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Crónica:TOUR 2002 | 14ª etapa
Crónica
Texto informativo con interpretación

La no conquista del Ventoux

Armstrong critica a una parte del público que le acusó de doparse

Carlos Arribas

Robin Williams, el actor de Hollywood, está feliz en la salida. Se echa la boina hacia atrás, estilo chic, se pone unas gafas de ciclista, sonríe, posa, flash, y otra foto. Se abraza a un niño, se agacha con unos minusválidos en silla de ruedas, se abraza a una china que le entrevista. Está en el Tour, lo más próximo al rodaje de una película que puede ofrecer el mundo del deporte, está en una carrera ciclista, con lo que le apasiona el ciclismo, y está al lado de Lance Armstrong, su héroe. '

Me gusta el ciclismo porque soy de San Francisco, donde la gente va en bicicleta, y porque es el deporte de la soledad', dice en un francés alto y claro. 'Y como soy famoso, la bici es la única forma de evadirme, de perderme por un monte, por un río, por el campo'. Williams está también contento porque va a seguir la etapa del Ventoux en el coche de Bruyneel, el director de Armstrong. 'Es que Armstrong es tan buen ciclista, tan fuerte, y cómo arranca, qué cambio de ritmo, es un cohete. Y su vida... su recuperación del cáncer, su lucha. Daría no para una película, sino para muchas'. Y quizás desde el Fiat Marea del US Postal, desde ese lugar privilegiado, Williams vio una de ellas, una que podría titularse 'La no conquista del Mont Ventoux', una película que el propio Williams resumió, a mitad de ascensión al gigante de Provenza, con este lema: 'Puede que Lance no gane la etapa, pero está ganando el Tour'.

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'Nunca me lamentaré lo suficiente de haber dejado a ganar a Pantani aquí hace dos años, pero ya no se puede solucionar', dijo Armstrong. 'Y ahora parece que este monte no me quiere dejar ganar. No sé si ganaré alguna vez aquí, pero regresaré. Volveré si el Tour vuelve aquí y yo sigo corriendo'. Armstrong llegó a la luna, llegó en el cohete más veloz, pero no llegó al primero. Le ganó Virenque, el especialista en grandes números. Pero, claro, había truco. Virenque salió más de siete minutos antes. 'Richard es muy fuerte y no me ha sido posible cogerle. Pero, de todas formas, estoy feliz con lo que he hecho en términos globales, con el tiempo que he sacado a mis rivales en la general, porque he venido a ganar el Tour, no a domar al Ventoux', añadió, parafraseando a su, quizás, actor favorito.

Pero el ciclismo son mitos, y el Mont Ventoux es uno de los más grandes, como entendió Virenque, poco apto en los Pirineos, donde reservó fuerzas, y genial en la Provenza, como entendió el público, tanta gente en el caluroso domingo de canícula, que el paisaje lunar, el desierto de las piedras blancas donde el sol se refleja y ciega, quedó oculto. Por allí le abrieron un pasillo a Virenque. 'He llegado gracias al público, porque el final ha sido durísimo' dijo el francés, que recuperó cuatro años después de su ignominiosa expulsión del Tour el papel de chouchou de los franceses, su Ricardo Corazón de León. 'Quizás quisieron evitar también que Armstrong me capturara'. Porque al norteamericano, o de eso se quejó por lo menos, el público lo maltrató. 'Estoy desilusionado. Ha habido gente que me ha aplaudido, pero algunos me han gritado '¡dopé, dopé, dopé!' , y aunque eran pocos era a los que más se oía', dijo. 'Daba la impresión de que no les había sentado bien las cervezas o lo que hubieran bebido. Pero para hacer eso, mejor que se queden en su casa'.

O quizás, como el propio Armstrong sospecha, como siempre pasa con los campeones que parecen eternos, que parecen tiranos, el público está cansado de sus exhibiciones. 'Quizás pueda ser eso', responde cuando se le pregunta por tal posibilidad. 'Seguro que la gente querría que cada día ganara uno diferente, pero esto es así'.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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