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Reportaje:TENDENCIAS

Cuerpos con 'chip'

Los seis meses que han transcurrido desde el 11 de septiembre han sumido a la sociedad norteamericana (y a parte del mundo) en un desconocido estado de ansiedad. Muchos han vuelto a comprar en los grandes almacenes de Manhattan, pero a la vez han incrementado el consumo de ansiolíticos, somníferos y alcohol. La búsqueda de serenidad se corresponde con el deseo de mayor seguridad, y tanto las autoridades políticas como las empresas aprovechan la demanda popular. Por parte del Gobierno, y gracias a la USA Patriot Act, aprobada abrumadoramente en noviembre, se han desplegado excepcionales medidas de espionaje, en colaboración con la CIA y el FBI y sin la supervisión judicial. Hasta 2005, Estados Unidos vivirá un auténtico estado de excepción, pero incluso más allá de esa fecha la policía podrá mantener permanente vigilancia sobre el usuario de Internet, podrá registrar secretamente las casas o estará autorizada para controlar a personas sin la orden de un juez. La CIA, además, podrá compartir la información que posea el Gran Jurado, y el FBI invertirá fondos adicionales en su temida tecnología de espionaje Carnivore o Magic Lantern.

Digital Angel recibió este nombre en 2000 por la forma que trazaban sus circuitos, similares a la silueta de un ángel. Para algunos grupos religiosos cristianos es un signo satánico
En Estados Unidos, la investigación sobre el 'chip' personal tenía por objeto propósitos sanitarios para almacenar datos clínicos. Ahora la información se orienta hacia la seguridad
Más información
Una familia estadounidense se implanta un chip bajo la piel con información médica

La creación de un documento nacional de identidad, a la que se opusieron históricamente los norteamericanos en defensa de su privacidad, fue aceptada masivamente tras los atentados del 11-S, y aunque ha decrecido ahora el apoyo, se da por seguro que directamente o a través del carné de conducir su implantación está garantizada. Más si se tiene presente que en las Naciones Unidas se planteó en diciembre la conveniencia de que todos los habitantes de esta Tierra sean identificados y registrados.

Las migraciones, los contrabandos, el crimen organizado, el terrorismo, han elevado la seguridad internacional y doméstica a una categoría de primer orden. Hasta un 43% de los norteamericanos acepta que se abra el correo al azar para investigar la correspondencia; casi un 25% tolera que se les intervenga el teléfono, y un 80% apoya que se instalen cámaras por las esquinas, los centros comerciales, los estadios.

El miedo se ha condensado en estos días con la moda del chip personal. Desde hace años, al ganado o a las mascotas se les implantaba un chip para su recuento o identificación. La novedad ahora es que, a partir de los últimos avances de Applied Digital Solutions Inc., miles de norteamericanos desean ser injertados con un VeriChip.

El VeriChip es un chisme, del tamaño de un grano de arroz, capaz de almacenar seis líneas de texto y 128 caracteres y emitir una señal susceptible de ser captada por un escáner. En Latinoamérica está siendo comercializado para liberar rehenes o secuestrados. De hecho, uno de los primeros demandantes del VeriChip ha sido el ministro federal del Estado de São Paulo, António de Cunha, que considera este dispositivo como un eficaz elemento contra ladrones y extorsionadores.

En EE UU, hasta el momento, la investigación sobre el chip personal tenía por objeto ante todo propósitos sanitarios, siendo el chip un almacén de datos clínicos para casos de accidentes, trasplantes, etcétera. Ahora, sin embargo, la información se orienta más a hacia la seguridad y la identificación policial. Estos chips pueden combinarse además con los miniartefactos Digital Angel que proporciona GPS (Global Positioning Systems) para salvamentos, auxilios o intervenciones policiales de cualquier orden.

Digital Angel es también propiedad de la empresa Applied Digital Solutions (ADSX) y recibió este nombre en 2000 por la forma que trazaban sus circuitos, similares a la silueta de un ángel. Paradójicamente, grupos religiosos cristianos han designado el dispositivo como 'la marca de la bestia' y han clamado contra su presencia. En su opinión, esta identificación se comporta como el signo satánico que cada cual portará antes del juicio final y tal como anuncian los capítulos 13 (15-18), 14 (9-12) y 20 (4-6) del Apocalipsis.

La señal única

El asunto ha adquirido ya tal atracción morbosa que más de 2.000 jóvenes a través de Internet han solicitado a Applied Digital una unidad porque ahora lo cool no es llevar un piercing, sino implantarse un chip. Si la identidad se reforzaba con los tatuajes, los anillos o los clavos, el chip representa la cima de la diferenciación, el compendio digital de la señal única. De hecho, la demanda del VeriChip se pronostica tan alta como para alcanzar unas ventas mundiales de 100.000 millones de dólares, según ADSX.

BMW, por su parte, tratando también de personalizar sus producciones, instala desde septiembre un chip de identificación en cada vehículo, y sus pasos, iniciados en Australia, serán pronto seguidos por Ford y Mitsubishi. En Australia también, cerca de Sydney, en Woollongong, se empezó a identificar hace unos años ordenadores, cámaras, fotocopiadoras en las escuelas públicas, y el descenso de robos ha inducido a importar el sistema en otros países.

La obsesión por la identificación y la identidad se cruza con el anhelo por la seguridad. La defensa de la privacidad se opone a la demanda de mayor vigilancia. La ansiedad por ser reconocido como honorable se enfrenta en adelante con la sospecha general sobre el ciudadano. El chip, que hasta hace poco valía sólo para los animales, se ha convertido en la pieza más personal y en boga. ¿Por culpa del 11-S? Richard Seeling, director de aplicaciones médicas, se ha inyectado ya dos VeriChips tras conocer que policías y bomberos del World Trade Center, al verse perdidos, habían grabado desesperadamente sus nombres y números de la seguridad social sobre su piel.

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