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ASALTO EN MOSCÚ

115 rehenes murieron por el gas utilizado en el asalto de Moscú

Putin decreta un día de luto mientras crecen las protestas de los familiares de las víctimas

La operación de salvamento de los rehenes, organizada por el Kremlin, aparecía cada vez más turbia a medida que se iba concretando la cifra real de víctimas mortales y de personas en estado grave y empeorando en los hospitales. El balance provisional se elevaba anoche a 117 muertos entre los rehenes, todos ellos, salvo dos -muertos por bala-, intoxicados por el gas asesino utilizado y 646 hospitalizados. De éstos, 150 en cuidados intensivos, y de ellos, 45 graves. Si se suma la cifra de medio centenar de terroristas muertos, facilitada el sábado, el total de víctimas mortales asciende a 177.

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El presidente Vladímir Putin declaró día de luto nacional la jornada de hoy. Las banderas ondearán a media asta y se suspenderán todos los espectáculos y actos de diversión, según un decreto presidencial, en el que se ordena al Ayuntamiento de Moscú ayudar a las familias de las víctimas. El secuestro de tres días, durante los cuales el comando terrorista checheno retuvo a casi 800 personas a punta de metralleta, seguía teniendo secuelas ayer tanto para las víctimas como para los presuntos verdugos. En la clínica número 13, donde fueron trasladadas la mayoría de los rehenes, una mujer fue detenida como sospechosa de terrorismo. Según la agencia Interfax, la mujer, con apariencia física de chechena, comenzó a comportarse de forma 'inadecuada' por lo que los médicos alertaron a los servicios secretos. El examen de la paciente reveló que tenía restos de pólvora en las manos y en la ropa. La Fiscalía informaba de la detención ayer de tres miembros del comando.

Los hospitales de la capital rusa comenzaron ayer por la tarde a dar de alta a las víctimas. De la clínica número 13 salieron 75 personas de las 329 internadas. El hospital número 1, a su vez, fue abandonado por 10 de los 32 pacientes. Con todo, la maquinaria burocrática y policial del Estado seguía tratando cruelmente a los familiares, que, por segunda jornada consecutiva, volvían a peregrinar a las diversas clínicas y a estrellarse contra la verja de hierro de la clínica número 13. Un profundo agotamiento se reflejaba en los rostros de quienes sumaban el segundo día de angustia a los tres que pasaron durante el secuestro.

Muchos parientes llevaban fotografías de sus seres queridos. Otros recurrían a la ayuda de instituciones como la emisora Eco de Moscú que se brindó a localizar a las víctimas. Entre los muertos, contrariamente a lo que se dijo inicialmente, hay menores, como una chica de 13 años, y extranjeros, como la austriaca Emilia Predova-Uzunova. En ambos casos, las autoridades rusas, secundadas por los medios de información oficiales o semioficiales, tratan de no vincular el fallecimiento con el uso del gas. En el caso de la ciudadana austriaca, como causa de la defunción se indica 'insuficiente ayuda médica' para atender una 'pulmonía'. En el caso de la víctima más joven, se habla de 'insufuciencía cardiaca, respiratoria y de riego sanguíneo' causada por los 'medios especiales', un eufemismo para referirse al gas. En medios de la Unión Europea en Moscú, especialmente entre los representantes de Alemania, hay desagrado por la forma en que ha sido utilizado el gas. Dos alemanes intoxicados, uno de ellos grave, tuvieron que ser evacuados a Múnich.

Putin se reunió ayer en el Kremlin con los integrantes de las fuerzas especiales que protagonizaron la liberación de los rehenes, señalaba una breve información. Los relatos de los secuestrados ayudaban a reconstruir los tres días de reclusión. Los testigos no confirmaban la versión oficial, según la cual los terroristas habían comenzado a fusilar a los rehenes a las 2.30 horas de la madrugada del sábado. Según varios medios de información rusos, los tiros que se oyeron a esa hora iban dirigidos contra dos personas, un hombre y una mujer, que intentaron escapar y que fueron heridos por los terroristas, en un ojo y en el vientre, respectivamente. Ayer, mientras abandonaban los hospitales protegidos de las cámaras por sus familiares, algunos ex rehenes se negaban en redondo a hablar.

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Otros, como la periodista de Intefax Olga Cherniak, ofrecían descripciones exhaustivas. 'No nos dejaban dormir... Nos torturaban con la música y con la luz. Solo nos dejaban movernos para ir al retrete. La música que ponían era musulmana. Se habían traído colchones de algún lado'. 'Nosotros pasábamos hambre', continua Cherniak. 'Bebíamos zumos y refrescos del bar. (...) No había agua, así que todo el tiempo queríamos beber (...) luego comenzamos a beber menos, porque nos prohibieron ir a los servicios. Los servicios, eso si que era un horror. Íbamos todos al foso de la orquesta y si hacíamos un movimiento en falso enseguida nos apuntaban con la pistola y nos decían: 'Como digas algo, te mando a ver a Alá'.

Según el diario Kommersant, los grupos de intervención especial que protagonizaron el asalto se prepararon en un lugar alejado del teatro ocupado para evitar filtraciones y para evitar que los detectaran los supuestos espías que los terroristas tenían entre los curiosos con el fin de prevenir a los secuestradores sobre los movimientos de los cuerpos de seguridad. Estos pueden haberse excedido a la hora de escenificar su triunfo. Ayer, en una edición extraordinaria, el diario denunciaba que la botella de alcohol que había aparecido junto al cadáver de uno de los guerrilleros fue colocada allí con objeto de tomar una fotografía. Kommersant se fijó en que la botella estaba por descorchar y cubierta de polvo.

Varios niños colocan flores en la puerta del teatro Dudrovka de Moscú, donde los secuestradores chechenos retuvieron a 800 rehenes.
Varios niños colocan flores en la puerta del teatro Dudrovka de Moscú, donde los secuestradores chechenos retuvieron a 800 rehenes.REUTERS

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