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Reportaje:

Valencia quiere la 'fórmula 1' de vela

Ocho ciudades europeas optan a acoger la próxima edición de la legendaria y multimillonaria regata Copa del América

Valencia, Barcelona, Palma de Mallorca, Cascais (Portugal), Marsella, Nápoles, Porto Cervo (Cerdeña) y Punta Ala (Isla de Elba) aspiran a acoger la próxima edición de la Copa del América, la regata más espectacular y multimillonaria de la vela. Ninguna de sus 32 ediciones se ha disputado en Europa, continente que afronta una ocasión histórica, pues el barco suizo Alinghi, reciente ganador, representa a un país sin mar, circunstancia que le impide acoger la legendaria prueba. En todo caso, será el sindicato helvético, cuyo dueño es el millonario Ernesto Bertarelli, propietario del grupo farmacéutico Serono, quien dé a conocer en diciembre de este año cuál es la sede de la próxima edición, que se disputará en 2006 o 2007.

La repercusión de la Copa del América es tanta como su impacto económico. Según una auditoría de Ernst & Young, la fórmula 1 de la vela generó unos beneficios de 473 millones de euros en la región de Auckland (Nueva Zelanda), donde se celebró la última edición, que finalizó el pasado marzo. Y nada menos que 640 millones de euros en el resto del país. Además, durante el tiempo que duró la regata se crearon en la zona unos 10.000 puestos de trabajo.

"Es una competición única", afirma Manuel Casanova, presidente del Club Náutico de Valencia; "Quizá su impacto sea mayor que el de unos Juegos Olímpicos o unos Mundiales de fútbol, pues éstos duran un mes y la Copa del América son cinco meses de regatas". Casanova es el principal impulsor de la candidatura valenciana, que cuenta con el respaldo de las instituciones públicas.

La próxima edición de esta prestigiosa regata se disputará en Europa por una sencilla razón: es el vigente campeón, en este caso el barco suizo Alinghi, quien decide dónde se celebra la próxima edición. La imposibilidad de que la regata se dispute en Suiza obliga al barco del magnate Ernesto Bertarelli a fijar otra sede. Y Valencia es una de las candidatas tras pasar junto con el resto de finalistas el primer corte: nada menos que 52 ciudades aspirantes fueron descartadas recientemente por la embarcación campeona. El próximo mayo el Alinghi realizará la última selección -descartará otras cuatro- antes de dar a conocer en diciembre qué ciudad acoge la Copa del América de 2007, pues todo apunta a que en 2006 se celebran demasiados acontecimientos deportivos de primer orden, entre ellos la Copa del Mundo de fútbol, que se jugará en Alemania, o los Juegos Olímpicos de invierno, en Turín (Italia). Obviamente, el Alinghi no quiere que ninguna otra competición eclipse a la espectacular regata.

"Para cualquier ciudad portuaria", explica Casanova, "es un honor acoger la final de la Copa del América. El hecho de que se presentaran 60 candidatas ya lo dice todo. La repercusión que tiene la regata es increíble". Por eso las presiones sobre el Alinghi se prevén intensas: la multinacional francesa Louis Vuitton, que patrocina la fase final, cuyo ganador se enfrentará al barco suizo por la simbólica jarra de las 100 guineas, hará toda la fuerza posible para que Marsella sea la sede escogida, según temen el resto de aspirantes. "Es una decisión que no puede tomarse a la ligera", afirma en el diario deportivo francés L'Equipe Michel Bonnefous, director ejecutivo del sindicato suizo, que añade: "Nuestra elección se basará en un equilibrio entre las condiciones del lugar y su atractivo".

En este sentido, para Manuel Casanova, el régimen de vientos de Valencia es el idóneo: "El meteorólogo del Alinghi estuvo aquí y se marchó encantado. El amplio campo de regatas con que contamos es otro de los puntos que juega a favor de nuestra candidatura". Todas las aspirantes tienen hasta el próximo día 14 para contestar a un informe que incluye cuestiones sobre meteorología, capacidad hotelera e infraestructuras. "Si la elección es objetiva, Valencia merece ganar", asegura Casanova, quien presenció en Auckland la última final entre el New Zeland y el Alinghi. Éste, una velero de capital suizo y tripulación neocelandesa, vapuleó a su rival y consumó la hazaña: por primera vez un barco de un país sin mar ganaba la legendaria regata.

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