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Reportaje:Drama y grandeza del Alavés en la final de la UEFA | FÚTBOL

'El más grande subcampeón de la historia'

El 'lehendakari', el alcalde de Vitoria y miles de aficionados homenajean al Alavés como si hubiera vencido al Liverpool

Si cientos de millones de europeos y de otros continentes vibraron el miércoles por la noche ante sus televisores con la exhibición de coraje y goles ofrecida por el Alavés en la final de la Copa de la UEFA, cabe imaginarse el sentimiento de los aficionados vitorianos.

Los jugadores de José Manuel Esnal, Mané, se tomaron la derrota ante el Liverpool (5-4 tras 117 minutos de juego) como una puñalada: bastaba con ver la mirada fija de Geli, Desio o Jordi. Pero Vitoria les levantó ayer el ánimo con una cascada de recibimientos y homenajes. La ciudad los trató como héroes.

Algo más de dos horas necesitó la expedición del Alavés para atender todos los compromisos institucionales y populares. El lehendakari en funciones, Juan José Ibarretxe; el alcalde, Alfonso Alonso, y miles de aficionados les recibieron. Y por ese orden.

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Tras dormir apenas seis horas, el equipo se trasladó al palacio de Ajuria Enea escoltado por media docena de motos de la Policía Municipal, adornadas con bufandas de la final. Allí, en la residencia oficial del presidente del Gobierno vasco, Ibarretxe les agradeció su brillante trayectoria europea: 'No se nos va a olvidar nunca a ninguno. Habéis conquistado el corazón de todo el País Vasco y de toda Europa', aseguró para matizar después que no sólo Vitoria estuvo volcada en la noche del miércoles, sino también las otras capitales vascas.

Mil cartas dando gracias

Gonzalo Antón, el presidente del club, ofreció más datos de interés: 'Hemos recibido más de mil cartas de particulares a través del fax desde toda España y Europa, desde Almería, Suiza, Holanda, Córdoba, Catalunya... De allí nos han llegado unas 200, algunas diciendo que el Barça debía hacernos pasillo el sábado en Mendizorroza si tiene dignidad'. Sin embargo, según han decidido los jugadores azulgrana, no lo habrá. 'El mejor reconocimiento es la admiración que hay por el Alavés', dijo Guardiola al respecto.

Sea como fuere, el caso es que Antón entregó la insignia de oro y brillante del club a Ibarretxe y una hora más tarde hizo lo mismo con el alcalde y el diputado general de Álava, Ramón Rabanera.

La segunda parada del autobús blanquiazul fue en el Ayuntamiento. Allí se repitieron las felicitaciones, los discursos, los apretones de manos y algunas frases grandilocuentes. 'Sois la mejor plantilla de la historia del fútbol alavés', sentenció Alonso. Antón respondió: 'Esperemos no perder nunca nuestra identidad. Somos un equipo humilde y si sacamos pecho nos equivocaremos'.

Los jugadores, a los que una vez más sorprendió ver vestidos de calle y sin traje oficial, lo soportaron todo con gratitud. Firmaban autógrafos; por ejemplo a la secretaria del alcalde, Marisa: 'Les he dicho que era para mi nieta, porque... cómo les digo que no, que es para mí'. Otros espontáneos más jóvenes también estuvieron en el acto. Como el hijo de un concejal socialista, de diez años, que no dudó en ir directo a Mané: 'Gracias por no haberte ido al Valencia'.

Y llegó entonces la hora de las masas, el recibimiento multitudinario, aquellas 20.000 personas invadiendo la plaza de la Virgen Blanca, donde sólo seis días antes ocurrió algo similar con el Tau de baloncesto, subcampeón de Europa. El lugar estaba abarrotado. Y eso que a esas horas, las ocho y media de la tarde, aún quedaban varios miles de aficionados en el camino de vuelta desde Dortmund. El regreso de los tres trenes que componían el convoy tuvo un retraso considerable por un descarrilamiento en Francia de otro tren.

Era el momento de entregar ante la hornacina de la Virgen Blanca un ramo de flores -albiazules, no rosas ni con el tono del Boca Juniors-. Y también era el momento de Javi Moreno, el personaje de los grandes acontecimientos. El delantero, bigoleador, apenas necesitó unos minutos para arrebatar el micrófono al presentador y tomar las riendas del homenaje. Presentó él mismo a sus compañeros. Cada uno estuvo obligado a recitar alguna frase. Pero no son tan hábiles con los discursos como con el balón. Casi no pasaron de las palabras 'gracias' o '¡viva Vitoria, viva Euskadi, viva Alavés!'.

Entre los jugadores, la mayoría de una estatura respetable, había un pequeño personaje que fue quien más disfrutó de la fiesta, bailó y cantó. Se trataba de José Luis Menoyo, un ex presidente de avanzada edad que dirigió el club en los tiempos más difíciles, cuando el Alavés circulaba por la Tercera División y categorías similares. Desde luego, gozó mucho más que Geli, siempre correcto, pero con la mirada puesta en el horizonte. A él le costará olvidar su autogol en el minuto 117. A Vitoria ya se le ha olvidado. Prefiere disfrutar pensando que tiene 'al mejor subcampeón de la historia'.

Un momento del entusiasmo popular en la plaza de la Virgen Blanca, de Vitoria, por la brillante actuación del Alavés.
Un momento del entusiasmo popular en la plaza de la Virgen Blanca, de Vitoria, por la brillante actuación del Alavés.PRADIP J. PHANSE
El <i>lehendakari</i> en funciones, Juan José Ibarretxe, conversa con Karmona, Javi Moreno y Mario en Ajuria Enea.
El lehendakari en funciones, Juan José Ibarretxe, conversa con Karmona, Javi Moreno y Mario en Ajuria Enea.P.J. PHANSE

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