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Problemas del fundamentalismo

Francesc de Carreras

Por fin, en este país empiezan a pasar cosas. Antes, naturalmente, también pasaban, pero no nos enterábamos. Misteriosamente, en algún punto del trayecto hacia la opinión pública, la noticia era interceptada y no aparecía en los medios de comunicación. Això no convé! La moral paternalista de la conveniencia, la más conservadora.

Ciertamente, tampoco hay tantos motivos para echar ahora las campanas al vuelo. Pero estoy seguro de que hace unos pocos años -tan sólo tres o cuatro- las inconvenientes palabras de Marta Ferrusola sobre la inmigración no hubieran trascendido y, en todo caso, no hubieran dado lugar al pim-pam-pum actual. La misteriosa mano hubiera llegado a tiempo de pararlas: això no convé! Eran los tiempos en que Pujol y su tentacular maquinaria lo controlaban todo. Ahora, el país se les empieza a desmandar, comienza a recuperar el pensamiento, la palabra y la obra.

La inmigración se puede ver desde el multiculturalismo, la asimilación y la interculturalidad. El nacionalismo ha optado por la asimilación

Reflexionemos sobre los comentarios posteriores a las famosas palabras de Ferrusola: los comentarios de Pujol, de Mas, de Barrera, del diputado Huguet de ERC. Lamentemos el ruidoso silencio de Maragall, que ha desaprovechado otra ocasión para hacer pedagogía política democrática, al parecer sólo preocupado por la legalidad del nombramiento de Mas como conseller en cap, nimio asunto en el que no parece asistirle base jurídica alguna. Aplaudamos la reacción del PP, de Iniciativa, también de Comisiones Obreras y de UGT. Visto todo ello en conjunto, llegaremos a la conclusión de que no sólo hay xenofobia en muchos ciudadanos catalanes -igual que en cualquier parte del mundo-, sino también, y esto es lo penoso, en buena parte de nuestra clase política.

Hay tres formas básicas de enfocar culturalmente la inmigración masiva: el multiculturalismo, la asimilación y la interculturalidad. El multiculturalismo implica considerar positiva la acentuación de las diferencias culturales: incrementarlas es bueno y contaminarse de otras culturas es perjudicial. Lo ideal es el gueto, la separación. El modelo de asimilación, por otro lado, parte de la necesidad de la homogeneización cultural y de la jerarquización entre culturas: las minorías deben renunciar a su propia identidad para integrarse en la cultura mayoritaria. Es el melting pot de Estados Unidos respecto a las culturas europeas no anglosajonas. Por último, la interculturalidad implica estar abierto a la fusión, al mestizaje. Dado que la identidad sólo puede ser individual, las distintas culturas son una ocasión para aprender, para ir configurando la identidad propia que cada uno elige libremente. Así, el contacto con otras culturas es positivo y enriquecedor ya que ofrece más posibilidades al desarrollo personal.

De estos tres modelos, Pujol tiene claro desde hace muchos años que el único coherente con su nacionalismo comunitarista es la asimilación. Así lo expuso con total claridad en su libro La inmigració. Problema y esperança de Catalunya (Nova Terra, Barcelona, 1976). El hombre, para Pujol, sólo puede realizarse como producto de un pueblo homogéneo: 'La gent d'un mateix poble té, en el fons, una mateixa mentalitat, una mateixa concepció del món, uns mateixos reflexos. Els homes d'un poble veuen les coses d'una mateixa manera i és això el que els uneix. (...) Són les actituds espirituals, mentals i psicològiques les que determinen un poble. És a dir, són les estructures bàsiques de l'home, les que constitueixen la seva íntima estructura fonamental. Un home necessita tenir, ben sòlida, aquesta estructura, aquesta mena d'esquelet interior. Sense això, l'home no té consistència, és indeterminat, és espiritualment flonjo. Doncs bé, aquesta estructura, aquesta forma espiritual li és donada per la comunitat de què ell és fruit i de què ell es nodreix'.

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Obviamente, para Pujol este pueblo es Cataluña: 'Els catalans, com tothom, necessitem pertànyer a un poble sòlid i amb unitat interior. Un poble que ens defensi -col-lectivament i individualment- del dubte, que esterilitza i divideix. Un poble capaç de donar-nos una forma. Aquest poble ha estat Catalunya. Ha dut a terme la nova missió educadora i formadora de l'home català a través dels segles'.

Más adelante, Pujol trata de delimitar quién es catalán: 'Un català pot definir-se de moltes maneres: lingüísticament, històricament, sentimentalment, culturalment... És evident que això compta. Però la definició que ens agrada més es aquella que diu: català és tot home que viu i treballa a Catalunya, i que amb el seu treball, amb el seu esforç, ajuda a fer Catalunya. Hem d'afegir només: i que, de Catalunya, en fan casa seva, és a dir, que d'una manera o altra s'hi incorpora, s'hi reconeix, s'hi entrega, no li és hostil. Cal afegir-hi això, perquè hi ha un tipus d'immigrant, o de descendent d'immigrants, que mai no serà català, perquè té la decidida voluntat de no ser-ne, perquè és anticatalà. Cal saber ser enemic d'aquest. L'hostilitat és, en aquest cas, l'única actitud acceptable'. Esta pequeña selección del libro de Pujol nos muestra el carácter de su ideología nacionalista con relación a la inmigración. Claro que en aquel tiempo se refería a la inmigración proveniente del resto de España, especialmente a la andaluza. En coherencia con su posición general y refiriéndose a ésta en concreto, Pujol considera que Andalucía ha sido víctima de una asimilación destructora por parte de Castilla y que, por tanto, 'l'home andalús no és un fet coherent, és un home anàrquic. És un home destruït'.

Ahora bien, respecto a la inmigración de aquellos años había suficientes puntos de contacto culturales para que la asimilación fuera posible. El problema nuevo que ofrece la inmigración actual es que la asimilación es ahora mucho más difícil, sobre todo respecto a norteafricanos y asiáticos de religión musulmana. De ahí las palabras de Ferrusola y la explícita o tácita aceptación por parte de los demás: si no logramos asimilarlos, Cataluña desaparece.

Estos son los extraños problemas de los gobernantes fundamentalistas. A mi parecer, deberían preocuparles otras cosas: por ejemplo, que a los inmigrantes no les suceda lo que explicaba Empar Moliner en su espléndido reportaje del domingo pasado en EL PAÍS.

Francesc de Carreras es catedrático de Derecho Constitucional de la UAB.

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