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Melanoma, el cáncer que más crece Los casos de tumor maligno de piel se han triplicado en los últimos 15 años por el exceso de radiación solar

El cáncer de piel parece avanzar desbocado y se muestra resistente a las acciones preventivas que en otros tumores están provocando un retroceso de la mortalidad en los países desarrollados. La moda del bronceado, que popularizó la diseñadora francesa Coco Chanel y que se generalizó en los años setenta, es la principal responsable de que en los últimos 15 años el melanoma, el más grave de todos los tumores cutáneos, se haya convertido en el cáncer que más crece. En este periodo de tiempo, la incidencia del melanoma se ha triplicado en los países avanzados y, como indica un especialista, su línea asciende tanto que se sale, literalmente, de las gráficas sobre evolución del cáncer. En España, se diagnostican cada año entre 35.000 y 40.000 casos nuevos.

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Aunque el abuso de la exposición a las radiaciones del sol constituyen el factor desencadenante del cáncer de piel, no hay que olvidar el factor genético, que predispone a determinadas personas a sufrir un melanoma, según advierte Julián Sánchez Conejo-Mir, jefe del servicio de Dermatología del hospital Virgen del Rocío de Sevilla. El melanoma es un tumor poligénico, en el que están implicados más de 30 genes alterados. Por el momento, se han identificado algunos localizados en los cromosomas 1, 6, 9 y 11, de los que los más importantes son el p16 y el p21, que se encuentran en el cromosoma 9."Los dermatólogos", dice Sánchez, "no nos cansamos de advertir a la población de que tome el sol con moderación y protección. No pretendemos ser alarmistas ni pesados, pero es una realidad que desde que se impuso la moda del bronceado, el cáncer de piel se ha disparado".

Julián Sánchez ha coordinado en España el Día del Euromelanoma, una campaña realizada el pasado 5 de junio en toda Europa, en la que los dermatólogos examinaron gratuitamente los lunares de la piel y cuyos resultados se darán a conocer en el plazo aproximado de un mes. Julián Sánchez insiste en que, al igual que las mujeres deben explorarse las mamas periódicamente, todas las personas han de hacer examinar cada seis meses los lunares del cuerpo para detectar precozmente cualquier lesión que pudiera alertar de un cáncer.

"Más vale ir cien veces al dermatólogo para nada, que no ir por miedo y que luego sea irreparable. Ahora disponemos de aparatos, como el dermatoscopio, que nos permite observar de forma incruenta los lunares y que en un gran número de casos tiene un valor predictivo similar al de una biopsia. Además, un diagnóstico de melanoma no es una condena a muerte, sobre todo cuando se detecta en los primeros estadios", dice.

Se puede hablar de curación prácticamente total a los cinco años cuando el crecimiento del tumor en vertical y hacia dentro no supera los 0,7 milímetros. Sin embargo, en este periodo la supervivencia desciende al 65%-70% cuando el crecimiento se sitúa entre 0,7 y 1,5 milímetros; entre 1,5 y 3 milímetros baja al 50-65%, y si supera los 3 milímetros, no llega al 20-30%.

Para Ricardo Ruiz, jefe de Dermatología del hospital Rúber de Madrid, el haber padecido antes un melanoma, tener antecedentes familiares de cáncer de piel, contar más de cien lunares en el cuerpo, haber sufrido más de dos quemaduras solares con ampollas antes de los 18 años y tener la piel, los ojos y el cabellos claros, incrementan el riesgo de cáncer de piel.

A juicio de este especialista, no hay que obsesionarse con el aspecto que presenten los lunares o manchas de la piel, pero sí "es conveniente consultar al médico cuando cambian de tamaño y color, cuando los bordes son irregulares y cuando sangran". Las lesiones precancerosas, de color marrón grisáceo y superficie rugosa, se suelen presentar en la cara y en el reverso de las manos. Por su alto riesgo de evolucionar hacia un cáncer deben ser extirpadas precozmente. Los dos grandes tipos de cáncer de piel son el melanoma (el más grave) y el epitelioma, explica Carlos Guillén, jefe del servicio de Dermatología del Instituto Valenciano de Oncología (IVO).

Todos los expertos están de acuerdo en que a la hora de tomar el sol se debe tener en cuenta el fototipo (los fototipos I y II suelen ser los que se queman y difícilmente se broncean). Las personas con piel muy blanca, ojos claros y pelo rubio son más vulnerables. A medida que estos órganos o rasgos se van oscureciendo existe una mayor protección natural frente al sol, como son los fototipos III y IV (castaños oscuros y morenos).

Los niños son especialmente sensibles a los efectos dañinos de las radiaciones solares, por lo que su protección debe extremarse. La infancia y la adolescencia son periodos en los que las radiaciones del sol pueden poner en marcha alteraciones mutantes en los melanocitos, que son las células pigmentadas de la piel, aunque el tumor aparezca a edades posteriores. Otro aspecto que se debe tener muy en cuenta es el tiempo de exposición: conviene empezar por diez minutos el primer día, periodo que se irá ampliando progresiva y lentamente. Tampoco hay que olvidar las horas de permanencia al sol: las más perjudiciales son las comprendidas entre las 11 de la mañana y las 2 de la tarde (hora solar).

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