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Reportaje:

Vuelos baratos, ¿a qué precio?

Profesionales de grandes líneas aéreas denuncian que las compañías de bajo coste recortan cada vez más en temas de seguridad

Pablo Ximénez de Sandoval

Un técnico de mantenimiento del aeropuerto Charles de Gaulle, en París, evitó una catástrofe el pasado día 24 cuando, justo antes de despegar, detectó que un avión de la compañía chárter egipcia Lotus Air llevaba un agujero de 40 centímetros en el fuselaje y un pequeño incendio en un motor. El avión, un Airbus 320, acababa de llegar de Egipto con 134 turistas y cinco tripulantes a bordo, y se disponía a regresar con otro grupo de turistas, inconscientes de la cafetera en la que se subían.

Casos como éste, espeluznantes para el pasajero, son de dominio público entre los profesionales de las líneas aéreas. Todos los implicados en la operación de vuelo, pilotos, ingenieros de tierra y personal auxiliar, denuncian que la preocupación por la seguridad en la aviación civil está cayendo en picado por culpa de las compañías de bajo coste y las guerras de precios. Así lo denuncian los tres sindicatos mayoritarios de la aviación civil en España: el de pilotos, Sepla; el de técnicos de mantenimiento, Asetma, y el de auxiliares de vuelo, Stavla.

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Apenas habían pasado tres semanas del accidente en el que fallecieron 148 personas, 133 turistas franceses, en un accidente de la compañía Flash Airlines, también chárter y egipcia. La noticia de que ese avión tenía prohibido volar en Suiza elevó las sospechas sobre la seguridad de las compañías chárter y de bajo coste en Francia. El ministro de Transportes, Gilles de Robien, ha respondido a la presión social adelantando varias iniciativas, como crear un sello de calidad oficial para distinguir a las empresas seguras. También la UE se propone hacer públicos, en 2006, datos de seguridad en compañías aéreas.

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Ésta es una distinción muy difícil hoy día. La certificación de que una compañía es segura la da su país de matriculación. Aun así, las autoridades de Aviación Civil de cada país pueden hacer inspecciones de seguridad en aviones extranjeros. En los últimos tres años se han hecho 8.000 inspecciones oficiales en todo el mundo, y sólo 19 veces se ha impedido salir a un avión. En España sólo se han hecho 67 en tres años y nunca se ha encontrado un fallo grave.

El resto de las rutinas de control de las aeronaves depende de las propias compañías. Para Andoni Nieto, presidente del sindicato de pilotos Sepla, "es como si Hacienda no tuviera inspectores y le pidiera a las empresas que se examinen a sí mismos y decidan cuánto tienen que pagar". Este sindicato señala directamente a las compañías de bajo coste y a las chárter como responsables de una dejación general en el tema de la seguridad. "La carrera de ahorro de gastos está empezando a afectar a la seguridad en vuelo", afirma Nieto.

El presidente de la Asociación Sindical Española de Técnicos de Mantenimiento Aeronáutico (Asetma), José María Delgado, explica que las inspecciones "las realizan técnicos a sueldo de la compañía". Y en las de bajo coste "se prima la puntualidad sobre la seguridad". Un delegado del sindicato añade que "lo único importante es que el avión salga como sea".

Encuentren lo que encuentren durante la inspección del avión los técnicos de las compañías de bajo coste reciben presiones de la empresa para dar el visto bueno a la salida. El piloto de Lotus Air inmovilizado en París quería volver a despegar de inmediato, a pesar del incidente. "En esta profesión, tal como van las cosas, no te vas a dormir con la conciencia tranquila", dice un delegado de Asetma.La razón es que los derechos de despegue y aterrizaje en los aeropuertos internacionales están muy cotizados. Perder el turno de despegue supone un descalabro económico. "Si el avión no sale, puedes perder toda la operación del día. Eso es algo que sólo se pueden permitir compañías de bandera, como Iberia", señala Nieto.

El piloto, asesorado por los técnicos, es el responsable último de la decisión de salir. Se podría pensar que se negaría a volar en ciertas condiciones por su propia seguridad. "Un piloto de Iberia o British Airways se puede negar a volar", dice Andoni Nieto. "Pero un tipo subcontratado para ese vuelo no puede. Los pilotos se acostumbran a tener que volar en condiciones pésimas". "Yo he visto a pilotos quedarse a dormir dentro de la cabina", añade un técnico.

Delgado es técnico de Iberia, que tiene ingenieros "por toda Europa que inspeccionan sus propias aeronaves en cada parada". A esto se le llama mantenimiento de tránsito. Pero no es el caso de las empresas de bajo coste, que "subcontratan a otras para que les examinen", y "sólo en casos extremos".

Las compañías de bajo coste son famosas por ahorrar gracias a emitir billetes electrónicos o suprimir el catering del avión. Pero además, explica Nieto, "por ejemplo, una bajo coste lleva el combustible justo para el trayecto, y eso en situaciones de emergencia hace que tengas que aterrizar como sea y realices maniobras suicidas".

También ahorran en la falta de revisiones. Las compañías de bajo coste sólo tienen técnicos en el aeropuerto donde están basadas. Por tanto, la inspección diaria a la que están obligados sólo se hace al volver a la base, por la noche. Las revisiones rutinarias en las paradas las hace el piloto, que "se baja y se da una vuelta al avión".

"En diciembre vi a un avión de una compañía de bajo coste belga muy conocida hacer tres veces Barcelona-Bruselas con una rueda deshinchada" hasta que llamaron la atención del piloto, comenta un delegado de Asetma. "Si nosotros no actuamos durante el día pueden ocurrir cosas así. Este fallo puede suponer una salida de pista".

También sufre los recortes la tripulación auxiliar. Las quejas de las azafatas respecto a la seguridad van en la misma línea. La presidenta del Sindicato de Tripulantes Auxiliares de Vuelo de Líneas Aéreas (Stavla), Adela Romero, resume que "va la mitad de personal y tiene que hacer el doble de cosas". "Si hay que recolocar los asientos, mover la estructura de la cortina de separación o limpiar el avión, no da tiempo a revisar extintores o chalecos", asegura Romero.

Un técnico de mantenimiento aeronáutico revisa un motor.
Un técnico de mantenimiento aeronáutico revisa un motor.ASETMA

Los 45 minutos de la verdad

Cuando un avión llega a su destino, antes de salir de nuevo debe cumplir una rutina de seguridad. Pasa una inspección de tránsito que consiste en "mirar los niveles de fluidos, buscar fisuras en todos los paneles y ventanillas por fuera y buscar pérdidas en los neumáticos", explica un técnico delegado de Asetma.

"También hay que revisar que no se haya formado hielo durante el vuelo [la temperatura exterior oscila entre 30 y 50 grados bajo cero] y revisar todo en busca de grietas y fisuras", continúa. Además hay que cargar combustible (unos 10 minutos para un vuelo de dos horas). Para todo eso, además de bajar al pasaje, limpiar el avión y volver a subir al pasaje, se necesitan "un mínimo de 45 minutos". El presidente del Sepla, Andoni Nieto, coincide en esa cifra, y un técnico de Iberia afirma que "con menos vas muy pillado" para dejar el avión listo para despegar. Las compañías de bajo coste, para hacer más vuelos, según denuncia el Sepla, "hacen paradas de 20 minutos y no les da tiempo a nada".

En el caso de los auxiliares, en ese tiempo tendrían que comprobar la comida, recolocar los equipos de emergencia, comprobar los maleteros o asegurarse de que están todos los chalecos salvavidas.

A través de un portavoz de su oficina en Dublín, Ryanair, la compañía de bajo coste más grande del mundo, confirma que sus aviones están 25 minutos en el suelo entre un vuelo y otro. "Esto lo conseguimos gracias a la eficiencia y a utilizar aeropuertos secundarios no congestionados", afirma.

"Un avión que está 25 minutos en tierra sólo por eso ya no es de fiar", insiste el delegado de Asetma.

El portavoz de Ryanair afirma que hacen inspecciones en cada parada "el piloto, los técnicos y a menudo las autoridades de cada país". "Ryanair empezó a funcionar hace 19 años y lleva 19 años con un historial de seguridad impecable", declara. Ryanair es una auténtica bajo coste. Llamar a su teléfono en España cuesta 67 céntimos el minuto, y el contacto sólo habla inglés.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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