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Reportaje:Internacional | FÚTBOL

El entrenador que no quería entrenar

Carlos Alberto Parreira, ex técnico del Valencia y campeón del mundo en 1994, regresa al convulso banquillo de Brasil

Juan Morenilla

El sueño de Carlos Alberto Gomes Parreira (27 de febrero de 1943, Río de Janeiro) no era ser entrenador. "Nunca quise ser técnico", afirma. Su ilusión era ser preparador físico. Para ello estudió en la Escuela Nacional de Educación Física de Brasil mientras trabajaba en un banco y visitó las canteras de Chelsea y Tottenham. Y, sin embargo, colecciona una veintena de títulos en 35 años... como entrenador.

Ha dirigido a cuatro selecciones diferentes en un Mundial -Kuwait en 1982, Emiratos Árabes en 1990, Brasil en 1994, con la que fue campeón, y Arabia Saudí en 1998-, privilegio que sólo comparte Bora Multinovic; ha entrenado a la selección de Ghana; al Fluminense,Bragantino, Sao Paulo, Atlético Mineiro y Corinthians; al Valencia en España; al Fenerbahce en Turquía (ganó la Liga); al MetroStars de Nueva York en Estados Unidos. Y esta semana ha sido nombrado por tercera vez seleccionador de Brasil (ya lo fue en 1983 y 1994).

Ha dirigido a cuatro selecciones en un Mundial, lee filosofía y expone sus cuadros narcisistas
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Parreira, huérfano de padre a los dos años, se crió en el suburbio de Magalhaes Bastos y nunca jugó profesionalmente al fútbol. "Es mi referencia personal y profesional", cuenta Mauro Silva, centrocampista del Deportivo que coincidió con él en el Bragantino y en el Brasil campeón del mundo en 1994. "Nunca pierde la compostura, transmite mucha confianza. En el Mundial nos explicaba la táctica y luego nos preguntaba si queríamos decir algo. Estaba abierto a cualquier consejo", añade.

Habla también Roberto Fernández, ex centrocampista del Valencia: "Tuvimos un problema , pero tenemos una gran amistad. Tácticamente es de los mejores del mundo. Sus equipos tienen una gran organización y son muy difíciles de batir. Él lo controla todo". "Para ganar un Mundial se necesita equilibrio ataque-defensa. Lo demás son tonterías", dice Parreira. "Es un entrenador que no le pega al fútbol brasileño", cuenta Fernando Gómez, otro ex del Valencia, "trabaja más el físico que el balón. A veces sólo nos entrenábamos con el preparador y él salía al campo con gafas de sol".

Fuera del campo, Parreira es un personaje singular, conocedor de muchas culturas. Un gran aficionado a la fotografía, capaz de irse a Andalucía a hacer fotos o de llevarse la cámara al entrenamiento para enseñársela a los periodistas. También "un pintor narcisista", como se define. Pinta paisajes, frecuenta galerías de arte y ha realizado varias exposiciones. "Valencia marcó mi estilo en la pintura, no en el fútbol", afirma Parreira. Además, ha trabajado como comentarista deportivo y como funcionario de Hacienda, lee libros de filosofía y fútbol -su preferido es uno de Sepp Herberger, campeón del mundo con Alemania en 1954-, colecciona tapetes persas, tiene un barco y es padre de dos hijas.

De la mano de Parreira regresan a la selección Mario Zagallo, coordinador técnico a sus 71 años, y Moacir Santana, preparador físico. Parreria, que en 1994 convocó a Ronaldo pero no le hizo debutar, ha descartado a Romario para el Mundial de 2006 en Alemania, y avisa: "Brasil ya no fabrica más Pelés".

Parreira, el segundo técnico, tras Zagallo, que más tiempo ha dirigido a Brasil, intentará romper una maldición histórica: nunca un entrenador que ha comenzado las eliminatorias mundialistas ha llegado a la fase final. Ser seleccionador en Brasil es el segundo cargo más valorado después de presidente del gobierno. Y eso para alguien cuyo sueño no era ser entrenador.

Carlos Alberto Parreira, en 1998, cuando dirigía a Arabia Saudí.
Carlos Alberto Parreira, en 1998, cuando dirigía a Arabia Saudí.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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