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Análisis:ANÁLISIS | ELECCIONES EN CATALUÑA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El voto del miedo

Enric Company

¿Qué pasará el domingo? Muchos electores se lo preguntan y no saben cómo responderse. La publicación de sondeos preelectorales distorsiona la percepción: uno ya no sabe si piensa lo que piensa o piensa lo que le dicen los sondeos. Y hay ciudadanos que se inclinan a votar por lo que les apetece o les interesa, pero los hay que votan preocupados por decantar el resultado en una u otra dirección.

La tendencia general de los sondeos apuntaba hace una semana a un empate entre CiU y el PSC, pero al mismo tiempo indicaba que el bloque de derechas perdía la ventaja de un escaño que obtuvo en 1999. Tan ajustado apunte mantiene la incertidumbre y, en algunas franjas sociales, provoca ansiedad. La pregunta ¿qué pasará el domingo? puede expresar curiosidad en unos casos, ansiedad en otros, pero angustia o miedo en los demás.

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Hay una fórmula para guiarse y saber qué está sucediendo. No se publican encuestas, pero los grandes partidos disponen de indicadores diarios sobre la evolución de la opinión electoral y a ellos adecuan sus mensajes. Observar cómo evolucionan estos mensajes es una buena guía para saber qué está pasando.

Lo más sobresaliente de estos últimos días, cuando los indecisos van decantándose, es que CiU ha tocado a rebato de verdad. Ha dicho ya que si gana Maragall, Cataluña perderá su autonomía. Es decir, la patria está en peligro. A un partido nacionalista no le queda nada más por invocar. Si acaso, le queda por afirmar que si gana la izquierda desaparecerá la propiedad privada. No lo ha dicho Mas, pero sí su aliado de estos últimos años, el PP. La versión actual de esta advertencia es la que ha lanzado Piqué al avisar que la izquierda traerá paro y subidas de impuestos.

Sólo cuando se sabe que se está perdiendo se lanzan este tipo de apelaciones. Se dirigen a retener a electores del propio ámbito político o ideológico de los que se teme una infidelidad. Es lo que hizo Adolfo Suárez en 1979 en una dramática apelación televisiva -cuando había una sola televisión- y lo que en 1982 repitió Landelino Lavilla, en ambos casos para evitar la victoria del PSOE. Es lo que hizo Felipe González en 1996 con la campaña del doberman, en la que se advertía del riesgo que corrían los pensionistas si ganaba el PP.

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No hay garantía alguna de que la apelación al miedo evite la derrota. A Suárez le salió bien en 1979, pero a Lavilla no le ahorró en 1982 un desastre total. A González no le evitó la derrota, por muy dulce que le pareciera.

El recurso al miedo indica que quien lo utiliza está desesperado y sabe que sus propuestas en positivo no le aseguran la victoria. Al revés, quien cree que puede ganar con su proyecto se dedica a explicarlo, y eso es lo que están haciendo Maragall, Carod y Saura. Esto es lo que hoy, a dos días de la votación, hay sobre el tablero. Queda por ver si Mas y Pujol están como Suárez en 1979, Lavilla en 1982 o González en 1996.

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