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CRISIS EN CHAMARTÍN

Un vestuario íntimamente feliz

John Toshack planteó su dirección técnica en el Madrid con un objetivo prioritario: moldear un vestuario cargado de egos explosivos. A los diez meses, el propio Toshack se había convertido en un megalómano más. Otra estrella que -por ser además el entrenador- acaparaba la atención de la prensa y el resentimiento de sus pupilos. Porque con Toshack, los jugadores se sintieron desamparados. "Ya sabemos que para él, somos Geremi, Balic [los jugadores cuyo fichaje pidió expresamente el galés] y los demás", comentó un jugador hace un mes. Eso explica que ayer, tras conocer la destitución, la mayoría de los jugadores del Madrid no reprimieran cierto gesto de placidez."Deberían dejarnos a nosotros hacernos cargo del equipo", bromeaba otro jugador ayer, antes de iniciar el entrenamiento. Alguno revelaba que desde hacía días -"desde el viaje a Molde"- Toshack daba la impresión de querer marcharse. "Pasa de los entrenamientos, se le nota desganado... no nos corrige nunca nada... se limita a mirarnos...". Por lo visto, al aburrimiento con el que asumían los entrenamientos del galés, los jugadores habían unido la percepción de que el hombre perdía interés a marchas forzadas. Y no faltaron en el vestuario hombres perplejos ante decisiones extrañas: "Esas alinaciones que hacía... esas cosas que decía, no tenían sentido".

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Los jugadores se esforzaban ayer, mientras la destitución de Toshack no era aún oficial, en disimular. Algunos, como Seedorf, huían a ponerse a salvo de miradas que advirtieran su sonrisa. "No nos han dicho nada", repetían todos a las once de la mañana, cuando empezó el entrenamiento, y lo mismo decían a la salida. En la rueda de prensa, el único que habló fue Iván Helguera, que repitió aquello de que "mientras no sea oficial...", pero dejaba caer un enigmático "todo ha sido muy repentino y sorpresivo".

José Manuel Corral, que dirigió el entrenamiento ante la ausencia de Toshack, intentó imprimir aires de normalidad a la mañana. Y gritaba a los jugadores, los retaba, los felicitaba, y todas aquellas cosas que un entrenador hace durante un partidillo normal de un entrenamiento normal. El signo distinto lo pusieron los capitanes Hierro y Redondo, que abandonaron su sesión aparte -están lesionados- para irse a las duchas (y al Bernabéu, donde habían sido convocados), y Sanchis, otro de los capitanes, que adujo molestias en la espalda, se cambió de ropa y fue también hacia el estadio, donde el presidente les comunicaría, cerca de la una de la tarde, la destitución del entrenador.

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