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Reportaje:La final de la Copa de la UEFA, reto histórico del Alavés | FÚTBOL

El club de la segunda oportunidad

Veteranos como Geli y Karmona y jóvenes como Jordi, Javi Moreno o Tomic han resucitado en el Alavés

El 31 de enero de 1990, Delfí Geli, un muchacho del filial, saltaba al Camp Nou para debutar con el Barcelona en Primera División, en un partido contra el Oviedo. Quizás el mismo día y puede que a la misma hora, el vizcaíno Antonio Karmona defendía la zamarra roja del Bermeo, el club de su tierra, que militaba en Tercera División. Once años, tres meses y 14 días después viajaban en el mismo avión a Dortmund para disputarle al histórico Liverpool la final de la Copa de la UEFA. El Alavés les ha dada la segunda oportunidad a los 32 y 33 años, respectivamente, cuando el fútbol, tan voraz en otorgar laureles como en enterrar futbolistas, se las había negado. Geli, con el doblete del Atlético en el recuerdo, estaba la pasada temporada desaparecido en el Albacete; Karmona había debutado en Primera a los 30 años después de curtirse en equipos rocosos (Bermeo, Sestao y Éibar) que exigen tanta fortaleza en el músculo como en la cabeza.

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Ambos resumen la sensatez que impera en los últimos años en el Alavés. La naturaleza ha querido concederle a Geli una fisonomía que simula permanentemente una sonrisa, incluso cuando se pone serio. En el viaje a Dortmund era el único jugador que vistió traje y corbata. El Alavés no usa traje oficial para los desplazamientos, ni en ocasiones señaladas como la presente. 'Si hemos llegado hasta aquí vistiendo a nuestra manera, no es cuestión de cambiar ahora', bromeaba un supersticioso Jordi Cruyff. Karmona, más serio, es el equilibrio, en los buenos y en los malos momentos, porque ha vivido de todo y siempre ha tenido paciencia. Supo esperar para llegar a lo más alto y puede que se retire con un título europeo en su pantalón vaquero.

Geli y el capitán no son los únicos. En el club de la segunda oportunidad se han inscrito otros futbolistas, como Javi Moreno, a quien Mané encontró en el Yeclano a punto de dejar el fútbol. Mientras Jordi Cruyff disputaba la Liga de Campeones con el Manchester, el actual pichichi de la Liga española correteaba por los campos de Segunda B. En espera de un Mané que le devolviera la alegría. Y se la devolvió, eso sí, no sin antes someterle a un curso intensivo en el Numancia, donde jugó como cedido por el Alavés.

Jordi Cruyff, obligado por apellido y perseguido por las promesas de su juego, había militado en equipos de fuste europeo, sin llegar a descollar ni en el Barcelona, ni en el Manchester United. Su paso circunstancial por Vigo, cedido por el equipo inglés, no logró rehabilitar su imagen y afeó sus posibilidades de futuro. El Alavés parecía un club demasiado pequeño para un apellido tan grande, pero Jordi sólo puso una condición ineludible para dar el paso: no jugar de delantero con la obligación del gol. Mané aceptó sin dudarlo porque sus deseos eran coincidentes: quería un medio punta que imaginara el futbol por detrás de los delanteros. El espíritu amigable del equipo hizo el resto y Jordi ha dejado de ser el hijo de Cruyff hasta encontrar un nombre propio. Moreno y Cruyff, surgidos de la cantera barcelonista, han vuelto a ser jugadores codiciados.

El serbio Tomic es un nuevo ejemplo de la gestión de recursos del Alavés. Proyectado por el Partizán como probable estrella yugoslava (25 goles en la Liga nacional), Tomic corría el riesgo de ser desperdiciado para el fútbol por el Roma, cuando recibió la oferta de cesión al Alavés. Lejos de Roma, se ha asomado al jugador que fue y convertido en un futbolista referencial de Mané. Nada extraño en el técnico, que ya consiguió resultados similares con Gerard o Téllez.

Ahora todos ellos buscan alzar una Copa inesperada. Para muchos sería la primera vez, un placer reservado a los futbolistas extranjeros del equipo. Herrera (Boca Juniors), Eggen (Brondby), Tomic (Partizan), Jordi (Manchester) o Vucko (Hadjuk Split), con una sola excepción: Geli, que hizo doblete con el Atlético de Antic -su enterrador, luego, poco antes de que el Betis le diera por inválido y declarara nulo su fichaje-. Para otros, como el brasileño Magno, será la ocasión de saldar una deuda con la mala suerte: llegó al Flamengo una temporada después de que conquistara el campeonato brasileño y se marchó del Gremio al Groningen, el año anterior a que lo obtuviera el Gremio. Para él, el Alavés será el club de la tercera oportunidad.

Los jugadores del Alavés corretean sobre el césped del Westfalenstadion.
Los jugadores del Alavés corretean sobre el césped del Westfalenstadion.REUTERS

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