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La lucha contra la marea negra | CATÁSTROFE ECOLÓGICA EN GALICIA

La Armada alista dos buques con 600 infantes y cuatro helicópteros

La Armada ha alistado en la base de Rota (Cádiz) dos buques de asalto anfibio, el Galicia y el Pizarro, que podrían zarpar hoy mismo rumbo a Galicia para apoyar la lucha contra el fuel. Los dos buques embarcan un batallón de Infantería de Marina, con unos 600 soldados, y cuatro helicópeteros: dos Augusta Bell 212 y dos Sikorsky. El grupo anfibio podría estar en Galicia a finales del fin de samana, cuando se retirarán los más de 3.000 voluntarios a los que se espera durante el puente de la Constitución.

En Muxía, donde estuvo a punto de embarrancar el Prestige al comienzo de esta odisea, se esperan al menos 700 voluntarios más. Ayer, a los 21 días del siniestro y cuatro después de que un vecino solicitara al Rey la ayuda del Ejército, unos 30 militares llegaron con colchones, toallas, duchas portátiles y tiendas de campaña. "Vinimos cuando nos lo ordenaron, no sé si tarde o no", respondió el brigada Collazo al periodista que le preguntó si "más vale tarde que nunca".

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El militar salió al paso, pero se le velaron los ojos. Es de Rianxo, en la costa norte de Arousa, y pasó su último permiso discutiendo con familiares y amigos si la marea negra llegaría o no. Él opinaba que sí. Ahora está al mando de los seis soldados (dos especialistas en alimentación y cuatro rancheros) que cocinarán para los voluntarios.

Apoyo a los voluntarios

El recuerdo de las discusiones sobre vientos y corrientes en Arousa lo interrumpe un miembro de Protección Civil que le solicita un camión para ir a por víveres a Cee, a unos 40 kilómetros. La cocina es militar, pero los suministros son civiles. "Nos llaman de casas comerciales, de restaurantes, o particulares, ofreciendo de todo", aseguran en la base de Protección Civil, un conjunto amplio de oficinas donde están los militares belgas que se extrañaban de la ausencia de sus colegas españoles y que han prorrogado su estancia en el pueblo.

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"A los voluntarios tenemos que mimarlos", asegura Collazo. La gente de Muxía está de acuerdo. Desde restaurantes de fama que les daban una comida gratis por semana hasta las señoras de edad que preparaban bocadillos en la lonja y no se sienten desplazadas por la llegada de los soldados. "Todos hacemos falta", comenta una de ellas.

Lo único que los limpiadores siguen echando de menos son los medios. "Mira, ésta es mi herramienta", dice Mari Carmen Hidalgo, una chica de Ourense, completamente calafeateada de chapapote, enseñando un trozo de azulejo con el que intenta limpiarse los guantes. "Le hemos dado caña bien a primera hora, pero haría falta algo más de organización. Hemos parado a media mañana porque no hay más contenedores", dice mientras se quita el traje protector Manuel Abella, que ha venido de una aldea de la sierra de Ancares.

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