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Treinta diputados de Berlusconi se rebelan contra la ley de televisión

La presidenta de la RAI denuncia las presiones gubernamentales

Enric González

La conflictiva ley de televisiones de Silvio Berlusconi sufrió ayer un nuevo revés. Unos 30 parlamentarios conservadores se rebelaron contra el Gobierno e impidieron que la Cámara de Diputados votara el texto, cuya anterior versión se negó a firmar el presidente de la República. La ley, que consagraba la hegemonía de las empresas de Berlusconi en los medios de comunicación, fue devuelta a comisión.

Ésa no fue la única crisis televisiva del presidente del Gobierno italiano: la presidenta de la RAI, Lucia Annunziata, acusó a Berlusconi de presionar personalmente a los responsables de la televisión pública.

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La enésima crisis de la ley de televisiones fue totalmente inesperada. Una comisión parlamentaria había retocado el texto para adecuarlo a las exigencias del presidente, Carlo Azeglio Ciampi, quien en diciembre se negó a promulgar la ley porque no garantizaba un mínimo de pluralismo. Los cambios eran considerados insuficientes por la oposición, pero el Gobierno, en teoría, contaba con una mayoría amplia en la Cámara. Se empezó a votar en pleno, artículo por artículo, y al llegar al sexto el propio representante de Forza Italia pidió que el proyecto fuera devuelto a comisión. Había entre 30 y 34 diputados conservadores, no identificados pero pertenecientes a los centristas de UDC y a los ex neofascistas de AN, que votaban contra el Gobierno. La llegada de un par de miembros de la oposición ausentes hasta ese momento habría dado la mayoría a la izquierda y habría causado el rechazo del texto. Ante los silbidos y burlas de la oposición, la coalición conservadora se resignó a un nuevo y largo retraso: los debates de la comisión deberían recomenzar, con suerte, a finales de este mes.

Entretanto, en la RAI se abría otra crisis. "Sé con certeza que Berlusconi descuelga el teléfono y llama a los consejeros de administración [de la RAI] para sugerir nombramientos y para influenciar las decisiones sobre los programas", afirmó la presidenta de las televisiones públicas, Lucia Annunziata. Esas palabras irritaron a los cuatro miembros del consejo, que negaron haber recibido nunca una sola llamada del presidente del Gobierno, y a los diputados berlusconianos, que la acusaron de hacer campaña a favor de la oposición. Annunziata pidió ayer, en una tensa reunión del consejo, que se investigara el nivel de pluralismo y libertad informativa en la televisión pública.

La acusación de Lucia Annunziata culminó unas semanas muy tensas, cuyo exponente fue un programa brevísimo, de sólo cinco o diez minutos, que la RAI no conseguía poner en marcha. La directora de los canales públicos quería resucitar un antiguo miniespacio informativo al término del telediario nocturno de la primera cadena, en el que hasta 2002 el periodista Enzo Biagi abordaba un tema con profundidad. Biagi, de gran prestigio, tuvo que dejar la televisión porque no gustaba a Berlusconi. Para presentar el programa hacía falta un periodista, y Berlusconi hizo saber su opinión: tenía que ser Bruno Vespa.

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Sucedía, sin embargo, que Vespa, hombre sumiso ante el poder, especialmente ante el poder de Berlusconi, ya disponía de cuatro programas semanales. Annunziata ofreció una fórmula conciliatoria: Vespa se encargaría del miniespacio la mitad de los días y otro periodista asumiría la otra mitad. Pero todos los otros nombres propuestos fueron rechazados. La presidenta acabó exasperada.

Había otros focos de tensión. La subdirectora del telediario de RAI-1, Daniela Tagliafico, pidió la semana pasada que la sustituyeran porque prefería no seguir cooperando con la manipulación informativa. El telediario de mayor audiencia es rico en desaguisados. Un caso célebre se produjo cuando Il Cavaliere habló en la ONU ante una sala vacía: un hábil montaje, utilizando escenas del discurso del secretario general, Kofi Annan, hizo que la audiencia viera a Berlusconi ante una sala llena que le aplaudía con entusiasmo.

Conviene quizá enmarcar estos fenómenos dentro del peculiar "culto a la personalidad" suscitado por Silvio Berlusconi entre sus fieles. Diez días atrás, el sacerdote Gianni Baget Bozzo, ideólogo de Forza Italia, proclamó que el presidente del Gobierno había sido "enviado por el Espíritu Santo"; el lunes, el médico del presidente del Gobierno, Umberto Scapagnini, al que Berlusconi hizo alcalde en las pasadas elecciones, afirmó que éste, a sus 67 años, era "técnicamente casi inmortal" gracias a sus "genes excepcionales".

Silvio Berlusconi se dirige a la prensa en la cumbre de Bruselas de diciembre de 2003.
Silvio Berlusconi se dirige a la prensa en la cumbre de Bruselas de diciembre de 2003.REUTERS

Multas por manifestarse

Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi, presentó ayer el borrador de un proyecto de ley destinado a prohibir que los menores de 11 años asistieran a manifestaciones políticas. Según Maria Burani Procaccini, presidenta de la comisión parlamentaria para la infancia, en las manifestaciones existía "un clima de tensión perjudicial para la salud psíquica del niño".

El texto de Forza Italia establecía multas de entre 500 y 2.000 euros para los padres que acudieran con sus hijos a actos políticos. Señalaba, además, que los organizadores debían cancelarlas en cuanto detectaran la presencia de niños, y daba a la policía facultad para declarar ilegal el acto. La iniciativa del partido de Berlusconi constituía una reacción a una reciente marcha contra la reforma de la escuela pública en la que, en un clima festivo, participaron padres, profesores y alumnos. En opinión de Forza Italia, esa marcha supuso "una manipulación de los niños".

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