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EE UU reconoce que los talibanes han sufrido menos daños de lo esperado

El Gobierno confiesa su sorpresa por 'la tenacidad' del régimen de Kabul

Enric González

Las dudas crecen. Nadie cuestiona aún de forma abierta la estrategia militar diseñada por el Pentágono y aprobada por el presidente estadounidense, George W. Bush, pero las operaciones en Afganistán no marchan como se esperaba. El portavoz del Pentágono, el contralmirante John Stufflebeem, hizo frente ayer a las incipientes críticas diciendo a la prensa que 'personalmente' no creía que Estados Unidos estuviera 'empantanándose en una guerra sin salida', aunque repitió que se trataba de 'la operación más difícil desde la Segunda Guerra Mundial'.

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El hecho es que el régimen afgano ha resultado mucho más resistente de lo que auguraban los servicios de inteligencia estadounidenses, y en torno a la Operación Libertad Duradera flota una densa sospecha de improvisación.

Cada vez más inquieta por la difusión del ántrax maligno (carbunco) y la posibilidad de nuevos atentados, la población de Estados Unidos desearía que al menos en el frente de Afganistán hubiera alguna certeza. Sin embargo, encuentra pocas.

Tras la primera semana de bombardeos, los portavoces del Pentágono anunciaron que no encontraban ya resistencia aérea, que las fuerzas talibanes estaban 'destripadas', que todos los campos de Al Qaeda habían quedado inutilizados y que los mandos supremos de la milicia no podían ya comunicarse con sus tropas sobre el terreno. De todo eso, lo único cierto resultó ser el dominio aéreo.

El contralmirante Stufflebeem reconoció su sorpresa por la 'tenacidad' de los talibanes, admitió que sus fuerzas seguían siendo muy operativas y prefirió no opinar sobre el estado de las instalaciones de Al Qaeda. El empleo de bombas de racimo, que se fragmentan en el aire e implican un gran riesgo de 'daño colateral', no ha servido para reducir el potencial militar de los talibanes.

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También se lanzó una operación encubierta, con sobornos de por medio, para estimular las disensiones y las deserciones entre los talibanes. Esa iniciativa no ha producido resultados apreciables. Y se hizo saber que un grupo de asesores estadounidenses se habían unido a los guerrilleros antitalibanes de la Alianza del Norte, en misiones de 'coordinación'.

Tal coordinación no se percibe por el momento; más bien al contrario, la Alianza del Norte no gana terreno, se queja de todo tipo de carencias, y algunos de sus jefes, como Abdul Mussadiq, auguran que las imágenes de civiles bombardeados acabarán uniendo a todos los afganos, talibanes y no talibanes, contra Estados Unidos.

¿Y Osama Bin Laden, el terrorista al que Bush quería 'vivo o muerto'? El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, dejó helados el miércoles a sus conciudadanos al reconocer como 'posible' que Bin Laden lograra escapar.

Aunque luego rectificara parcialmente, quedó la impresión de que los objetivos de guerra se habían desviado hacia el único enemigo 'visible', el régimen talibán, al que no se relaciona directamente con los atentados del 11 de septiembre y que sufre los ataques por su condición de 'protector' de terroristas.

Últimamente, el Pentágono habla de una estrategia lenta de 'acoso' y 'asfixia'. Pero todos los testimonios indican que los talibanes siguen recibiendo combustible, armas y alimentos a través de las redes de contrabando paquistaníes. Día a día, el escenario bélico se hace más confuso. Si el Ejército estadounidense no logra pronto un éxito claro, por parcial que sea, las dudas se convertirán en críticas.

Dos trabajadores afganos de la Cruz Roja, ante el edificio de esta organización humanitaria destruido durante el bombardeo.
Dos trabajadores afganos de la Cruz Roja, ante el edificio de esta organización humanitaria destruido durante el bombardeo.ASSOCIATED PRESS

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