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Sally Potter recrea libremente el 'Orlando' de Virginia Woolf

La directora ha hecho una película sobre Ia riqueza y complejidad femenina"

La dificultad en la realización de Orlando, estrenada ayer en España, la primera adaptación cinematográfica de la novela de Virginia Woolf, con un presupuesto cercano a los 600 millones de pesetas (3 millones de libras esterlinas) llevan a Sally Potter a describir su aventura como milagrosa. La directora cree que el feminismo "es una palabra volátil", pero admite que su película hace una lectura de la novela desde "la complejidad y la riqueza femenina".

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"Ha sido un milagro", exclama en un par de ocasiones la cineasta británica. El Orlando de Potter viaja de San Petersburgo (Rusia) a Londres; de la campiña inglesa a la ciudad mahometana de Khiva (Uzbekistán). "Rodamos en siete semanas cuando una película. similar necesitaría por lo menos cuatro meses. Pero la actitud inventiva de todo el equipo, acompañada de una producción inteligente dió sus resultados", exclama la directora que ayer se presentó en Londres ante los medios de comunicación españoles. "Mantuve el control artístico del filme en todo momento. Tuve la libertad de decir lo que quise", señala en relación a su adaptación de Orlando, cuyo primer borrador lo escribió en 1984. "Pero, por supuesto, Virginia Woolf es la autora de las ideas básicas. Yo las he interpretado para el cine".

Con cada nuevo escenario, Potter introduce a la audiencia en exquisitos ambientes y diversas épocas históricas: el Londres de los Tudor en el que destaca la Reina, representada por él octogenario Quentin Crisp; las tertulias neoclásicas en las que participa el poeta Dr Johnson (Ned Sherrin); el exotismo asiático del Kahn (Lothaire Bluteau); hasta desembocar en el siglo XX en las oficinas de un editor frente a los renovados muelles del Docklands de Londres.

Orlando es el cometa estelar en cada etapa de este viaje que transcurre en un lapso cercano a los cuatro siglos. "No te desvanezcas, no te marchites, no envejezcas", advierte la Reina al joven Orlando antes de convertirlo en su mascota favorita. Orlando cumplirá su promesa, aunque con el transcurrir del tiempo, alterne de sexo y regrese a su mansión como mujer.

"La misma persona, pero sexo diferente", exclama Orlando. "No utilizo el término feminismo porque es una palabra muy volátil, que ha cambiado de significado en los últimos 10 o 20 años", explica Potter con su habitual tranquilidad. Su elegante imagen, con una larga americana de tono granate que contrasta con el negro de sus pantalones y camisa, encaja perfectamente con el estilismo de su película.

"Orlando muestra la complejidad y riqueza femenina. Pero también hace hincapié en la idea de Woolf de que la vida es difícil para ambos lados: tanto para la mujer como para el hombre", señala. A pesar de que han transcurrido cerca de dos años desde el estreno original de su película, la realizadora entresacaca secuencias de Orlando en un abrir y cerrar de ojos: "En Uzbekistan, se espera que el joven Orlando tome las armas y mate al enemigo", pone de ejemplo para explicar que en nuestros tiempos se tiende a educar a los niños para que sean duros en su madurez.

Cambio de sexo

El paralelismo entre el Orlando cinematográfico y la sociedad contemporánea se trasluce en numerosas ocasiones. Tras el cambio de sexo, la protagonista pierde sus propiedades y riqueza, además de sus antiguos privilegios. "Existen países en los que las mujeres son consideradas como ciudadanos de segunda clase. Se les niega cualquier derecho", recuerda la realizadora.Potter decidió dedicarse al cine apenas cumplidos los 14 años. Era el principio de la década de los sesenta cuando la joven realizadora rodó sus primeros cortometrajes. Paralelamente estudió danza y música (Potter compuso parte de la música original de Orlando) y se inició en el teatro y la pintura. "Tomé un largo camino, pero siempre quise hacer cine. Mis mejores momentos los he disfrutado al comprender una película. Pero, mi interés por las otras artes me ha servido de aprendizaje. De esta forma entiendo mejor las dificultades a las que se enfrentan los actores, el papel de la música", explica con satisfacción.

Su primer largometraje, Buscadores de Oro (Gold Diggers), descrito por un crítico británico como "una sesión de tortura feminista", quedó relegado al circuito de filmotecas y salas de arte y ensayo. "Aprendí inmediatamente que no hay justificación para hacer una película que no tenga capacidad para comunicarse con mucha gente", señala en relación a su ópera prima. Pero Potter sigue aprendiendo porque, para ella, rodar una película es equivalente paso por una universidad.

"Con Orlando", confiesa Sally Potter, "he aprendido a no rendirme, a creer en mi propio sueño y a apreciar a la gente que quiero", señala sobre este largometraje que necesitó cuatro años de esfuerzos intensivos para ver la luz.

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