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Alfred Sisley, el impresionista tranquilo, llega al Museo Thyssen con 72 cuadros

La primera retrospectiva visita los paisajes del artista más desconocido del grupo

Los museos Thyssen-Bornemisza, de Madrid; el Palazzo dei Diamanti, de Ferrara, y el de Bellas Artes, de Lyón, se han unido para presentar la obra del pintor impresionista más desconocido del grupo, Alfred Sisley (París, 1839-Moret-sur-Loing, 1899). Una pintura íntima, que refleja un carácter discreto y tranquilo, recorre los escenarios que vivió a través de 72 pinturas de 54 prestadores, museos y coleccionistas de todo el mundo. La exposición de verano del Thyssen se podrá ver hasta el 15 de septiembre, con un horario en julio y agosto hasta las doce de la noche.

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La exposición Alfred Sisley. Poeta del impresionismo, presentada ayer en el Museo Thyssen-Bornemisza, en Madrid (paseo del Prado, 8, www.museothyssen.org), como la primera retrospectiva en España, comienza con un mapa con las ciudades y pueblos cercanos a París donde el pintor vivió y recogió en sus pinturas. El visitante realiza un paseo geográfico a través de los cuadros, en las distintas secciones, desde los primeros años hasta las obras finales. La muestra, patrocinada por la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), con la colaboración de la presidencia española de la Unión Europea, se ha presentado en Carrara, donde en tres meses fue vista por 140.000 personas, y visitará después Lyón, en un museo renovado tras 10 años de reformas.

La colaboración de tres países fue destacada ayer por Andrea Buzzoni, director del museo de Ferrara, y por Vincent Pomarède, director del museo de Lyón, como una suma de esfuerzos en las investigaciones sobre la evolución del paisaje y el conocimiento del impresionismo. También han participado dos comisarias, la británica MaryAnne Stevens, de la Royal Academy de Londres, que ya preparó una antológica Sisley en 1992, y la francesa Ann Dumas, historiadora y especialista en el siglo XIX francés.

Mirar de nuevo

Tomàs Llorens, conservador jefe del Thyssen-Bornemisza, destacó la vocación del museo en la difusión del impresionismo, en la colección permanente y en la de Carmen Thyssen-Bornemisza, con cuadros que se han incorporado a la exposición. 'Sisley es el impresionista menos conocido del grupo y vale la pena mirar de nuevo su obra, por la calidad de su pintura. Creo que aporta un ideal de sencillez y naturalidad que se vincula a la sensibilidad moderna'.

MaryAnne Stevens y Ann Dumas, que publican amplios estudios, junto con Vincent Pomarède y Dominique Brachlianoff, en el catálogo (en español e inglés, 40 euros), destacaron la singularidad de Sisley dentro del grupo inicial del impresionismo, donde están Monet, Renoir, Pisarro, Degas, Cézanne y Bazille.

'Sisley es el impresionista peor conocido, eclipsado después de 1880 por Monet, Renoir y Degas, aunque registra con calidad las sensaciones individuales en el lienzo, el momento fugaz', declara MaryAnne Stevens. 'Es un artista tranquilo, un pintor de paisajes puros, que no entra en la innovación dramática y los colores pirotécnicos de otros artistas'. La comisaria cree que la exposición 'demuestra los aspectos más sorprendentes de Sisley, con una dedicación a los principios del impresionismo, como terminar la pintura al aire libre y no en el estudio y registrar los lugares en diversas situaciones, en un compromiso apasionado con el impresionismo puro'.

Añade que Sisley es un artista de paisaje, que se identifica con los lugares concretos y las composiciones, como los cielos y las figuras. Son los paisajes de los pueblos donde vivió y parece que invita al espectador a viajar a ellos, como si fuera una visita guiada'.

Señala que en la composición de sus cuadros, Sisley comienza con la descripción de una escena a partir de la línea del horizonte y sigue trabajando hacia adelante, hasta llegar al borde superior e inferior del lienzo, a diferencia de sus colegas, como Monet, Renoir o Pissarro, que suelen construir sus paisajes desde el primer término hacia el fondo del cuadro.

El visitante puede comprobar esta forma de trabajar en el recorrido de la exposición, que comienza con los años de formación de Sisley, entre 1860 y 1870, bajo la influencia de la escuela de Barbizon, el encuentro con Renoir y Monet y trabajos en el bosque de Fontainebleau. Sigue la década de los setenta, en la zona de Voisins, en la ribera del Sena, y los paisajes invernales de Marly-le-Roi, la estancia en Sèvres, muy experimental, y los pueblos cercanos de Moret-sur-Loing, con las pinturas de iglesias, y los últimos años, en la serie de marinas y escenas de playa en las costas de Gales del Sur.

Ante los cuadros, MaryAnne Stevens señala a un Sisley 'deliciosamente coherente con los principios del impresionismo pero poco aventurero, con ejercicios de intensos análisis de la luz, el paisaje y el color. Sisley tiene un compromiso emocional con la naturaleza e hizo poesía con la vida moderna'. Ann Dumas rechaza como un tópico el declive del artista en sus últimos años y llama la atención sobre los 'ejemplos asombrosos' de las distintas vistas de la iglesia de Moret y la ruptura de las normas en un 'azul violento' y en las rocas.

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