Una muerte horrible
Todas las formas de matar son crueles, pero hay algunas más cobardes que otras. ETA utiliza asiduamente bombas colocadas en los vehículos, adosadas a los bajos -bombas lapa- o escondidas debajo del asiento del conductor. Aunque las fuentes de Interior no habían confirmado anoche oficialmente si la que mató a Daniel Villar era efectivamente una bomba lapa, con el asesinato de ayer ya son 11 las personas asesinadas en el País Vasco de esta forma desde 1990.Arrancar el vehículo y producirse la explosión, quedar atrapado y calcinado entre los hierros y el fuego. Una muerte horrible. Dos de los fallecidos así fueron un niño de dos años en 1991 -Fabio Moreno Asla, hijo de un guardia civil que resultó herido- y una muchacha de 17 años, Koro Villamudria, hija de un policía nacional, asesinada en San Sebastián en 1991.
A lo cobarde del método -el asesino apenas corre riesgos, pone la bomba y se va sin mirar el alcance de su fechoría- se une lo indiscriminado de sus consecuencias. Ayer mismo, la bomba que mató a Daniel Villar, y que dejó una viuda y dos huérfanos, estaba colocada frente a una guardería infantil.