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Muere a los 62 años el cantante Antonio Molina

Padre de actores, grabó más de mil canciones en la época del esplendor de la copla

Antonio Molina, uno de los grandes cantantes españoles, con más de mil títulos grabados y una enorme popularidad en los años cincuenta y sesenta, murió ayer por la mañana en Madrid, a los 62 años, a consecuencia de una fibrosis pulmonar, que padecía desde hace tiempo. Padre de una familia de actores formada por Ángela, Miguel, Paula y Mónica Molina, el intérprete de Soy minero y Adiós España querida será enterrado hoy en el cementerio del pueblo de Fuencarral. El éxito le llegó a partir de 1956, con su espectáculo Garbo. Para entonces tenía 26 años, pero llevaba desde los 14, cuando ganó un concurso en Radio España de Madrid, intentando ser alguien en el cante. Sus comienzos habían sido extremadamente duros.

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Cantante y cantaor de 62 años, no era, pues, Antonio Molina, un hombre tan viejo como muchos creerían, porque empezó a cantar siendo niño y se subió muy pronto al carro de la fama. Pero llevaba ya un tiempo retirado por la enfermedad.Antonio Molina de Hoces Castillo Hidalgo había nacido en Málaga en 1930. Sus inicios fueron muy difíciles. Siendo niño, dos veces se escapó de casa y otras tantas hubo de volver llevado de la oreja por la Guardia Civil. A los ocho años ya trabajaba con unos ganaderos santanderinos. Después fue lechero, tapicero, camarero, albañil.

Quiso ser torero. "Creo que esa es la pasión más grande que he tenido y que tengo", decía. "No fui torero porque nunca tuve ocasión, aunque el valor creo que no me hubiera faltado".

150 pesetas y el viaje

A raíz de ganar aquel concurso de Radio España de Madrid, firmó un contrato con una casa discográfica de Barcelona por unos honorarios de 150 pesetas y los gastos de viaje. Pero nunca se arrepentiría, porque las grabaciones fueron una de la palancas decisivas en su gran carrera artística. Durante lustros era raro poner cualquier emisora de radio en España sin que a los pocos minutos se oyera la voz de Antonio Molina.Después vinieron los grandes éxitos teatrales. Desde 1956 hasta 1967 recorrió España y América con compañías propias y espectáculos de enorme aceptación popular, que se titularon Cuna de coplas, Festival de cante flamenco, Cante y toros, La copla y el cante, Llegan los ídolos, Coplas al viento, Vendo alegría y Pregones de coplas.

Antonio Molina se inscribe artísticamente en ese grupo de figuras un tanto ambivalentes que hacen igual a la canción que al cante. Él triunfó en ambas facetas, aunque tuviera más eco popular en la canción, pues fue ciertamente un gran cantante, con voz dulcísima y melodiosa, idóneo para el género de la tonadilla y el cuplé, que era el cauce por el que entonces se podía llegar a grandes masas de público.

Esa calidad de voz y su facilidad para comunicar con un público que le era incondicionalmente adicto le sirvieron para hacer un cante flamenco ligero, un tanto descafeinado, pero agradable y gratificante para quienes gustaban de sus canciones. Por ello mismo, los estilos en que destacó -junto a otros nombres señeros del género, como Pepe Marchena, Valderrama, La Niña de la Puebla- fueron aquellos de menor enjundia flamenca, como los fandangos y fandanguillos, y los llamados cantes de ¡da y vuelta, es decir, milongas, guajiras, colombianas. En ellos brilló su voz de ruiseñor, y en su discografía alternó con igual acierto las canciones y los cantes.

Películas de éxito

Más de mil títulos grabados es un récord que pocos artistas españoles han logrado. También hizo varias películas de éxito, en la época en que estaba en la cumbre como cantante. Películas, algunas, de enorme aceptación popular, como aún hoy podemos constatar cuando son repuestas por la televisión: El pescador de coplas, La hija de Juan Simón, Café de Chinitas, Puente de coplas. Y Esa voz es una mina, que se convirtió en paradigma de su propio éxito personal.Se retiró en 1967, joven aún, dedicándose a la vida familiar. Pero mantuvo siempre la añoranza por la vida del teatro y la canción, y en 1986 hizo una reaparición fugaz en Madrid, sin continuidad. Probablemente había pasado ya su tiempo.

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