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Tribuna
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A vueltas con el hematocrito

El hematocrito (o hematócrito) es el porcentaje de la sangre que está constituido por glóbulos rojos (también llamados eritrocitos), que son aquellas células encargadas de transportar el oxígeno a los tejidos (por ejemplo, a los músculos en ejercicio). Se acepta que en varones, los límites de normalidad se encuentran entre el 38% y el 52%, si bien estos rangos de normalidad pueden variar según las estadísticas de cada laboratorio, o la fuente bibliográfica que se maneje. En otras palabras: lo normal es que en cualquier varón sano su sangre tenga una proporción de líquido (plasma sanguíneo) algo mayor que de glóbulos rojos.En las personas que viven en altura (por ejemplo a más de 3.000 metros) sus valores de hematocrito pueden ser cercanos o incluso superiores al 50%, pues en ese caso la atmósfera con menor presión parcial de oxígeno (hipoxia) estimula la producción de la hormona eritropoyetina (EPO), que se encarga de estimular la fabricación de nuevos glóbulos rojos. Sin embargo, se suele aceptar que los deportistas de resistencia (maratonianos, ciclistas...) suelen presentar una mayor cantidad de plasma que las personas sedentarias (por ejemplo, 6 litros en vez de 5) , lo que diluiría su sangre y facilitaría el trabajo de la bomba cardíaca. Por otra parte, también se sabe que los deportistas de resistencia tienden a destruir más glóbulos rojos que los sedentarios (por ejemplo, por simple trauma mecánico al pasar a gran velocidad a través de vasos estrechos). Así, no es infrecuente hallar hematocritos más cercanos al 40% que al 50% en este tipo de deportistas. Incluso, se suele decir que padecen una "pseudoanemia fisiológica". De hecho, uno de los múltiples desafíos de la Fisiología del Ejercicio es conocer cuál es el hematocrito ideal para el rendimiento: a menos hematocrito (más plasma y menos glóbulos rojos), mejor para la bomba cardíaca, pero peor para el transporte de oxígeno a los músculos.

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Aunque sea infrecuente, no es imposible que un maratoniano o un ciclista se acerque o incluso llegue a sobrepasar unos niveles del 50%. Esto podría ocurrir en ciclistas que hubiesen realizado estancias en altura de al menos 2-3 semanas (o durante toda su vida en el caso de los colombianos), o en aquellos favorecidos con una cierta predisposición genética a producir más glóbulos rojos. Así, por ejemplo, los resultados de estudios recientes que han recogido valores de hematocrito de cientos de deportistas varones que nunca habían consumido EPO exógena vendrían a señalar que un pequeño porcentaje de ellos (entre el 2% y el 8%) podrían superar ligeramente el valor del 50% de un modo natural. Claro que otros estudios realizados en los años ochenta durante el Tour (antes de que estuviese comercializada la EPO obtenida por ingeniería genética) muestran lo difícil que es superar ese valor límite de un modo natural en una prueba tan dura y con tanto desgaste.

Por otra parte, el hematocrito es un parámetro que puede variar bastante (hasta en un 20%) en un mismo individuo (haya consumido o no EPO exógena) dependiendo de circunstancias como la dieta, la posición adoptada cuando le extraen la sangre (tumbado o sentado), el uso o no de torniquete en el brazo, el haber o no desayunado, y, por supuesto, el grado de deshidratación (este último parámetro puede fluctuar muchísimo en los deportistas). En efecto, cada minuto de nuestra vida se intercambia líquido constantemente entre el plasma que circula dentro de los vasos más pequeños de nuestro cuerpo (los capilares) y el líquido intersticial (que rodea a nuestras células). Aparte de los citados factores in vivo, tampoco hay que desdeñar algunos in vitro (transporte y almacenamiento de la sangre para su análisis), que hacen que dos laboratorios diferentes no obtengan necesariamente el mismo resultado de una misma muestra. Por todo ello, es normal que el hematocrito medido en un mismo deportista pueda sufrir ciertas variaciones de un día para otro o incluso a lo largo del mismo día.

La UCI ha determinado un valor límite de 50% para evitar en lo posible el uso de EPO exógena, difícil de detectar hasta la fecha. Al menos así se evitaría el riesgo de un verdadero abuso en la utilización de esta hormona, lo que haría que la sangre fuese excesivamente viscosa (con el riesgo de padecer accidentes tromboembólicos). Es una primera medida para prevenir el abuso de esta droga, pero desde el punto de vista estrictamente científico y con el objeto de evitar una hiperviscosidad de la sangre, quizás un valor algo mayor (52-53%) cumpliría el mismo objetivo, y evitaría casi por completo la posibilidad de falsos positivos (improbables, mas no imposibles) y de cualquier tipo de conjeturas al respecto. En todo caso, esperemos que pronto se pueda detectar oficialmente el uso de EPO: así ya no habría más dudas y dejaríamos de hablar del dichoso hematocrito. El ciclismo saldría ganando.

Alejandro Lucía es fisiólogo del Ejercicio de la Universidad Europea de Madrid.

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