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Reportaje:LA VISITA DEL PAPA | Los interrogantes sobre sus discursos

El "impulsor de la paz" llega a un Madrid en campaña

La salud del Papa y sus palabras sobre la guerra o el terrorismo, principales curiosidades del millar de periodistas que siguen la primera visita papal tras el conflicto de Irak

"Totus tuus" -todo tuyo- fue el grito impresionante de la muchachada católica el 31 de octubre de 1982, durante la primera visita de Juan Pablo II a España. El PSOE acababa de ganar a la derecha, tres días antes y sin paliativos, unas elecciones generales que dieron paso a 14 años de gobiernos ininterrumpidos de la izquierda, pero aquella masiva exhibición de banderines y pegatinas recibiendo al Papa arrinconó por una semana el acontecimiento político. El alcalde de Madrid de la época, Enrique Tierno y Galván, socialista, lo subrayó con sabiduría de viejo profesor en un discurso en latín que todavía recordaba ayer un asistente romano del Pontífice.

Un prelado español que vivió aquel viaje en primera fila, ya jubilado, añoraba ayer aquel ambiente, "aquel entusiasmo religioso que nos contagió a todos". "No tengo datos concretos, pero algunas veces hemos comentado entre nosotros que el éxito de aquel primer viaje del Santo Padre obligó al futuro Gobierno socialista, quizás, a rectificar algunos de sus propósitos iniciales", añadió el prelado emérito.

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El llamado Centro de Prensa para la visita del Papa Juan Pablo II, situado en el Palacio de Congresos de Madrid, registró ayer colas de más de una hora para la recogida de las acreditaciones. Los organizadores de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y del arzobispado de Madrid se vieron desbordados por la llegada masiva de periodistas para cubrir la visita de 31 horas que el Papa inicia hoy a Madrid. Pero el dato resulta equívoco. Nadie duda de la llegada a Madrid de decenas de miles de peregrinos de todas las regiones de España, bien organizados por sus respectivos obispos [10.000 proceden de Cataluña, 1.800 de Cantabria, 35.000 de Murcia, 13.000 de Andalucía, 3.700 del País Vasco, según las cifras adelantadas ayer por la agencia Europa Press]-, y también es seguro que el encuentro de Juan Pablo II con los jóvenes, a las 18.45 horas de esta tarde en la base aérea de Cuatro Vientos, será un éxito rotundo [los obispos esperan reunir a 300.000 chicos y chicas]. Pero no se palpa el entusiasmo, la movilización y el arrebato católico de la visita de 1982, ni parece haberse producido el mismo esfuerzo de organizaciones que, como el Opus Dei, demostraron entonces una capacidad extraordinaria para la movilización de masas.

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La causa hay que buscarla en la guerra de Irak, según el obispo emérito. Los periodistas de los medios laicos europeos, que en este viaje no son la mayoría -el grupo más numeroso pertenece a medios de comunicación religiosos- apostaban ayer que el Papa no olvidará ese polémico asunto en alguno de sus discursos, a pesar de la campaña electoral que ya vive España por las municipales y regionales del próximo día 25. Éste es su primer viaje fuera del Vaticano tras la toma de Bagdad por los ejércitos de la coalición EE UU-Reino Unido, apoyados con entusiasmo por el Gobierno del PP y por su presidente, José María Aznar.

Juan Pablo II y sus diplomáticos más relevantes trataron durante meses de evitar esa guerra, con condenas incluso doctrinales nada confusas, y lo mismo hicieron los obispos españoles en comunicados oficiales o con cartas pastorales individuales, pero el Gobierno, incluso sus ministros más católicos -miembros del Opus Dei o legionarios de Cristo- mantuvieron siempre que las proclamas de la Iglesia no eran "vinculantes".

Lo cierto es que la solemne y reiterada oposición de la Iglesia católica a la guerra contra Irak explica la repulsa masiva, también entre la derecha, que ha recibido en ese caso concreto la actitud del Gobierno de Aznar. ¿Se han curado ya las heridas? ¿Hablará en público el Papa, hoy o mañana, de este asunto, al margen de que lo haga en privado durante su entrevista personal con el presidente José María Aznar, a las 17.30 de esta tarde en la Nunciatura (embajada) del Vaticano?

Una posible respuesta a la curiosidad de los periodistas la ofreció ayer el obispo de Osma-Soria, Francisco Pérez González, llamando al Papa "el impulsor de la paz". "La Iglesia está en el mundo para salvarlo del pecado, pero también para restaurar todas las realidades temporales: la familia, el trabajo, el arte la política, la educación y las relaciones humanas", escribe el prelado en su carta pastoral de esta semana. Juan Pablo II es "un gran impulsor de la misión de Cristo y de la Iglesia, misión que consiste en reconciliar a los hombres con Dios, en hacerles partícipes de la vida divina y contribuir a que encuentren la paz", escribe este prelado.

Otro motivo de curiosidad es si el Papa se referirá al problema del terrorismo, que tantos disgustos ha dado a la Iglesia católica española en los dos últimos años, y también a la terrible guerra civil que costó la vida o el exilio a un millón de españoles entre 1936 y 1939, tras un golpe de Estado militar en el que importantes eclesiásticos estuvieron implicados con entusiasmo.

La Iglesia de Roma, oficialmente, santificó aquella guerra como cruzada durante el pontificado de Pío XII, pero los dos papas posteriores, Juan XXIII y Pablo VI, fueron muy críticos con aquella implicación y paralizaron durante sus mandatos todas las causas de beatificación y santificación solicitadas por los obispos desde España para miles de víctimas (unas 10.000, según la Conferencia Episcopal) que perdieron la vida a causa de su fe católica o su actividad religiosa.

Juan Pablo II finalmente ha dado satisfacción a los prelados de España elevando a los altares del catolicismo a casi tres centenares de esos mártires, pero podría contrarrestar esa actitud con una petición de perdón, como ha hecho hasta en cien ocasiones en otros países durante su ya largo pontificado. Ayer ninguno de los eclesiásticos consultados por este periódico se atrevió a negarlo, aunque lo daban por "improbable".

Entre los cinco beatos españoles que el Papa proclamará santos el domingo en la plaza de Colón se encuentra el sacerdote andaluz Pedro Poveda, el eminente pedagogo que fundó en 1911 la Institución Teresiana como alternativa cristiana a la Institución Libre de Enseñanza. Poveda murió asesinado por un grupo de milicianos en 1936 en Madrid, días después del golpe de Estado encabezado por el general Francisco Franco.

Otra curiosidad anima también a los periodistas llegados a Madrid desde todo el orbe católico: la salud del Papa. Juan Pablo II cumple 83 años el día 18 de este mes y es desde el miércoles pasado el cuarto papa en número de años en el cargo, detrás de san Pedro, el primer papa, de Pío IX (pontífice entre 1846-1878) y de León XIII, que lo fue de 1878 a 1903].

SCIAMMARELLA

"Visita pastoral y visita de Estado"

El carácter pastoral de la visita del Papa a Madrid, hoy y mañana, se da por descontado, como todos sus viajes por el católico mundo, pero la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, reconoció ayer que también tendrá su faceta de visita de jefe de Estado. Palacio se encontraba anoche en Rodas (Grecia) en una reunión del Consejo de Ministros de Exteriores de la UE, pero abandonará la reunión esta noche a tiempo para asistir al último tramo de la estancia papal.

La ministra Palacio calificó la visita del Pontífice a España como "importantísima". "Todas tienen una doble vertiente (pastoral y de Estado), pero creo que ésta es, sobre todo, una visita de contenido pastoral. La doble vertiente no siempre es al cincuenta por ciento y, en el caso de España, no es una visita como jefe de Estado del Vaticano, aunque evidentemente su carácter de jefe de Estado está también presente", añadió.

La estancia de 31 horas de Juan Pablo II en Madrid tiene su acto culminante el domingo por la mañana en la plaza de Colón, donde elevará al lugar más alto del santoral católico a cinco beatos españoles, los andaluces Pedro Poveda (Linares 1874-Madrid 1936), sor Ángela de la Cruz (Sevilla 1846-1932) y José María Rubio (Dalías, Almería 1864-Madrid 1929; la madrileña María Maravillas (Madrid 1891-1974) y Genoveva Torres (Almenara, Castellón 1870-Zaragoza 1956).

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