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La dimisión del presidente del Banco Central agrava la crisis política de Argentina

El Gobierno no acepta la renuncia, debida a discrepancias con el ministro de Economía

Cuando el presidente Eduardo Duhalde acababa de anunciar que la crisis había tocado fondo, el Ejecutivo argentino ha comprobado en menos de 48 horas cómo el piso volvía a hundirse bajo sus pies. El presidente del Banco Central presentó su renuncia, el ministro de Economía exige que nadie interfiera en sus decisiones y admite que va a demorarse el acuerdo con el FMI que se esperaba firmar en dos semanas, los candidatos creen que las elecciones internas partidarias serán suspendidas y en las calles resuena cada vez con más fuerza: 'Que se vayan todos'.

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La disputa subterránea que el ministro de Economía, Roberto Lavagna, y el presidente del Banco Central, Aldo Pignanelli, sostienen desde hace ya más de dos meses sobre la política monetaria, acabó en un nuevo enfrentamiento en público el pasado viernes sobre la forma en que se debe asegurar la devolución del dinero a los ahorradores con depósitos confiscados en el llamado corralito financiero. Pignanelli asegura que la restricción puede abrirse gradualmente y Lavagna, que ya había embestido en su momento contra Mario Blejer, el antecesor de Pignanelli, insiste en que deben ofrecerse títulos de deuda para impedir que la fuga de pesos se convierta en dólares y el aumento de la cotización dispare la inflación. 'Quiere abrir el corralito y aún no puso en marcha las cuentas libres de restricciones para los nuevos depósitos', advierte el ministro.

El presidente del Banco Central le dijo al presidente Eduardo Duhalde que estaba dispuesto a renunciar si no le ratificaba su confianza y si el Senado demoraba el necesario acuerdo para confirmarle en el cargo. El jefe del Estado, Eduardo Duhalde, que tomó partido por Lavagna cuando se enfrentó con Blejer, se ha inclinado ahora nuevamente hacia el ministro de Economía. 'Desautorizo toda información económica que no provenga del Ministerio de Economía', ha dicho Duhalde. El presidente sabe que sin Lavagna en su puesto no tiene otro interlocutor frente al Fondo Monetario y con su reemplazante debería comenzar otra vez desde cero una negociación que se encuentra ya en el tramo final.

Todo parece salir nuevamente a la superficie, como el 53% de ciudadanos pobres que finalmente recogieron los indicadores oficiales. También las preguntas barridas debajo de la alfombra hace un mes y que se hacen hasta los candidatos de los partidos: ¿Llega Duhalde? ¿Habrá elecciones? ¿Elecciones internas de los partidos? ¿Generales? ¿Acuerdo con el Fondo? Los portavoces del Gobierno siguen diciendo a todo que 'sí, sí, sí'. El propio Duhalde insistía ayer en que las elecciones internas abiertas a la participación de los independientes y las presidenciales se realizarán en las fechas previstas, el 24 de noviembre y el próximo 30 de marzo. Duhalde es rotundo sobre este asunto: 'No me quedo ni un minuto más allá del 25 de mayo, cuando entregue el poder al presidente elegido, tampoco seré candidato a gobernador de Buenos Aires ni creo que aspire en el futuro a ningún cargo público'.

Nada puede hacer en cambio, más que resignarse y pagar -con bonos o emisión-, la deuda con los empleados de la Administración pública a los que un fallo del Supremo les devolvió el 13% de salario rebajado por decreto del Ejecutivo. Si el Fondo Monetario consideraba ya como 'muy optimistas' las previsiones que el Ministerio de Economía había presentado en el borrador de la carta de intención enviada hace una semana, este salto inesperado en las cuentas mensuales y el retroactivo desde mayo de 2000 que debe sumarse al presupuesto de 2003 y 2004, reducen la expectativa del acuerdo a retrasar unos 2.700 millones de dólares que Argentina debía pagar al FMI entre septiembre y octubre. No hay más que eso por ahora.

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Dificultades con el FMI

Los problemas con el Fondo Monetario no acaban allí. El ministro de Economía, Roberto Lavagna, admite que además 'al Gobierno y al FMI le preocupan y mucho' las decisiones del Congreso que afectan a la política monetaria comprometida. El Parlamento postergó por un mes la aplicación del ajuste por índice de inflación a las cuotas de los créditos hipotecarios, retrasada desde enero. Los bancos deben devolver sus depósitos a 1,40 por dólar y todavía cobran sus créditos a la paridad uno a uno.

Además, los portavoces del FMI aseguran que el acuerdo, aún el mínimo, se postergaría de forma casi indefinida si el Congreso admite a debate un proyecto de ley presentado en la Cámara de los Diputados que, de ser aprobado, obligaría a las casas matrices de los bancos extranjeros a garantizar con fondos propios los depósitos a plazo colocados en sus filiales.

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