_
_
_
_
_
Reportaje:

Trabajar a 40º

Conductores, taxistas, carteros y obreros, los mas sufridos del calor

El Lorenzo es un sádico y pega en Madrid que da gusto. Para miles de personas, el calor del verano es la temperatura ambiente de sus centros de trabajo. Su jornada laboral transcurre mientras el asfalto recalentado consigue derretir el juanete más salvaje.Lo sufren los conductores. de la flotilla de autobuses de la EMT que todavía no han sido renovados por modelos nuevos con aire acondicionado. Con las manos sobre el volante de un autobús modelo jurásico, con el estilo del comandante de un avión Concorde, Antolín Jiménez avisa: "Aquí vamos al natural". Al mando de un artilugio cuya temperatura media es de 35', Antolín explica que él tiene suerte. "Estoy acostumbrado al calor desde pequeñito porque soy de La Mancha". Tras él, un montón de pasajeros sudorosos mira con envidia un ejemplar nuevecito de autobús ecológico de la EMT, también de la línea que acaba donde empieza, en Cuatro Caminos.

Más información
Este calor no es nada

Muy cerca de esa parada del autobús, en la esquina de Bravo Murillo con Reina Victoria, tiene Cipriano Sánchez, de 49 años, un puesto donde hace copias de llaves. El tenderete, instalado sobre el asfalto, es de hierro. "Fíjate si tengo yo calor que,hay horas en que llega a 44º". ¿Por qué no eligió otro material más aislante para su minitienda? "Porque el hierro es lo único que resiste a los ladrones", explica.

En la acera de enfrente, José Ramón Méndez vende chucherías y refrescos, también a pie de calle. Un gorrito blanco pone a salvo sus canas del sol. No le importa la lluvia de calor que cae en Madrid. "El calor es bueno, se toman refrescos. Me gusta el verano, pero en invierno se gana más dinero".

Reina Victoria abajo, José Ángel Navarro y Ángel Víctor Minguillón, de 30 y 32 años respectivamente, descargan de su camión de reparto cajas de bebidas para el ultramarinos cercano. El termómetro marca 38` y sobre la cabina del camión se puede freír un huevo. Sus caras están desencajadas de calor. "Esto es muy fuerte, y eso que hoy corre un poco de aire", explican. "Son muchas calorías las que llevamos en el cuerpo". Pero hay algo más. temible para ellos: la lluvia. "Las cajas de cartón se deshacen, las botellas se caen, el cliente te echa la bronca, en la fábrica te regañan, se mojan las facturas y el dinero". Aun así, Ángel prefiere este trabajo al. que tenía hace años en un aserradero en Fuenlabrada. "Estaba encerrado en una nave con los techos de uralita, nos cocíamos", recuerda.

Muy cerca del camión de bebidas pasa un taxi, en cuyo interior el termómetro marca 45'. Fructuoso Hernández, de 63 años, ha pensado que no espera para cambiar el coche hasta enero, mes en que el auto cumple 10 años. "Desde la pasada semana sueño con uno con aire acondicionado", comenta Fructuoso, quien no ve bien que algunos de sus compañeros usen ropas playeras para conducir el taxi. "Yo no me pongo pantalón corto porque creo que sería absurdo que usted viniera en bikini. No estamos en la playa".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Al que le gustaría estar en la arena es al tímido cartero de Correos. "Soy de Zamora y esto me cogió de sorpresa". "Esto es agobiante. El calor no viene del sol, sale de los coches, del asfalto, de la contaminación. He pasado calor en muchos sitios, pero nunca este tipo de calor", explica.

Y para calor, el de la máquina que vierte asfalto sobre la carretera de Colmenar a 180º de temperatura. Los 10 empleados de la empresa Elsan mitigan su sed con el botijo que llevan en la furgoneta. José Luis Hernández recuerda que hay algo peor que el calor: el peligro de los coches que pasan junto a sus cuerpos sin respetar las señales de precaución. En esa misma carretera, le arrolló un automóvil el año pasado mientras trabajaba.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_