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LA POSGUERRA DE IRAK

Un informe del Congreso revela fallos del espionaje de EE UU para prevenir el 11-S

Falta de comunicación y falta de coordinación. Las tres grandes agencias de inteligencia estadounidenses (la CIA, el FBI y la NSA) tenían muchas pistas sobre las operaciones de Al Qaeda en EE UU, pero nunca las compartieron. Así consta en un informe de 900 páginas elaborado por la comisión de investigación del Congreso sobre los atentados del 11-S, que se hizo público ayer. El documento denuncia los errores de sus servicios secretos, pero no llega a acusarlos de haber podido evitar los ataques y asegura que Estados Unidos nunca consideró la posibilidad de un atentado terrorista a gran escala en su propio territorio.

"Muchas cosas salieron mal", comentó ayer Richard Shelby, senador por Alabama y ex presidente de la comisión de investigación, "si la CIA, el FBI y la NSA (National Security Agency) hubieran compartido su información en el momento adecuado, quizá los acontecimientos que llevaron al 11-S hubieran sido distintos, pero no hay pruebas contundentes que puedan demostrarlo".

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Información no procesada

Una de las partes más delicadas del informe detalla cómo un contacto del FBI alquiló un piso en San Diego (California) a dos de los secuestradores, Khalid al-Midhar y Nawaf al-Hazii, sin tener la más mínima sospecha de sus actividades. Ninguno estaba en una lista de presuntos terroristas. La CIA y la NSA, cada una por su lado, y sin informar al FBI, que no puso en alerta a su contacto, tenían vigilados a estos dos miembros de Al Qaeda. La NSA interceptó "varias comunicaciones sobre una posible actividad terrorista" entre el 8 y el 10 de septiembre, pero esta información no fue ni traducida ni difundida hasta mucho después de los atentados.

La NSA sabía que Al-Midhar y Al-Hazmi viajaron en enero del 2000 a Kuala Lumpur (Malaisia) para entrevistarse con otros miembros de la organización. Desde allí viajaron por el sureste asiático, siempre bajo la vigilancia de los servicios de inteligencia estadounidenses, con Walid Ba' Attash, un ciudadano yemení que luego fue identificado como uno de los organizadores del atentado contra el destructor USS Cole en octubre de 2000.

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Otro fallo importante fue descartar rumores sin confirmar sobre la presencia en Estados Unidos de Khalid Sheik Mohammed, el presunto organizador de los ataques. Mohamed cruzó la frontera en varias ocasiones para "organizar encuentros entre varios miembros de Al Qaeda". "Los secuestradores no llevaron una vida aislada durante su estancia en EE UU como se pensó en un momento", añade el informe, que afirma asimismo que, desde 1994, Washington tenía serias sospechas de que Bin Laden pensaba utilizar aviones para perpetrar atentados.

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