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La acusada en el 'caso Wanninkhof' niega que apuñalara a Rocío y rechaza los testimonios que la incriminan

'No es cierto, no he apuñalado a Rocío'. Así de contundente fue Dolores Vázquez, la única imputada en el caso Wanninkhof, cuando el fiscal le preguntó si había matado a la joven de 19 años que desapareció el 9 de octubre de 1999 en Mijas y cuyo cuerpo sin vida apareció casi un mes más tarde en Marbella.

Es más, la acusada insistió en que aquella noche sólo salió a tirar la basura y comprar tabaco, y que ni siquiera conocía el lugar donde fue encontrado el cadáver de la joven. 'Prácticamente la he criado, era como una hija', declaró ante el jurado popular que la juzga.

Las preguntas del Ministerio Público intentaron probar que la relación sentimental que Dolores, más conocida como Loli, mantuvo con la madre de Rocío, Alicia Hornos, nunca fue aceptada por la joven, lo que generó una enemistad entre ambas. La insistencia del fiscal pretendía aportar un supuesto móvil del crimen.

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Sin embargo, la acusada fue tajante: 'Rocío tenía una buena relación conmigo, mejor de lo que la madre y la familia creen. Venía mucho a verme y se abría mucho conmigo ya que estaba falta de cariño'. El interrogatorio derivó en aspectos tan íntimos que el magistrado a cargo de la vista recordó a la acusada que tenía derecho a guardar silencio y a 'no transigir' con aquellas preguntas que no quisiera contestar.

Loli se mostró entera durante las casi cuatro horas que duró el minucioso interrogatorio del fiscal, pero contradijo declaraciones suyas hechas ante la Guardia Civil y el juez instructor tras su detención. También desmintió manifestaciones que algunos testigos hicieron durante la fase de instrucción.

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Así, Loli declaró que no conocía a una vidente que tras reconocerla en televisión se presentó ante los investigadores del caso y les informó que la detenida había estado en su consulta en abril -seis meses antes de la desaparición de Rocío- y le había dicho que estaba enamorada de alguien, que uno de sus hijos se oponía y que iba a vengarse. 'No conozco a esa señora', aseguró. La acusada dijo que la vio por primera vez cuando ya estaba en la cárcel y la vidente apareció en televisión hablando del caso.

A preguntas del fiscal, Loli contestó que no era aficionada al tarot. Sólo cuando el ministerio público le comentó que en una noche llegó a gastarse alrededor de 15.000 pesetas en llamadas telefónicas a líneas de videncia, admitió que había llamado 'alguna noche', tras lo que aclaró que a veces sus visitas usaban el teléfono.

Queja de la acusada

La acusada negó también que utilizara bolsas de basura grandes, como en la que aparecieron las prendas de Rocío. Esta afirmación contradice las declaraciones que dos testigos hicieron en la fase de instrucción. La de la empleada de una amiga, que dijo que le había regalado una para sudar cuando hacía footing y la de su asistenta que manifestó que Loli le ordenó que las bolsas grandes no las tocara. 'No me pongo bolsas de esas para caminar ni las uso para la basura', recalcó ante la insistencia del fiscal.

A lo largo del interrogatorio, el Ministerio Público cortó en varias ocasiones la explicación de la acusada para que precisara su respuesta, lo que motivó la queja sin titubeos de Loli: 'Déjeme hablar, llevo un año intentando hablar'.

El fiscal trató también de saber si la madre y la hija de una sobrina -a las que se quedó cuidando en su casa la noche del crimen- estaban dormidas durante las horas en que fue apuñalada Rocío. Sus respuestas fueron negativas, ya que declaró que su madre no tomaba medicamentos para dormir y la niña se acostaba tarde porque se echaba la siesta.

Sobre el testimonio de su empleada ucraniana, que comentó a los investigadores que Loli apuñaló con un cuchillo una fotografía de la joven, la acusada precisó que lo hizo con un tenedor o una cuchara 'no con un cuchillo', para explicarle a su interna que no hablaba español que la joven había sido asesinada. En contra de lo que había declarado con anterioridad, ayer aseguró que aquel episodio tuvo lugar después de la aparición del cadáver. El fiscal insistió y deslizó que los cortes del cuchillo quedaron en la encimera y ella intentó disimularlos con un estropajo de aluminio. Ella explicó que el fregadero 'siempre estuvo arañado' por el roce de las ollas.

Tras casi finalizar las preguntas del fiscal, poco antes de las 14.00, el magistrado le preguntó si estaba en condiciones de seguir. La acusada fue categórica: 'Quiero hablar, necesito hablar. No tengo nada que esconder'.

Desde Betanzos, la localidad coruñesa de la que es oriunda Loli, su tía, Adelina Mosquera, calificó de 'chapuza' la investigación, informa la agencia Efe. La misma crítica que siempre ha hecho su defensa.

Dolores Vázquez, junto a su abogado, ayer, en un momento del juicio.
Dolores Vázquez, junto a su abogado, ayer, en un momento del juicio.SERGIO CAMACHO

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