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Tribuna:OPINIÓN
Tribuna
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El poder de la participación

DESDE FUERA, INTERNET parece una herramienta de recaudación de fondos: campañas de correo electrónico personalizadas que generan ingresos, que a su vez se invierten en anuncios de televisión, que generan votos, o sea, una democracia de escasa participación. Desde dentro, el efecto es mucho más interesante. Muchos ven Internet como un vehículo para que el ciudadano medio se haga con el control, se involucre en el proceso político o incluso se una a él, algo cada vez más difícil para votantes distantes y poco comprometidos.

Fíjense en Meetup.com (de la que soy directora). Creada para organizar reuniones físicas con gente con la que tenga intereses comunes (como por ejemplo los gatos siameses o el lenguaje de programación Perl), Meetup fue descubierta por los demócratas hace poco, sobre todo por Howard Dean, que fue el que la utilizó de forma más eficaz.

La auténtica medida de estas herramientas no es sólo quién es elegido sino su eficacia para animar al ciudadano a que participe, incluso cambiando los programas electorales
Las organizaciones de campañas han visto las posibilidades políticas de Internet, ya que organizadores y seguidores publican 'weblogs' y periódicos electrónicos
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Unos 40.000 seguidores de Dean se encuentran cara a cara en 740 sitios por todo el país y (ante la sorpresa de los políticos profesionales) han ayudado a recaudar más de 25 millones de dólares. Además, la campaña ha organizado a sus seguidores de Meetup para que escriban cientos de cartas a los votantes indecisos, pidiendo su apoyo.

Mientras tanto, las organizaciones de campañas para Dean y otros candidatos han descubierto las posibilidades políticas de Internet, en la que tanto los organizadores de las campañas como sus seguidores publican periódicos electrónicos o Weblogs. Los bloggers comentan, pontifican y discuten entre sí. Los candidatos, o sus redactores de blog, la versión actual de los redactores de discursos, registran sus pensamientos.

Un resultado es el entusiasmo: los votantes se involucran y se animan. Se enfrentan en discusiones cara a cara con sus vecinos, gente que a menudo no han visto en su vida. Y publican sus puntos de vista, incorporándolos al discurso político sin pasar por la criba del comité editorial de un periódico o de los mensajes de campaña. ¿Pero es real todo este entusiasmo? En un encuentro de bloggers de campaña la semana pasada, lancé la siguiente pregunta: "¿Cómo respondéis a la reacción que recibís?". El portablog de uno de los candidatos me respondió con comentarios sobre la mejora del sitio web; pero no era a eso a lo que yo me refería: me preguntaba hasta qué punto pueden cambiar las políticas de los candidatos como resultado de las ideas y las opiniones de los votantes. No tuve una auténtica respuesta.

En estos momentos, las campañas políticas están lidiando con dos problemas relacionados con el blogging. Uno es el dilema que plantea el control. A los organizadores de las campañas les encanta el apoyo de los bloggers, pero les pone nerviosos animar oficialmente a bloggers que no pertenezcan a la organización porque, al fin y al cabo, son voces independientes.

El segundo problema es éste: ¿realmente tienen los políticos la cultura y el tiempo para todas estas opiniones de la ciudadanía? ¿Quieren los candidatos algo más de la gente que su voto?

En pocas palabras, hay una línea que divide la atención: los candidatos principales obtienen mucho y dan muy poco, mientras que los ciudadanos activos dan mucho y obtienen muy poco. Algunos sitios han nacido para responder a ese problema. MoveOn.org es una organización de tendencias inquierdistas dedicada a "que la gente de a pie vuelva a la política", apoyada por una página, foros de debate y correos electrónicos personalizados.

Es una plataforma para que los individuos participen activamente en la política (firmando peticiones, llamando a legisladores y donando dinero a causas y candidatos). En otro sentido, es un movimiento liderado por seis personas, que incluyen a los fundadores Joan Blades y Wes Boyd, que crearon la organización para unir fuerzas contra la destitución de Clinton. Existe un delicado equilibrio entre la autoridad y el consenso: los líderes de Moveon solicitan opiniones y elaboran unos foros de discusión que los lectores puntúan para decidir qué problemas concretos hay que abordar... aunque suelen decantarse por las posiciones que respalda MoveOn. Está impulsado por el usuario, pero sólo hasta cierto punto.

Public Mind, un sitio que permite al público presentar sus propias peticiones, hace un uso menos convencional del medio digital. Un navegante cuelga una solicitud o petición, y otros se suman a esa petición, añadiéndole más peso. A diferencia de MoveOn, Public Mind no está restringido por unos programas políticos: dos movimientos opuestos podrían coexistir. Aunque Public Mind acaba de empezar, tiene intención de desarrollar foros de debate y listas de correo moderadas para que las posiciones puedan ajustarse y reforzarse, y para que la primera persona que cuelgue un mensaje en cualquier categoría sea quien controle el programa. Al principio, es posible que las aportaciones se ciñan a los debates públicos generales, pero Public Mind también pretende abordar problemas locales, como la reforma de las elecciones o la política escolar.

La auténtica medida de estas herramientas no es sólo quién sale elegido; sino su eficacia para animar a los ciudadanos a que participen (no sólo enviando dinero y votando, sino cambiando los programas electorales y cambiando ellos mismos). Es posible que cuando la gente se involucre, descubra que el verdadero activismo empieza en casa: en el colegio, en las comunidades y en los vecindarios. Al fin y al cabo, la democracia es algo más que donaciones, e incluso que votos; es la capacidad de los individuos de involucrarse e influir en la política que gobierna sus vidas. Si la Red puede ayudarles, votemos por ello.

(c) 2003, Edventure Holdings Inc. Distribuido por Los Angeles Times Syndicate.

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