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El asesino del rifle burla a la policía de Washington y mata a su octava víctima

El francotirador siembra el pánico tras actuar en diez ocasiones en una semana

Enric González

El francotirador de Washington volvió a actuar ayer. Un hombre se convirtió en la décima víctima del asesino -la octava mortal- al recibir un disparo cuando llenaba el depósito en una gasolinera de Massaponax, en el Estado de Virginia. La policía lanzó de inmediato una operación de búsqueda en la que participaron más de mil agentes e instaló controles muy estrictos en la autopista 95, la más concurrida de Estados Unidos, y en todas las carreteras de la zona. Nadie fue detenido. La ciudad de Washington quedó, durante unas horas, casi totalmente cerrada.

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El nuevo crimen ocurrió a las 9.30, hora local. Era un viernes lluvioso y de tráfico intenso en la carretera estatal 1. Un agente de tráfico se encontraba en una gasolinera de esa vía cuando escuchó un disparo. Vio que un hombre se desplomaba en la gasolinera del otro lado de la carretera. El policía tardó unos segundos en cruzar los cuatro carriles que le separaban de la víctima, aún viva. 'Nos enfrentamos a alguien muy violento y muy audaz, alguien a quien no le importa actuar con policías en las inmediaciones', comentó más tarde Ronald Knight, sheriff del condado de Spotsylvania. El herido fue trasladado a un hospital, pero murió a poco de ingresar.

El crimen no fue oficialmente atribuido al francotirador que aterroriza los suburbios de Washington, a la espera de analizar la bala empleada, pero el margen de error era escaso: otra vez un solo disparo, otra vez en una gasolinera, otra vez en las cercanías de un acceso a la autopista 95. La gasolinera Exxon donde el asesino del rifle se cobró su décima víctima estaba a unos 400 metros de una salida de la autopista 95, en un área con varios restaurantes y moteles de carretera. A sólo seis kilómetros de allí, en una gasolinera similar, una mujer fue herida por el francotirador el pasado viernes.

El disparo de ayer pudo partir desde la estación de servicio de enfrente, justo donde se encontraba el policía de tráfico. Bruce Bingham, empleado de la gasolinera, dijo haber visto una furgoneta blanca sospechosa. 'Estaba detenida junto a la calzada, al lado del semáforo, a punto para salir', explicó. Otros testigos vieron una furgoneta blanca que, minutos después del asesinato, circulaba a gran velocidad por las inmediaciones. Según algunas personas, sólo el conductor viajaba a bordo; otros creyeron ver a dos personas. En cualquier caso, la fantasmagórica furgoneta blanca vista en casi todos los escenarios de los crímenes del francotirador fue definida ayer con más precisión: la policía buscaba una Chevrolet Astro con una escalera de mano sobre la baca.

Una extraordinaria operación policial se desplegó de inmediato para interceptar el vehículo sospechoso. Se cerró casi totalmente la autopista 95, dejando sólo un carril en cada dirección para facilitar los controles, y se instalaron patrullas en todas las carreteras. Varios helicópteros sobrevolaron durante horas y a baja altura los suburbios al sur de Washington. Se formaron embotellamientos de decenas de kilómetros en la autopista más concurrida del país, pero, tras detener y registrar cientos de furgonetas blancas, la policía no detuvo a nadie.

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El nuevo asesinato agravó aún más la angustia colectiva. El gobernador de Virginia, Mark Warner, pidió precaución a sus conciudadanos, pero les rogó que mantuvieran sus actividades normales. Desde que el francotirador comenzó a actuar, el pasado día 2, el miedo ha reducido la actividad comercial en la zona metropolitana de Washington. Las escuelas han suspendido todas sus actividades al aire libre y los restaurantes han cerrado sus terrazas.

El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, dijo que el presidente George W. Bush seguía 'con el máximo interés' la situación y recibía cada mañana información del FBI sobre las investigaciones. La dispersión geográfica de los crímenes, cometidos en dos Estados, Virginia y Maryland, y en el Distrito de Columbia (Washington), ha hecho que el FBI, una institución federal, asuma un creciente protagonismo en la dirección de los más de 300 policías que se dedican exclusivamente al caso.

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