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Reportaje:

Cava para digerir la 'ecotasa'

La tasa medioambiental entra en vigor en las islas Baleares sin provocar rechazo ni extrañeza

'Bien', expresó ayer sin rechistar, en la playa de Palma, un ciudadano alemán, de 61 años, al abonar la ecotasa y recibir del hotel un vale para consumir un botellín de cava. La bebida era la compensación por su pago fiscal de 14 euros, uno por cada noche de las dos semanas de vacaciones contratadas. Otros 40.000 turistas que entraron el 1 de mayo en las Baleares, en la primera avalancha de temporada alta, fueron informados al llegar de la novedad fiscal implantada por el Gobierno socialista, nacionalista y verde de Baleares. La carga impositiva cuenta con la clara oposición del Gobierno central del PP -que la tiene recurrida ante el Tribunal Constitucional- y sufre la activa protesta 'para que sea anulada' de toda la patronal turística.

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Al viajero germano que estrenó el impuesto con finalidades medioambientales le dieron a cambio un benjamín de cava. Un café cortado en el aeropuerto de Palma cuesta 0,95 euros y una coca cola 1,59 euros. El alemán, uno de los casi tres millones de paisanos que en 2002 visitarán las islas, reside en un hotel de cuatro estrellas, en primera línea de playa. El Gobierno de Baleares espera recaudar 30 millones de euros este año.

'Es útil esta ecotasa si revierte en el medio ambiente. Ya sabíamos que existía el impuesto', señala un matrimonio barcelonés, que arribó a Mallorca tras contratar por 700 euros un viaje y cinco días de estancia en un agroturismo lujoso de Artà, con vehículo incluido. 'Yo creía que sólo lo pagaban los turistas y no los españoles', se queja en Ibiza una ciudadana de Valencia. 'No nos parece nada bien, un euro al día es una barbaridad, es un atropello, ya pagamos suficientes impuestos. ¿Y el medio ambiente de Madrid, no necesita compensaciones?', manifiesta agraviada una viajera castellana.

'Estoy conforme, no sabía nada del impuesto. Si cada euro va a las arcas públicas para la naturaleza es correcto, si no se destina a un sujeto, un empresario o un político me gusta', detalla uno de los miles de turistas ingleses que ayer empezaron a tomar el sol. 'Tasas, nada, ya bastan', se quejó un joven alemán. 'Si tiene sentido proteger la costa, pagaré tranquilo', anota su compañero. 'Somos de Andorra y nos parece bien la ecotasa', reseña un grupo de turistas del principado. 'Mi hotel es de cinco estrellas ¿Cuánto pagaré? ¿Dos euros? Bien'. El turista rico que abonará 480 euros por su habitación en Deià no tiene problemas de cartera, ni ideológicos.

En un turismo rural de Manacor, el propietario cobra 42 euros por noche y cree que 'la gente no dejará de venir por esta causa'. Un cliente le explica: 'En Austria cada vez que desayuno ya pagas una tasa especial'. 'Mi negocio tributará 2.400 euros de ecotasa este verano. Al consumidor le daremos un obsequio', dice el hostelero.

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Muchas empresas hoteleras, que son las recaudadoras de la ecotasa y que en septiembre liquidarán al Gobierno sus primeros módulos fiscales de ingresos, mitigan el cobro del tributo entregando a los clientes bonos de uso interno para eco-refrescos.

La oposición patronal es evidente. Una asociación reclama la firma de los consumidores para que deleguen un poder de representación para recurrir y reclamar una indemnización a la Administración. 'Al ideólogo o gestor de esta campaña debemos darle el nobel de la promoción del turismo. Es una pena', asegura Celestino Alomar, consejero de Turismo, del PSOE, que ayer acudió a las salas de llegada del aeropuerto de Palma para observar la llegada de los primeros sujetos del tributo.

'La ecotasa es la salida emocional de los ciudadanos de las islas y será una bandera del país, innovadora, la mejor arma de la promoción y de capacidad de liderazgo', afirma el consejero Alomar, padre del tributo. 'Están aplicando una ley injusta a sabiendas', proclama el líder de la oposición hotelera, Pedro Cañellas, de la Federación de Hostelería. Cañellas trabaja desde hace años para que se rechace el impuesto y aventura una repercusión negativa sobra la imagen y la economía de las islas. 'Claudia Schiffer y Michael Douglas, que tienen fincas en Mallorca, no pagarán ecotasa', argumenta Jordi Cabrer, jefe de los hoteleros de la Playa de Palma.

Derribo de hoteles

El Gobierno balear del socialista Francesc Antich pretende hacer visible los efectos de la ecotasa, su proyecto estrella y motivo de enorme polémica, usando dinamita y recuperando vistas al mar y espacios que fueron agredidos por el desarrollismo turístico en la dictadura y más acá. Los primeros fondos obtenidos con la recaudación del impuesto se dirigirán a la demolición de uno o dos hoteles, atentados directos cometidos contra el paisaje de la isla Mallorca. También se debatirá en la comisión plural la compra de bienes naturales y proyectos patrimoniales en las islas de Ibiza, Menorca y Formentera. Antes de hacer caja, los ojos del poder balear están fijados en dos edificios de sendos municipios triturados, cuya gestión sigue en manos del PSOE.

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