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MARIANO RAJOY | ELECCIONES 2004 | Reacciones en el Partido Popular

"No fue capaz de desligarse de Aznar en seis meses"

Luis R. Aizpeolea

Mariano Rajoy tiene las cualidades necesarias para afrontar como cabeza de la oposición esta nueva etapa que se abre en España tras la matanza del 11-M en Madrid. La recuperación del diálogo entre el Gobierno socialista y oposición que España necesita como el agua para afrontar el nuevo reto planteado por el terrorismo y la exacerbación del problema territorial en Euskadi y Cataluña, agravado en la etapa de José María Aznar, tiene en Rajoy el mejor candidato de las filas del PP.

No cabe la menor duda de que mantendrá un diálogo fluido con el ganador de estas elecciones, José Luis Rodríguez Zapatero. Ayer por la noche ya se dirigieron el primer guiño. Zapatero, tras calificarle de "digno competidor" dijo que le tendía la mano y Rajoy mostró su predisposición a retomar el diálogo.

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Zapatero y Rajoy -cordiales rivales desde hace ocho años- tendrán que retomar ahora su última conversación, la del 30 de julio, interrumpida por la campaña electoral. En aquel encuentro que mantuvieron en el restaurante Jockey de Madrid el pasado 30 de julio coincidieron en su oposición al plan Ibarretxe pero discreparon sobre la conveniencia de abordar nuevas reformas de estatutos de autonomía, como el catalán, que se planteará inminentemente en los próximos meses. Se emplazaron para seguir hablando tras las elecciones.

Zapatero y Rajoy tendrán que abordar ahora como primera tarea la recuperación de un gran consenso sobre los principales problemas de este país y que no ha sido posible en la etapa de Aznar: la cuestión territorial, la política exterior y el nuevo reto del terrorismo. Para ello, Rajoy es el mejor dotado del PP. Su axioma de "no buscarse enemigos sin necesidad" y su talante reacio a la confrontación, son ahora y en este país, productos de primera necesidad. Para ello tendrá que sacudirse cuanto antes la tutela política de Aznar en el PP.

Lo empezó a hacer, de modo insuficiente, en esta campaña. Rajoy se ganó numerosas críticas de sus propias filas que veían que su campaña era excesivamente moderada, poco propicia para movilizar el voto más radical del Partido Popular y el propio Aznar asumió ese papel por la incapacidad del candidato para ejercerlo.

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Pero Rajoy ha mostrado, en esta campaña, también su principal debilidad: la de rehuir los retos difíciles que no sean estrictamente necesarios. Así, con su rechazo a los debates que reiteradamente le planteó Zapatero, ha acrecentado esa fama de indolencia y de poca capacidad de riesgo que le atribuyen sus críticos, incluidos los que tiene en sus propias filas.

En estos seis meses de secretario general ha reafirmado su conocido talante, con sus luces y sus sombras. La más importante de estas, y que le ha costado las elecciones, es la asunción de las cargas de quien le designó: la política de confrontación territorial, la guerra de Irak, sus consecuencias y la manipulación en torno a ella. Rajoy ha sido víctima de su excesiva vinculación con Aznar, un político que no gozaba de simpatías y que en su etapa final ha acrecentado su rechazo de la ciudadanía. En estos seis meses de candidato, Rajoy, que se había implicado a fondo en la política de Aznar como vicepresidente primero, lo único que ha ofrecido de diferencia es un talante más moderado.

Pero su conocido pragmatismo será capaz de imponerse al legado que deja Aznar en el PP. Rajoy fue capaz de dialogar, cuando las circunstancias lo requirieron, con los socialistas y los nacionalistas. La lección de estas elecciones, de rechazo de la ciudadanía a los abusos de la mayoría absoluta, no caerán en saco roto en un político como Rajoy que ahora tendrá que afrontar un serio debate interno sobre los errores del PP en esta legislatura.

Rajoy es el político del PP que contaba con menos rechazo entre los candidatos a suceder a Aznar. Es posible que cambie esta situación en el PP, tras su derrota. Pero no cabe duda que por su talante es el que mejor puede jugar el papel de líder de la oposición en esta etapa de la historia de España tan necesaria de diálogo.

SCIAMMARELLA

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