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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El broche de Aznar

Con su discurso a la sesión conjunta del Congreso de EE UU, José María Aznar puso ayer un solemne broche al incondicional giro proestadounidense que ha impuesto en la política exterior de España, especialmente tras el 11-S y a propósito de la guerra de Irak. Aunque el rey Juan Carlos fuera el primer mandatario español en hablar a los congresistas -en su caso, en inglés y en 1976, en un momento difícil de la transición-, Aznar ha sido el primer presidente de un Gobierno de España en verse distinguido con tal honor.

La guerra contra Irak no ha hecho a la sociedad española antiamericana, sino que ha alimentado las reticencias hacia Bush y su Administración. Estados Unidos ha hecho mucho por las libertades del mundo y, como cualquier otro país, también se ha equivocado en ocasiones. Aznar se dedicó, como era lógico en acto tan solemne, a halagar los oídos de su audiencia, pero sobre todo los de Bush, aunque no estuviera presente. Lo hizo en un discurso breve, contundente y previsible, centrado en la lucha contra el terrorismo como concepto omnicomprensivo, válido para Afganistán o para el País Vasco. Toda resistencia al ocupante en Irak entra, para Aznar, en este capítulo, obviando que la guerra ha fomentado el terrorismo dentro y fuera de ese país de incierto futuro.

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La inexistencia de armas de destrucción masiva en Irak no mereció observación alguna. Para Aznar, la firmeza que llevó a la guerra ha favorecido la lucha contra la proliferación de estas armas. Puesto a aleccionar a su audiencia, que le aplaudió repetida y calurosamente, señaló que cualquier otro debate está fuera de lugar. Devaluaba así ante el Congreso el papel de las comisiones creadas en Washington y Londres para investigar sobre los errores de los servicios secretos respecto a las armas de destrucción masiva.

Abogó también por un gran espacio comercial entre Europa y las Américas para 2015, algo que ni está maduro ni interesa, hoy por hoy, a muchos países. También es dudoso que EE UU, aunque sea el tercer país del mundo de habla hispana, sea el socio que le convenga a España para ir de su mano a Latinoamérica. E hizo mención, cargado de razón, a las esperanzas de que el régimen castrista en Cuba deje de ser pronto "una de las últimas anomalías históricas del mundo".

El discurso de ayer es la despedida de Aznar de su aliado privilegiado y de un país al que ha viajado dos veces por año como presidente del Gobierno. Ante sus congresistas quiso presentarse como un fidelísimo aliado que defiende la relación transatlántica como "la mejor garantía de que el mundo sea un lugar más seguro y libre", incluso por encima de la unidad europea. Ahí queda el giro que personalmente ha conferido a la política exterior, al que previsiblemente seguirá dedicando sus esfuerzos personales como ex presidente, para ahondar así en lo que ve como una relación especial entre España y EE UU.

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