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La Comunidad derriba hoy la maternidad de O'Donnell mediante una explosión controlada

La Goma 2 acabará en la mañana de hoy con un ala del Instituto de Ginecología de la Comunidad de Madrid, en la calle de O'Donnell, donde han nacido decenas de miles de madrileños a partir de 1958. Equipos de especialistas han dispuesto medidas de seguridad para evitar efectos indeseados en edificios contiguos, entre los que se halla la maternidad de Santa Cristina, que ayer albergaba 27 bebés. Sobre el espacio dinamitado se levantará una nueva maternidad, dentro de un conjunto urbanístico ideado por el arquitecto Rafael Moneo. El rechazo vecinal consiguió aplazar la voladura varios años.

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La voladura controlada de la antigua maternidad de la calle de O"Donnell se producirá a las diez de la mañana. Afectará aproximadamente a una cuarta parte de la edificación hospitalaria, de cuatro alturas, que se extiende a lo largo de un frente que abarca unos 95 metros de fachada sobre la calle de O"Donnell, a partir de su esquina con la calle de Máiquez.El área sanitaria alberga en una gran manzana uno de los conjuntos hospitalarios más extensos de Europa. Allí tienen sus sedes otro hospital infantil, sobre la calle del Doctor Castelo, y dependencias administrativas de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, la entidad que ha promovido la voladura para albergar el nuevo centro sanitario, de cinco alturas, ideado por Rafael Moneo. En la acera de enfrente, en la calle de O"Donnell, se encuentra la maternidad de Santa Cristina, y sobre la calle del Doctor Castelo, que completa el perímetro, se abre una fachada del hospital Gregorio Marañón.

Sobre los muros del viejo edificio a demoler, en la fachada de la calle de O"Donnell, se distinguían ayer centenares de taladros cilíndricos que albergaban ya las cargas de explosivo, en torno a un centenar de kilos, depositadas por la tarde, cuidadosamente, por un equipo de demoliciones al mando del ingeniero de minas Esteban Langa.

Las cargas serán detonadas mediante un dispositivo eléctrico que en la tarde de ayer los técnicos tendían con extrema precaución. Los teléfonos móviles fueron alejados de la zona de trabajo para impedir interferencias adversas.

La compañía Detecsa, que forma con la firma Cavosa una unión temporal de empresas, ejecutará la voladura. Fue la misma que en su día voló el edificio del diario Madrid, situado en la calle del General Pardiñas, entre otras.

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Desde semanas atrás, una cuarta parte de la edificación cuya ala será hoy derribada ya ha sido demolida por medios mecánicos, a través de excavadoras, pero el derribo interior no se distingue desde la calle.

"Esta demolición previa ha sido pensada para combatir los efectos de la explosión", según explica Félix Prudencio, gerente de la compañía Detecsa. "La voladura abatirá unos 5.000 metros cuadrados edificados, que caerán hacia el interior del recinto", detalla. "Comoquiera que el edificio a demoler representa unos 20.000 metros cúbicos de volumen edificado, el desplome de esta ala del edificio producirá una gran nube de polvo", explica. "Por ello se ha intentado aminorar sus efectos mediante la disposición de las demoliciones previas, de tal forma que la salida al exterior de esta corriente de aire sea mínima y se vea mitigada asimismo por las construcciones que quedan aún en pie en el interior del recinto y por los dispositivos de riego desplegados en diferentes puntos del ámbito interno de la parcela". Existe un refuerzo especial sobre el hospital infantil de la Comunidad de Madrid, enclavado en el mismo recinto, a unos ochenta metros de distancia en línea recta: ha consistido en tender una pantalla de agua que, tras la explosión, convierta la nube de polvo resultante en barro y éste quede fijado a una lona irrigada que desde días atrás permanece instalada sobre esta fachada.

Para evitar la onda expansiva sobre las viviendas aledañas, los vecinos de las calles contiguas, tanto de O"Donnell como de Máiquez, han recibido un prontuario del concejal del distrito de Retiro en el que les recomienda una serie de medidas. Consisten en el cierre de persianas y la apertura interior de las ventanas de las viviendas, así como la de no salir a la calle cuando escuchen una primera sirena. "Yo, por si las moscas", dice Goyita Delgado, vecina de la calle de Máiquez, 20, "me voy a ir fuera". Lo mismo hará con su familia Alfonso Bermejo, portero de esa finca.

"Una empleada de la Administración repartió días atrás un folleto entre los comerciantes del barrio en el que se nos informaba de una agencia de peritajes a la que poder recurrir en caso de que los escaparates sufran algún desperfecto", explica el dueño de una tienda de fotografía de la cercana calle del Doctor Castelo. "Nos dio el folleto y no nos explicó más", señala. "No me gusta nada todo este jaleo", añade con gesto de preocupación.

Asimismo, los responsables del edificio del hospital Gregorio Marañón (cuyas fachadas dan a la calle del Doctor Castelo) han sido informados de la voladura y han adoptado las medidas de seguridad pertinentes, destaca el gerente de la empresa Detecsa, que ha asegurado sus actuaciones. Todo el proceso ha sido supervisado por técnicos de la Comunidad.

Un sistema de cortes al tráfico de vehículos por las calles del contorno completará el marco de las medidas de seguridad aplicadas. Un equipo de bomberos será destacado asimismo a la zona, por si fuera precisa su intervención. Un hotel y unas dependencias del Insalud mostraban ayer, aún relucientes, hasta 250 lunetas de cristal. En el hotel, tras la voladura de hoy, se servirá un vino español.

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