña en otorgar algo sin ceder en lo fundamental, lo único que puede provocar es la rebelión reiterada, no la frustración, y que le terminen retirando la confianza política.

Pese a todo, aun con el inmovilismo del Gobierno, algo se ha seguido moviendo en este país. Las reivindicaciones sindicales eran negadas por principio, casi doctrinariamente, antes del 14-D. Después tuvieron que ceder; parcialmente, con cicatería, con escenificaciones parlamentarias estériles y en amistad con la derecha. Sin embargo, nadie duda de que las "medidas sociales" sean fruto del 14-D y de la conducta política de un Gobierno que se dice socialista y se alía con la derecha contra los trabajadores, los jóvenes, los parados, los pensionistas, los sindicatos.

En estos meses nuestro país no ha sido precisamente una balsa de aceite. Hasta el otro día, 27 de abril, los trabajadores se han movido para remover las posiciones de patronos públicos y privados en la negociación colectiva; los resultados hasta la fecha también avalan la rentabilidad del esfuerzo: 6,77%. de aumento salarial, cláusulas de revisión en el 90% de los casos, reducción de la jornada en un 40% de los convenios, transformación de contratos precarios en empleos más estables, etcétera.

La mayoría absoluta

En otro plano, las encuestas indican generalmente la pérdida de la mayoría absoluta del PSOE, pérdida que sólo se relativiza en las encuestas que son interpretadas y convenientemente tratadas por el vicepresidente del Gobierno. Una mayoría absoluta celosamente guardada, abusivamente utilizada durante años, pero compartida por primera y única vez con la derecha frente a los sindicatos, para encontrarse ahora con que la pierden y con una derecha que, tras alimentarse del desconcierto gubernamental, busca aliados en un centro político que ha terminado por definirse gracias al cabreo provocado por la obsesión de los dirigentes del PSOE en conseguir hegemonías que no obtuvieron en las urnas.En suma, no han sido capaces de salir del conflicto social y se han metido en un callejón político de difícil salida. Así pues, las razones para la frustración están en otro lado, no en el nuestro.

El Primero de Mayo aún revalidará con nuevos bríos el 14 de diciembre, sin nostalgias, mirando al futuro inmediato, en el que tenemos un reto de enorme importancia: la próxima legislatura del Parlamento Europeo en la recta final hacia el 1992.

CC OO y UGT hemos apostado por unir más nuestra lucha y la de los trabajadores españoles a la de los trabajadores y los sindicatos europeos en este proceso de construcción europea.

Por donde se mire, es un Primero de Mayo esperanzador por su carácter unitario, reivindicativo, solidario entre los trabajadores de todo el mundo, entre los de esta Europa que queremos transformar y con los de los pueblos que luchan por su libertad y por mejores condiciones de vida en cualquier otra parte. Sólo puede ser "triste", como dijo hace poco un ministro, si se mira desde el lado contrario al de la unidad de los trabajadores, que ha sido siempre el motor de mayor empuje en el progreso de lo pueblos. Por eso, cuando alguien se pregunta o nos preguntan: la unidad, ¿hasta cuándo?, en CC OO respondemos con iniciativas nuevas de unidad para ir superando problemas y contenciosos nuevos o viejos, incluso los más escabrosos, como los que con relación al patrimonio sindical acabamos de encauzar en estos días. Desde la personalidad de cada cual, en la diversidad y en el respeto a la pluralidad, unidad cada día..., naturalmente, unidad hasta siempre.

Antonio Gutiérrez Vegara es secretar general de CC OO.

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