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Tribuna:LA TRAGEDIA DE LOS FLORES
Tribuna
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Mazazo en el corazón

Las circunstancias hacen que haya muertes más mortales que otras. La violenta desaparición de Antonio Flores ha acongojado a toda la sociedad. La angustia es más patente en el mundo del espectáculo. Ayer, nadie podía hablar. Todos estaban consternados: el rock and roll, el pop, los flamencos, las gentes de la noche, los faranduleros. "No soy capaz de razonar en estos momentos", contestaron varios ídolos musicales.La cantante y compositora Martirio, haciendo de tripas corazón, declaró: "Con profunda pena y solidaridad con esta familia de artistas con mayúsculas, recibo un mazazo en el corazón con la pérdida para la música española del gitano más genuinamente rockero, un artista sensible y carismático, primero en su raza como letrista y constructor de buenas canciones pop-rock".

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Antonio Flores irrumpió como cantante con uno de los temas más populares de Joaquín Sabina, Pongamos que hablo de Madrid. Sabina se encontraba ayer en Cuba. La noticia le dejó hundido. Incapaz de asimilar la tragedia, decidió descolgar el teléfono, según han manifestado sus representantes. Porque Antonio Flores era muy querido por los artistas, e incluso por los representantes artísticos. Uno de ellos, Rubén Caravaca, disimulando la emoción, lo define así: "Era fundamentalmente generoso, como su madre. Para nada se comportaba como una estrella del rock and roll. Era buena gente, muy buena gente. Y además, siempre deseaba mejorar. Últimamente me había dicho que le encantaría grabar algún tema de Pablo Guerrero. Pablo estaba entusiasmado". Paco Lucena, editor y representante artístico, lo define en dos palabras: "Era generoso y libre. También, algo ingenuo".

De hecho, también se comenta en los mentideros musicales que Antonio ha dejado grabadas muchas maquetas en diversas discográficas. "Ahora, algunos de los que no le hicieron ni puñetero caso cuando lo necesitaba, sacarán del armario esas canciones", dice con estoicismo un rockero muy famoso. Y recordando el estribillo de una canción de Antonio, Arriba los corazones ("La soledad me quema como metralla"), comenta con inmensa pena: "Acaso ahí esté la explicación de todo".

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