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55º FESTIVAL DE CANNES

Polanski, Kaurismäki y Leigh, favoritos a la Palma de Oro

Termina el concurso con una bella sorpresa coreana

Tanto en las últimas colas ante los accesos al Palacio de La Croisette como en los cuadros de calificaciones de los críticos, los títulos que más suenan como ganadores esta noche de la Palma de Oro son El hombre sin pasado, gran filme del finlandés Aki Kaurismäki; El pianista, obra cumbre de Roman Polanski, y All or nothing, excepcional ejercicio dramático del británico Mike Leigh. Mientras tanto, el concurso se cerró ayer con una sorpresa, la del bello filme coreano Ebrio de mujeres y de pintura, del veterano Im Kwon-Taek.

Daniel Auteil se añade a quienes aspiran esta noche a los premios de interpretación
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Desde los primeros días hay unanimidad en considerar a All or nothing una película que puede dar al británico Mike Leigh -tras su ya histórica Secretos y mentiras- su segunda Palma de Oro. Menos probable, aunque también se oye su nombre como candidato a ella, es que vaya a manos del palestino Elia Suleiman, que sorprendió a todos por la originalidad, el buen acabamiento y la solidez de su Intervención divina. Pero surgió El hombre sin pasado, una obra de muy alto voltaje moral y humorístico del finlandés Aki Kaurismäki, y las candidaturas al gran premio se ensancharon. Y siguieron ensanchándose al llegar hace tres días El pianista, hermosa y compleja película en la que el polaco Roman Polanski, después de bastantes años de filmar películas por debajo de sí mismo, vuelve a su país y recupera el vigor perdido, alcanzando algo que tiene toda la pinta de convertirse en su obra cumbre.

Pero se mueven por aquí gustos de lo más variopintos, y hay quienes ensanchan todavía más la fila de los aspirantes a ganadores, metiendo en ella a los hermanos belgas Luc y Jean-Pierre Dardenne, que aspiran -a la sombra de su Rosetta- a ganar con El hijo su segunda Palma de Oro. No sería un triunfo del todo justo, pero habría argumentos sólidos para defenderlo, como también los habría si la Palma de Oro fuese a parar, como algunos pretenden, a las manos del británico Ken Loach por su conmovedora Sweet sexteen, en la que traza un vuelo formal de mayor alcance y pulimento que los del último tramo de su obra.

Y suenan también La hora de religión, del italiano Marco Bellocchio, y Spider, del canadiense David Cronenberg. Pero es el jurado internacional, donde dicen que Sharon Stone se muestra sagaz e irresistiblemente elocuente, quien tiene la palabra. Y hay veces que sus decisiones se forjan, quién sabe si intencionadamente, a contrapelo con los títulos considerados ambientalmente ganadores y sacan de la bocamanga algo que suene a inesperado. Pero lo cierto es que no le quedan a David Lynch, que lo preside, muchas posibilidades de hacer una de sus originalidades surreales, aunque nada le impide empujar a la excelente película coreana Ebrio de mujeres y de pintura, en la que Im Kwan-Taek recrea la vida del célebre pintor de la segunda mitad del siglo XIX Jan Seung-Up, cuyas imágenes están hechas con trazos poderosos y vivísimos, en cuadros -conocidos en todo el mundo- que son prodigios de despojamiento, delicadísimos y exquisitos. Y el filme se contagia de esta hermosura plástica.

Menos interés tiene El adversario, una ambiciosa pero tosca recreación por la francesa Nicole García del terrible caso de Claude Romand, que el 9 de enero de 1993 asesinó a sus hijos, a su mujer y a sus padres. La instrucción judicial desveló que Romand no era el médico que decía ser, ni tenía ocupación alguna, viviendo desde hacía 20 años en un perpetuo deambular y a costa del dinero que sacaba a su familia. Cuando fue descubierto saltó el mecanismo de la demencia asesina que albergaba su cerebro y esto dio lugar al atroz suceso que narra Nicole García. Pero ésta no llega al fondo de lo que cuenta y da vueltas alrededor del abismo cerebral de ese hombre sin orientarnos en él. Las imágenes no logran expresar la negrura que quieren representar y se quedan en una antesala gris de ese infierno íntimo. Y sólo el gran Daniel Auteil logra dar vigorosos destellos de la mortal perplejidad en que vivía en perpetua agonía ese hombre.

Y, efectivamente, Daniel Auteil se añade por este trabajo a quienes aspiran esta noche a los premios de interpretación. Mujeres con méritos para alcanzar este regalo, están las británicas Miranda Richardson, por su expertísimo trabajo en Spider; y Lesley Manville, que hace prodigios en All or nothing. Y hay quienes proclaman merecedora del premio a la italiana Monica Bellucci, por el riesgo moral y físico de su trabajo en la obscena y fascista Irreversible. Y parece haber pleno acuerdo en que esto, que es ciertamente verosímil, sería injusto e incluso gravemente erróneo. En cambio, sería justo que el premio de interpretación masculina se lo repartiesen entre Timothy Spall, que hace un trabajo genial en All or nothing, y Jack Nicholson, por su deslumbrante creación en About Schmidt. Pero bien podría terciar un portentoso chiquillo escocés de 16 años llamado Martin Compston, protagonista de Sweet sexteen, y seguro que nadie estaría en desacuerdo con esta, probablemente injusta, pero magnífica decisión.

Antonio Banderas y Rebeca Romijn-Stamoset, en Cannes, donde han presentado fuera de concurso <b></b><i>Femme fatale.</i>
Antonio Banderas y Rebeca Romijn-Stamoset, en Cannes, donde han presentado fuera de concurso Femme fatale.REUTERS
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