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Redondo dimite como líder de los socialistas vascos y fuerza un congreso extraordinario

Reconoce la imposibilidad de sintetizar sus tesis ideológicas con las del sector crítico

Nicolás Redondo presentó ayer por sorpresa su dimisión irrevocable como líder de los socialistas vascos ante la Comisión Ejecutiva del partido, que se había reunido en la capital alavesa para dicutir, en un clima de enfrentamiento, el documento base sobre el futuro del PSE-EE. Redondo leyó ante los 27 miembros de la dirección un texto en el que reconoce que su liderazgo en el partido estaba 'en entredicho' y que era 'imposible' la síntesis entre su documento y el elaborado por el sector vasquista, nucleado en torno al número dos del partido, Jesús Egiguren. La renuncia fuerza la constitución de una comisión gestora y un congreso extraordinario en el que Redondo previsiblemente se presentará a la reelección, aunque ayer no lo adelantó.

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Nicolás Redondo Terreros echó ayer un órgado al sector crítico con una dimisión que fuerza al sector vasquista a buscar un candidato que se enfrente al dimisionario en un congreso extraordinario, en el caso de que finalmente Redondo se presente, algo que ayer nadie confirmaba oficialmente. Redondo explicará hoy en un rueda de prensa en Bilbao su decisión, que no conocía casi nadie en la ejecutiva, y despejará definitivamente si tiene intención de presentarse o no de nuevo como candidato a la secretaría general.

La renuncia estuvo teñida de una 'gran coherencia', según una de sus ahora seguidoras, Rosa Díez, con el discurso que el dirigente socialista vasco ha defendido en los tres últimos años, tras la salida en junio de 1998 del PSE-EE del Gobierno vasco por los pactos del PNV con HB. Ahí se quebró el modelo de gabinetes de coalición con un PNV entonces, en los años 80 y principios de los 90, alejado de toda tesis soberanista.

Redondo admitió ante la ejecutiva la imposibilidad de casar su discurso de alejamiento del PNV mientras no rectifique su política, con las tesis mantenidas por el sector vasquista, que encabeza el número dos del partido, Jesús Egiguren, y en el que está también el alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, quien desde las pasadas elecciones autonómicas ha venido reclamando en los comités nacionales del PSE la celebración de un congreso extraordinario. 'Las ideas que se plantean a la discusión están suficientemente alejadas como para que sea imposible la síntesis', dijo Redondo.

Un sector crítico que lleva empeñado desde entonces en redefinir la estrategia seguida por el partido en los últimos años, basada, a su juicio, en un 'seguidismo de la política del PP que a la postre se ha visto pernicioso para el proyecto de los socialistas vascos'.

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"Una nueva etapa"

Redondo entró en la ejecutiva al filo de las cinco de la tarde y avisó, nada más empezar, que la reunión sería breve. Sacó dos folios, cuyo espíritu presumiblemente sólo conocía su padre, el ex líder de la UGT, Nicolás Redondo Urbieta, y aseguró que con su decisión sólo pretendía abrir una 'nueva etapa que origine ilusión en nuestros afiliados y votantes que termine con la división y que aclare nuestra posición en la vida política vasca'. A su juicio, 'el debate debe hacerse sin límites y con responsabilidad, y para hacerlo así el congreso es el mejor instrumento'.

Las miradas de los 27 miembros de la ejecutiva presentes -faltaron el presidente del PSE en Álava, Mario Onaindia, convaleciente de una enfermedad, y la eurodiputada Bárbara Dhürkop- se cruzaron de un lado a otro. Incredulidad y sorpresa que dieron paso después al 'cabreo y a la indignación' en algunos dirigentes, toda vez que Redondo abandonó la sala de inmediato, sin dejar tiempo a la discusión o al intercambio de pareceres. Redondo lanzaba así su órdago y le pedía al coordinador de Areas, Rodolfo Ares, que habilitara una sala hoy en la sede de Bilbao para explicar a la prensa su decisión. Tras Redondo abandonaron la sala el hombre fuerte en la Margen Izquierda de Bilbao, Martín Martínez; el alcalde de Portugalete, Mikel Cabieces, y algún otro dirigente. El resto permaneció dentro 'más que nada para hacer algo de catársis', dijo un cualificado dirigente que no ocultaba su malestar 'por la situación en la que nos deja'.

Redondo pone así fin a su periodo al frente de la secretaría general, iniciado en el III Congreso celebrado en Vitoria en octubre de 1997. Entonces su dirección contó con un apoyo del 59%. En el último congreso, celebrado en noviembre de 2000, el apoyo a su dirección bajó al 51%. Ahí comenzó a vislumbrarse la 'crisis' a la que ayer se refirió el ex secretario general.

Redondo ni siquiera tomó en consideración la petición realizada la víspera por el propio presidente de los socialistas vascos, José María Benegas, quien pretendía posponer la reunión de la ejecutiva hasta el día 26 en busca de más tiempo para reflexionar sobre los documentos relativos al futuro del PSE que estaban sobre la mesa. Tras conocerse la dimisión, se produjo una oleada de adhesiones a Redondo en diversas agrupaciones. Entre ellas, Getxo, Sestao y Muskiz.

En consonancia con lo que ha defendido en los últimos años, Redondo explicó a la ejecutiva: 'Podemos disfrazarlo con todo tipo de debates, pero lo que está en juego en la política vasca es si la decisión estratégica que todos los nacionalistas pactaron en 1998 se salda en fracaso o victoria. Lizarra fracasó, hoy sabemos que sin el PSE no tiene posibilidades, por mucho que ETA nos mate o el resto nos aísle'.

El PP vasco elogió su actitud, el PNV y la Lehendakaritza recordaron que no valoran 'asuntos internos de otros partidos' e IU dijo que era una dimisión anunciada.

Nicolás Redondo (a la izquierda) y Rodolfo Ares, ayer en la reunión de la ejecutiva del PSE.
Nicolás Redondo (a la izquierda) y Rodolfo Ares, ayer en la reunión de la ejecutiva del PSE.PRADIP J. PHANSE

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