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LA LUCHA ANTITERRORISTA

El 'comando Madrid' tenía material para fabricar al menos 20 artefactos explosivos

La bomba lapa iba dirigida a dos policías que desayunaban en el mismo bar que los terroristas

Jorge A. Rodríguez

ETA había armado a conciencia al nuevo comando Madrid para que mantuviera una campaña larga de atentados. Los dos etarras detenidos el martes en Vallecas, Imanol Miner Villanueva y Mikel Gillermo San Argimiro, habían acumulado en el piso de la céntrica calle de Piamonte 225 kilos de dinamita, ocho ampollas de mercurio (que permiten fabricar sendas bombas lapa), dos pinzas cazabobos con bornes (para artefactos trampa), así como ocho temporizadores, un equipo de control remoto y un activador de explosivos con teléfono móvil, útiles con los que podían montar 10 coches bomba.

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El registro del piso de la calle de Piamonte ha revelado la sed de mal del rearmado comando Madrid. 'Los dos detenidos no querían asustar, sino que venían a matar en el marco de la cumbre UE-América Latina-Caribe', sentenció ayer el delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Javier Ansuátegui, en la sede de su negociado, donde se exhibía el material incautado a ETA, que incluía instrucciones en euskera y gráficos para el correcto montaje de diferentes artefactos.

Los terroristas habían acumulado en la casa 185 kilos de dinamita, además de los 40 kilos ya montados en una olla que estaba alojada en el maletero del Renault Clío intervenido en la calle de Tánger el martes. La dinamita estaba en mal estado (una muestra llevada a la delegación sudaba), por lo que no fue exhibida.

Ampollas de mercurio

El comando tenía ocho ampollas de mercurio (cuatro de ellas para circuito impreso), imprescindibles para la confección de bombas lapa. La burbuja con dicho metal, líquido a temperatura ambiente, se coloca ligeramente inclinada en la fiambrera y conectada al detonador. Una vez que la bomba es adosada al coche (con las decenas de imanes como los que tenía el grupo), los movimientos del vehículo hacen que el metal se estire y toque los dos extremos de la ampolla, con bornes de metal, lo que cierra el circuito y provoca la explosión.

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Miner y el veterano San Argimiro llevaban en el momento de su detención una bomba lapa ya montada y con los imanes listos para ser colocada. Fuentes de la lucha antiterrorista han indicado que el artefacto estaba destinado a dos policías a los que ya habían sometido a seguimiento y a los que conocían porque desayunaban en el mismo bar. Las fuentes consultadas no han precisado si la cafetería estaba en Vallecas -lo que indicaría que los etarras tenían piso en el barrio- o cerca de Piamonte.

Los terroristas también disponían de dos pinzas de la ropa de madera con bornes metálicos en los extremos de la tenaza. Este artilugio, llamado cazabobos, permite montar bombas trampa, que al ser manipuladas hacen que la pinza se cierre de súbito, cierre el circuito y estalle la bomba. Este sistema fue utilizado por última vez el pasado 20 de noviembre en Bilbao, cuando la banda intentó asesinar a dos ertzainas que acudieron a retirar una pancarta que decía 'Policía asesina. ETA mátalos'.

La mesa montada en la Delegación del Gobierno mostraba, además, ocho temporizadores de tres modelos diferentes, un equipo emisor-receptor para control remoto y un artilugio para activar explosivos mediante teléfono móvil. 'No hay duda de que con cada uno de estos aparatos se podía fabricar un coche bomba y con el explosivo que almacenaban tenían suficiente', indicaron fuentes de la investigación. De hecho, el grupo ya había montado tres coches bomba: el que estalló el 22 de abril en la sede de Repsol en Madrid; el del Primero de Mayo bajo Torre Europa, frente al Santiago Bernabéu (más el coche de huida que reventaron en Embajadores), y el hallado en la calle de Tánger, robado en Madrid el día 9 y supuestamente dirigido contra el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno, según informaron fuentes jurídicas y de la lucha antiterrorista, que agregaron que en el piso de Piamonte había una carpeta con 'un seguimiento minucioso' del magistrado. No obstante, otros medios precisaron que éste 'no era más intenso que el de otros jueces'.

Carpetas con información

La Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía trabajan con la posibilidad de que el coche bomba requisado hubiese sido colocado días atrás y retirado de su emplazamiento al no aparecer el objetivo señalado, aunque están convencidos de que los etarras iban a repetir la intentona esta semana. Entre el material requisado también se encontraban otras carpetas con información, en distinto grado de elaboración, de jueces y magistrados de la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo y de mandos de los ejércitos que carecieran de escolta.

Las pesquisas se centran ahora en rastrear la infraestructura que hubiera quedado intacta en la operación y en localizar al etarra huido, Balbino Sáez Olarra, quien supuestamente habría llegado a Madrid a finales de la semana pasada. Ansuátegui destacó ayer que en lo que va de año la banda ha perdido a 83 miembros o colaboradores, mientras otras fuentes subrayaban cómo el tiempo que media entre la instalación de un comando en una zona y su captura 'se está reduciendo cada vez más'.

Dos 'taldes' diferentes convivieron en la capital

Los interrogatorios a los que la Guardia Civil está sometiendo a los dos etarras detenidos han revelado que el comando desarticulado en martes convivió al menos durante un mes con el detenido el pasado mes de noviembre, gracias a la colaboración de un ciudadano anónimo. Los vecinos de la calle de Piamonte, donde el grupo tenía un piso franco, aseguran que llevaban viendo en el bloque a los dos detenidos 'desde hacía cinco o seis meses, quizás más'. Pero las pesquisas indican que el ultimo talde (grupo) desbaratado entró en la ciudad a finales del verano pasado, pero se mantuvo en labores de información mientras el otro, con el que no tenía conexión, actuaba. Este hecho hizo pensar a los responsables antiterroristas que los dos escapados del anterior comando (Manex Zubiaga y Lexuri Gallastegi) pudieron haber participado en los atentados de esta primavera, cuando la dirección de ETA ordenó pasar a la acción al segundo grupo.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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