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CICLISMO / TOUR DE FRANCIA

Subida a dos cimas míticas, el Galibier y Alpe d`Huez

Luis Gómez

La etapa de hoy, de 162 kilómetros, alcanza dos cimas míticas en la historia del Tour, el Galibier y el Alpe d'Huez. Entre medias, la Cruz de Hierro, una ascensión que se incorporó hace pocos años a la carrera francesa y que resulta de una dureza extrema en sus primeras rampas. El recorrido de hoy no permite la más mínima recuperación porque no hay llano: se sube de salida el Galibier (el paso está previsto a las 12.30 horas, aproximadamente), se baja, se sube la Cruz de Hierro (14.40), se baja y se sube el Alpe d'Huez (16.30).El Galibier, con una pendiente media del 5,1 %, es una de las cimas más impresionantes porque a sus rampas finales, del 7%, se llega tras 23 kilómetros de ascensión continua. Está después la Cruz de Hierro, cuya ascensión, se extiende a través de 25 kilómetros, con una pendiente media del 5,3%, dato que resulta engañoso porque en este porcentaje se incluyen los dos pequeños descensos que hay durante la escalada. Todas las rampas de este puerto son superiores al 7%.

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El Alpe d'Huez, al término de la etapa, contiene las 22 curvas de 180 grados numeradas en la cuneta. En la parte inicial del puerto hay rampas, de casi el 10% de pendiente. Las últimas tienen un 7,7%. Es tradicional que el corredor que se viste en su cima con el jersey amarillo llega con él hasta París.

La etapa tiene una referencia exacta en el Tour de 1986, sobre un recorrido idéntico que resulté histórico porque el francés Bernard Hinault nombró su sucesor al norteamericano Greg Lemond -entonces estaban en el mismo equipo- tras llegar ambos abrazados a la cumbre y sacar una ventaja al suizo Urs Zimmermann, el tercer clasificado, de 5.15 minutos.

Descendiendo

La gran diferncia que obtuvieron Hinault y Lemond se comenzó a fraguar en el descenso del Galibier, cuando ambos lanzaron un ataque. En esa misma etapa, Pedro Delgado se retiró, precisamente en el descenso del Galibier, como consecuencia del fallecimiento de su madre.

En los dos años siguientes fue una etapa muy significativa para el ciclista segoviano porque las dos veces se vistió de amarillo en la cumbre. En 1987 le arrebató el irlandés Stephen Roche el liderato días después, pero en 1988 consiguió mantenerlo hasta París.

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