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Reportaje:

La rentabilidad del negocio verde y solidario

El 45% de las grandes compañías mundiales ofrece informes sobre su compromiso social y medioambiental

Gabriela Cañas

El pasado miércoles 5 de junio, cientos de periodistas económicos de todo el mundo recibieron un comunicado de la empresa sueca Electrolux dándoles cuenta de la publicación de su último informe verde. Miles de compañías, incluidas muchas españolas, practican ya esta costumbre de recoger en un informe específico sus contribuciones a la conservación del medio ambiente, las energías renovables o el respeto por la naturaleza en general como un activo más de cara al público; concretamente, ya hacen informes verdes el 45% de las 250 compañías más grandes del planeta y el 23% de las más grandes de 19 países.

Las empresas saben que los consumidores apreciarán más sus productos si sus métodos de producción son más ecológicos y su política social, interna y externa, más activa y solidaria, razón por la cual adjuntan tales informes a su habitual resultado financiero. Normas europeas y auditorías externas certifican en muchos casos que tal práctica no es mera propaganda.

La UE impuso unas normas para evitar que los informes 'verdes' sean un puro reclamo
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Esta práctica responde al hecho de que el consumidor ya no sólo valora el precio y la calidad de los productos que adquiere. La competitividad se mide hoy también en términos ecológicos y sociales. En el primer capítulo, los datos que de forma creciente aportan las compañías están relacionados con el cambio climático.

El compromiso voluntario de las empresas en reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero es el punto principal. En el Reino Unido es una práctica ya extendida debido a la puesta en marcha de un mercado de emisiones nacional que la Unión Europea está analizando.

La eficiencia energética y la biodiversidad son factores que están pesando cada vez más en la política empresarial. Las compañías saben que el usuario valora un electrodoméstico que consuma menos energía no sólo por el ahorro económico que le supone, sino también por la sensación de contribuir a la reducción de los daños medioambientales. Ignorar principios ecológicos como éstos ha puesto en serios apuros a multinacionales tan potentes como British Petroleum por planear nuevas perforaciones petrolíferas en territorios casi vírgenes como Alaska.

Grandes firmas como Nike o Ikea también sufrieron los ataques de las ONG que luchan por los derechos humanos y deploran la explotación laboral infantil en el Tercer Mundo, de la que hacen responsables a este tipo de empresas. La petrolera Shell también tuvo problemas tras ser acusada de connivencia con el poder en Nigeria. Frente al desprestigio sufrido por tales campañas, las empresas han contraatacado con un cambio de política que se refleja en unos informes verdes que prestigian su actividad. Las firmas británicas fueron pioneras.

El siguiente paso son los informes sociales, que se están imponiendo en todo el mundo y que evocan, en términos generales, conceptos como la ética y la responsabilidad empresarial. En ellos las compañías expresan, por ejemplo, sus compromisos con la comunidad en la que están establecidas, la salud y la seguridad de sus empleados, la igualdad de oportunidades, el comercio justo con los países pobres y los derechos humanos en general (como la explotación laboral de los niños).

Cada tres años, la auditora holandesa KPMG, con la ayuda de la Universidad de Amsterdam, elabora un estudio sobre lo que llaman sostenibilidad de las empresas. Los resultados de 2002, dados a conocer esta semana en Bruselas, son espectaculares. Una parte creciente de las grandes compañías ofrece ya el informe verde y el informe social.

Esta nueva cultura empresarial es fruto de la presión de las organizaciones no gubernamentales, de los Gobiernos e instituciones diversas y, fundamentalmente, de la preocupación de los consumidores por temas de actualidad. 'Hay una relación directa entre la práctica de elaborar este tipo de informes y la competitividad de las compañías. Eso está claro', explica Georges Molenkamp, director de Sostenibilidad KPMG en La Haya.

Los estudios de esta auditora holandesa se limitan a las grandes compañías, pero el muestreo es amplio: las 250 más grandes del mundo y las 100 más importantes de 19 países diferentes. España está por primera vez entre ellos este año. El resultado es que ya el 11% de las grandes compañías españolas presentan separadamente su informe verde y/o social, con información detallada. Se trata de Agbar, Endesa, Ericsson España, Gas Natural, Hidroeléctrica del Cantábrico, Iberdrola, Iberia, Renfe, Repsol (que también está entre las 250 primeras del mundo), Telefónica y Unión Fenosa.

Tales informes son auditados y verificados por una empresa externa ya en casi el 30% de los casos, cuando hace tres años tal proporción apenas alcanzaba el 20%. Para evitar que los datos ecológicos o solidarios sean un puro reclamo, la Comisión Europea decidió ya el año pasado imponer normas a las empresas que cotizan en Europa para que tales informes respondan a un mínimo de rigor, transparencia y posibilidad de comparación. Tales normas atañen también a un negocio en alza: los fondos de inversión que utilizan el llamado índice social. En estos fondos, la cartera de inversión se decide basándose en criterios medioambientales y sociales, apostando por las firmas más 'competitivas' en este terreno.

'No tenemos datos de las pequeñas y medianas empresas', explica George Molenkamp, 'pero sí hemos detectado que las grandes lideran este movimiento, obligando a las pequeñas a sumarse. En ocasiones, incluso, las grandes imponen ciertos criterios de este tipo a sus proveedores'.

El fenómeno, en todo caso, va en aumento. En el primer informe de KPMG, en 1993, se recogían sólo las 100 grandes empresas de 11 países. El resultado: el 13% de ellas ofrecían informes verdes. Nueve años más tarde, ese porcentaje es del 23% en 19 países. Si no es más alto es porque muchas compañías escandinavas incorporan ya de oficio sus datos ecológicos y sociales en su informe anual de cuentas.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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