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52º FESTIVAL DE CANNES

Almodóvar arranca la primera aclamación

Le acompañó un plúmbeo, lúgubre y pretencioso filme ruso sobre las relaciones sexuales entre Hitler y Eva Braun

ENVIADO ESPECIAL. Nunca había estado sometida una película de Almodóvar al test, con frecuencia muy duro, de las sesiones matinales del Palacio de La Croisette. En Berlín, en 1986, La ley del deseo, desde un rincón marginal, se convirtió en la película que más dentro caló en la gente festivalera, muy por encima de las elegidas para la sección oficial, y se convirtió, pese a estar relegada a segundo plano, en la más resonante de aquel festival. El salto de Almodóvar a la celebridad internacional se produjo allí. Algo parecido ocurrió en 1987 con Mujeres al borde de un ataque de nervios en Venecia; concursaba, era considerada una candidata clara al León de Oro y, sobre todo, Carmen Maura a la Copa Volpi a la mejor actriz, pero una maniobra de los jurados que tenían intereses distintos acabó con la esperanza y de nuevo Almodóvar, pese a ser su película la mejor recibida, volvió a casa con la celebridad multiplicada pero con las manos en los bolsillos.

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Todo sobre Almodóvar

Ahora, en Cannes, el arranque de esta nueva aventura festivalera de Almodóvar comienza a ser un calco de las dos anteriores, y sólo queda esperar que el final de su hazaña sea esta vez diferente. Ayer, Todo sobre mi madre fue respirada por los 2.000 periodistas de todo el mundo que atestaban la sala Lumière con esa peculiarísima comodidad y sensación de euforia que sólo segrega una pantalla cuando está viva, cuando es contagiosa, seductora y embaucadora. La per-meabilidad entre los espectadores y las actrices oficiantes del precioso melodrama fue completa. Había algún temor a que una masa de gente con sensibilidad muy dispar y venida de las cuatro esquinas del planeta no apreciara en todo su bello y divertido alcance la singularidad, ligada a giros y gestos de nuestro idioma, del adorable personaje de Antonia San Juan, que es el eje oculto de la construcción del filme, lo que lo sostiene y eleva cuando le amenaza un bache.

Las réplicas de una actriz

El temor era infundado. La sorprendente actriz transmite gracia y emoción de alcance universal. Me cuentan que un conocido crítico japonés salió de la sala gritando a un colega que era la mejor actriz cómica que había visto en su vida y que la película estaba a su altura. La desarmante réplica de Antonia San Juan a la pregunta de si sabe conducir "Yo fui camionero" rompió los diques del silencio y de la contención, y las risas estallaron y se prolongaron en una ovación cerrada espontánea. Incluso cuando, al final, la película decae y pierde súbitamente brío, otra réplica de esta actriz -que para entonces ya hacía gracia por decreto de su simple presencia- borró de un manotazo el balbuceo de la pantalla y un nuevo golpe de risa abierta encubrió la caída y abrió paso a la larga y unánime ovación final, que se intuye que podría haber sido jalonada por un griterío de bravos de haber tenido más consistencia el endeble desenlace del maravilloso filme.

Casi la mitad de los periodistas acreditados que pretendían asistir al encuentro con la prensa de Pedro Almodóvar, Cecilia Roth, Antonia San Juan, Marisa Paredes, Penélope Cruz y Candela Peña se quedó fuera del repleto salón de conferencias del Palacio de La Croisette y se apelotonó bajo los monitores exteriores, sobre cuyos altavoces se alzaban bosquecillos de manos enarbolando magnetófonos para grabar preguntas y respuestas y luego poder contarlas o transcribirlas. Otros colegas, menos mecanizados, se sentaron sobre la moqueta azul y tomaron a mano anotaciones del debate, casi convertido en un brillante y ocurrente monólogo de Almodóvar.

Al ser proyectada en la mejor hora del mejor día del festival, parece evidente que a los programadores de Cannes les ha cautivado y son gente que apuesta siempre a caballo ganador. Suelen usar la lupa a la hora de decidir qué película destinan para la ostentosa gala del primer sábado, y su decisión es un signo indicativo de la cúpula del festival de por dónde van sus preferencias. La organización del festival propuso ayer a Todo sobre mi madre como su película favorita -hipótesis que se hace más creíble si se tiene en cuenta que para acompañarla eligieron el insufrible filme ruso Moloch, un tedioso relato de los lúgubres amoríos entre Hitler y Eva Braun, que fue abucheado-, y la respuesta de los millares de profesionales e informadores fue de pleno acuerdo. Sólo queda por ver la respuesta de los críticos, sobre todo la de los paneles de calificación, que tienen gran influencia aquí y que los miembros del jurado estudian meticulosamente, aunque todos lo nieguen.

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