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CRISIS EN ARGENTINA

Las protestas obligan al Gobierno argentino a presentar la dimisión

Miles de argentinos se lanzan a las calles para protestar contra el Ejecutivo de Rodríguez Saá

Los argentinos tomaron de nuevo las calles. Una semana después de la protesta espontánea, que precipitó la caída del Gobierno radical de Fernando de la Rúa y el regreso al poder de los peronistas, los miembros del nuevo Ejecutivo pusieron ayer sus cargos a disposición del presidente, Adolfo Rodríguez Saá, que a las 10 de la noche no había tomado una decisión. Miles de ciudadanos salieron la noche del viernes con sus cacerolas en Buenos Aires para expresar la ira ante la grave situación económica y el rechazo a los líderes políticos, incluido Rodríguez Saá. Sin mediar convocatoria, la multitud confluyó en el centro hasta que la violenta acción de grupos sospechosamente incontrolados empañó el carácter pacífico de la movilización. En las últimas horas ha empezado a circular por Internet una convocatoria a un nuevo cacerolazo para el 31 de diciembre, que pretende dar la puntilla a un debilitado presidente que asumió el cargo con la voluntad de permanecer en el poder hasta 2003. Grupos de manifestantes asaltaron el edificio del Parlamento. Doce policías resultaron heridos y 30 manifestantes fueron detenidos.

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La policía fue literalmente desbordada por grupos perfectamente organizados, cuyos fines poco tenían que ver con los de los vecinos de todo Buenos Aires que hacían sonar sus cacerolas. Primero intentaron derribar, sin éxito, las puertas de la Casa Rosada, algo que sí consiguieron en el edificio del Congreso de la Nación. Los asaltantes destrozaron cuanto encontraban a su paso, arañas, muebles, bustos, quemaron cortinas y llegaron hasta la sala de sesiones. Posteriormente, sacaron a la calle muebles y enseres, con los que hicieron una gran pira. Hubo intentos de linchamiento de policías y bomberos (11 agentes resultaron heridos) y numerosos detenidos. Algo quedó meridianamente claro después de la violencia de la madrugada de ayer y del anterior estallido social (30 muertos): Argentina no cuenta con una policía adiestrada para impedir desmanes callejeros sin violar el derecho de manifestación. Si hace una semana la represión fue desmesurada, en esta ocasión las fuerzas de seguridad aparecieron cuando el caos ya se había apoderado de la calle. De nuevo, el centro de Buenos Aires amaneció el sábado con comercios y bancos destrozados y otras huellas de la batalla nocturna.

El primer cacerolazo desde la investidura de Adolfo Rodríguez Saá el pasado 23 de diciembre es un serio aviso al presidente transitorio, que en una semana ha decepcionado a un gran número de argentinos. Poco después de la medianoche, trascendió la dimisión del jefe de asesores del Gabinete, Carlos Grosso, que era uno de los objetivos de la protesta. El antiguo intendente de la ciudad de Buenos Aires durante la Administración de Carlos Menem tuvo varias causas abiertas por corrupción y representaba, junto a otros miembros de la nueva Administración, la vuelta al pasado. Grosso es el segundo funcionario que abandona abruptamente su cargo después del presidente del Banco Nación, David Expósito, que fue obligado a dimitir por unas polémicas declaraciones sobre la emisión de la tercera moneda.

Críticas a los empresarios

Durante la noche se rumoreó la dimisión del canciller y ministro interino de Defensa, José María Vernet, que en un programa de televisión acusó a los empresarios de estar en campaña a favor de la devaluación del peso y amenazó a quienes suban los precios y provoquen desabastecimiento: 'En ese caso, yo haría lo que hizo el Ejército israelí cuando hubo desabastecimiento. Arrancó las persianas de los negocios. En un momento extremo no se puede especular'. Hay síntomas de que puede haber escasez. Las farmacias dicen que no aceptarán la nueva moneda, el argentino, para el pago de medicinas. En algunos establecimientos faltan medicamentos, escasea el combustible en ciertas estaciones de servicio y ya han empezado a subir los precios.

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'Este pueblo no quería un cambio de títeres, sino un cambio de fondo cuando salió a la calle hace una semana', decía un vecino del barrio de Flores. 'Con la gente en la calle hay garantías para que se respete la voluntad popular. Tenemos que marcar a este Gobierno, tenemos que respirarle en la nuca', replicaba otro manifestante. La protesta empezó simultáneamente hacia las once de la noche del viernes en Villa Crespo, Almagro, Caballito, San Telmo, Núñez, Palermo, Barrio Norte, Recoleta... Barrios populares, de clase media y hasta de clase alta.

En todos ellos empezó a sonar con intensidad el ruido de cacerolas, bocinas y petardos que llegó hasta la residencia presidencial de Olivos. Los ánimos estaban enardecidos: 'Siguen creyendo que el pueblo es estúpido', 'Todos quieren ser presidente y nadie soluciona nada', 'Que se vaya la mafia del Gobierno', 'No queremos chorros

, queremos gente decente','Que no roben más'.

Participantes en las protestas contra el nuevo Gobierno argentino lanzan piedras contra la sede del Gobierno en Buenos Aires.
Participantes en las protestas contra el nuevo Gobierno argentino lanzan piedras contra la sede del Gobierno en Buenos Aires.ASSOCIATED PRESS

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