Dos equipos y unas instalaciones médicas de referencia
La Real Sociedad y el club de la Universidad del País Vasco (UPV) son los dos grandes equipos, los que aglutinan a las promesas del atletismo vasco, mientras que el Atlético de San Sebastián puede exhibir los mejores resultados en la categoría femenina. Sin embargo, la relevancia de estos tres conjuntos disminuye sensiblemente en categoría absoluta, donde existen clubes con la historia y el dinero suficiente para reclutar entre sus filas a la élite del atletismo nacional. Once de los trece medallistas censados en las categorías promesa y júnior durante los últimos campeonatos de España pertenecen a la Real Sociedad (4), UPV (4) o Atlético San Sebastián (3). Sin embargo, en el absoluto, sólo cuatro de los diez atletas vascos que se colgaron del cuello una medalla seguían perteneciendo a uno de estos tres equipos. Más que una simple cuestión mercantil, el tránsito hacia conjuntos de otras comunidades puede explicarse igualmente por meras necesidades circunstanciales (estudios) o por ambiciones deportivas (instalaciones y técnicos específicos), si bien se dan casos de fidelidad a sus orígenes, como el de Mikel Odriozola, nacido en Renteria, formado en San Sebastián y que ahora vive y se entrena en Barcelona (donde se mima una especialidad tan minoritaria como la marcha), aunque compita con los colores de la Real Sociedad.
Ahora que el desarrollo de toda carrera deportiva susceptible de merecer un hueco en la élite internacional está sujeta a la supervisión médica, las referencias que calibran la salud de la apuesta federativa se miden, en parte, por la calidad del control de sus atletas. El Centro de Perfeccionamiento Técnico (CPT) de Fadura cubre esta necesidad en el País Vasco y asegura el seguimiento exhaustivo y personalizado de los mejores competidores locales, controlados en el centro getxotarra.
Tanto es así que la Federación Vasca de Atletismo estudia realizar sus próximas concentraciones en el CPT. De esta forma, se acelera el traslado de aquellos datos extraídos al aire libre para su posterior estudio, lo que permite establecer a posteriori ajustados planes de entrenamiento científico. Una de las razones esgrimidas en el pasado para justificar la diáspora de los atletas vascos que recalaban en Madrid o Barcelona remitía precisamente a la carencia de este tipo de instalaciones dedicadas exclusivamente a competidores pujantes.
