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DESAPARECE UN SABIO DE LA LENGUA

Dardos con puntería

Verba volant... saltan ágilmente de bocas a oídos, cruzan como meteoros ante millones de ojos fundando la vida social, portadoras de sentido, esto es, de información, afecto, verdad o engaño. Y lo normal es que alcancen su objetivo. Incalculable el poder, la eficacia de las palabras. Si esto es así, ¿vale la pena fijarse en alguna, en algunas, asaetarlas y abatirlas de la bandada voladora, para declararlas de mala ley? Los tiempos no están para proscripciones, y nuestra comunicación va tan urgida que apenas si puede seleccionar los materiales. Por otro lado, ¿es lícito acotar la libertad en uno de sus pocos predios anchos? ¿En nombre de qué, recortar aún más lo escasísimo?

De El dardo en la palabra Informaciones, 1975

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Adiós al amigo irónico y lúcido

No han faltado, qué va, los atropellos que causa sacar un vocablo de su sitio natural, lo cual acontece por el cráneo diminuto de quienes conducen el idioma en dirección contraria. Unos pocos ejemplos bastarán por hoy. Un informador asiatiza su parla asegurando por radio sin morderse la lengua que "la comida asiática está haciendo fulgor en Madrid". Quizá se queda corto, porque el pato laqueado brilla tanto que ha convertido la ciudad en ascua, y suple a la luna un continuo sol naciente. Metidos en fulgores, un radiador de fútbol señaló a sus oyentes que el lateral izquierdo volvía al campo luciendo un vendaje en el muslo, es decir, como una Gran Cruz. Otro colega repasaba hace poco en crónica escrita los sonrojantes sucesos veraniegos de la Asamblea de Madrid diciendo que el conflicto "continuó más vivaz que nunca". Vivo le pareció poco para calificar aquel acontecimiento agónico. Sin embargo, al volver, debo recordar el uso de nuestra lengua para una de las más fuertes provocaciones que ha padecido nunca el intelecto nacional; se trata de la explicación dada por nuestra ministra de Exteriores al auge de los atentados en Bagdad; dijo, según la prensa, que eran ni más ni menos, ni menos ni más, una "reacción al éxito" de la Conferencia de Donantes que casi a finales de octubre le sobrevino a Madrid. Así, pues, los guerrilleros iraquíes, muy enfadados por el "éxito" de doña Ana Palacio, al grito de 'Allahu Akbar' (Dios es grande), 'kaláshnikov' en mano y mortero a mano, lanzaron pepinazos y ráfagas a los ocupantes como venganza. Esto sí que estuporiza. Señor, ¿hemos pecado tanto?

De De vuelta

EL PAÍS, 9-11-2003

(...) hay, en efecto, una actividad inventora que está produciendo exquisitas semillas muy dignas de arraigar. Por ejemplo, durante la jornada electoral catalana, un informador aseguró que aún tardaría algún tiempo el sumatorio de los votos en Barcelona. ¿No es un ventajoso sustituto de suma, vocablo tan jubilable por los servicios prestados? (Por cierto, los nuncios radiovisuales de victorias unánimes en las noches electorales siguen diciendo recuento en vez de cómputo).

De Muerte súbita

EL PAÍS, 7-12-2003

Otro escándalo, otro vocablo herido: leo en un diario que un desalmado mató a su madre a cuchilladas; pero no, no lo leo así; lo que el diario dice es que la ejecutó. El zafio redactor, para evitar la vulgaridad de matar, busca en su magín vocablos sinónimos y cree que ejecutar lo es, cuando -y todo el mundo lo sabe menos él- este verbo significa una manera sui géneris de dar muerte: por decisión de la justicia. Lo cual es privilegio de los verdugos, no de los hijos desalmados. Metidos en estas fechas, gusto de evocar el aserto de aquel articulista que, tomándolas como pretexto y siguiendo una venerable tradición, exaltaba, pocos días ha, la Navidad sacroprofana de que gozamos, manifiesta en los belenes, los abetos artificiales, los villancicos enlatados, la sidra asturiana y el cava, tan burbujeantes... Tantas cosas; y, una entre todas, la que el aludido pendolista mencionaba así: "Los regalos son el alma mater de estos días". Ha sido vertiginoso el descenso de esas palabras latinas, que querían decir 'madre nutricia' y sólo se decían de la Universidad, y hoy sirven para designar una play station, una chaqueta de punto o una corbata.

Y ¿por qué no asomarse a nuestro adorado fútbol como regalo pascual al alma? (...) Ahí tienen a ese formidable ariete que falla en el chut porque no ha percutido bien al balón, como dijo uno de esos locutores que traducen directamente del campo al transistor. Y aún ha habido otro que narra de qué manera formidable un ariete ha disparado de cabeza. Don Antonio Machado lo hubiera clasificado entre los que embisten con semejante parte, al narrador nos referimos, no al ariete.

De Heridos

EL PAÍS 21-12-2003

O sea, lo normal. Resulta apasionante el empleo que la gente joven está haciendo de esas dos palabras. Una historia que oigo mucho en mi intensa vida nocturna de radio consiste en que un o una joven, tal vez adolescentes, cuentan para bien o para mal su última aventura de discoteca: que conocieron a tal o cual, que bailaron, que pronto hubo química entre ellos mediando la pastilla y los cubatas, que se pusieron a cien, y luego, pues "lo normal" (otras veces dicen, y es más bello, "lo típico"). Eso exactamente está pasando con nuestra lengua, personas que, sin conocerla, se le acercan, la toquetean y después sucede lo que tiene que pasar. Veremos algunos resultados de ese juntamiento desamorado.

No han pasado muchos días desde que el ministro de Fomento decidió no concurrir a las elecciones, y así lo contó el periódico de aquí mismo: "En una comparecencia breve y en la que no ha admitido preguntas, el ministro Álvarez-Cascos ha alegado 'motivos personales', y ha subrayado que se trata de una decisión 'personal e intransferible'. Cabía esperar que ese intransferible fuera cosa del redactor, al cual le habría asaltado espontánea la limitación que imprimen al pie muchas invitaciones; pero no: los demás medios coincidían en texto y comillas. Esta declaración ministerial parece haber sido reproducida literalmente, y suscita la duda acerca de qué otras decisiones personales ha podido transferir el señor Álvarez-Cascos.

De Lo normal

El PAÍS 15-2-2004

Fernando Lázaro Carreter lee su discurso de ingreso en la Real Academia Española el 11 de junio de 1972.
Fernando Lázaro Carreter lee su discurso de ingreso en la Real Academia Española el 11 de junio de 1972.EFE
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