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LAS COOPERATIVAS ESCOLARES

Los padres son el motor de estas sociedades escolares catalanas

Mar Padilla

A finales de los años sesenta y principios de los setenta, el mapa escolar catalán era, en líneas generales, bastante uniforme. Las posibilidades de elección de centro se dividían en dos: o acudir a una escuela religiosa -mayoritaria- o a un centro estatal dirigido por el ministerio franquista. En esta tesitura, muchas jóvenes parejas decidieron que querían otra educación para sus hijos: laica, progresista, con una pedagogía activa y en la que se estudiara catalán. Con esta determinación y a partir de la iniciativa de los progenitores, surgieron las cooperativas de enseñanza, muchas de ellas situadas en los barrios periféricos de Barcelona y en los nuevos municipios del área metropolitana, que en aquellos años crecieron de forma espectacular.

Así, las más de 300 cooperativas de enseñanza surgidas en las postrimerías de la dictadura fueron fundadas mayoritariamente por los padres, que en algunos casos a su vez eran profesores del centro. "Nacieron con la inquietud de ofrecer una educación más abierta, y en muchos casos se montaron en espacios precarios, en barriadas con pocos recursos pero con muchas ganas", explica Eva Salvà, secretaria de la Federación de Cooperativas de Enseñanza de Cataluña, que agrupa a 50 centros que acogen a 16.300 alumnos.

Profesionalizadas

Con la llegada de la democracia, la apuesta por la escuela pública se fue afianzando y la explosión de las cooperativas fue decayendo. A partir de finales de los años ochenta y principios de los noventa, la caída en picado de la tasa de natalidad vació las aulas públicas o privadas, y muchas cooperativas, que aún no recibían conciertos educativos, no aguantaron el golpe. Unas cerraron, otras traspasaron la gestión del centro a los profesores y la mayoría de ellas se integraron a la red pública. En la actualidad funcionan unas 70 cooperativas en toda Cataluña, "pero ahora el perfil es distinto: se han profesionalizado y la gestión es más competitiva", subraya Salvà.

Si bien los colegios en régimen de cooperativa han disminuido con el paso del tiempo, esto no ha sido así en el caso de las guarderías. Según Santiago Esteban, responsable de la Dirección de Cooperativas de la Generalitat, éstas representan hoy más del 50% de la oferta del mercado.

Sus inicios son, en cierto sentido, parecidos a los de las escuelas: padres preocupados por la educación de sus hijos que se animan a poner en marcha un servicio por decisión propia. "Donde no llegan los poderes públicos, la sociedad se organiza localmente", subraya Esteban, para quien en los años setenta este movimiento tuvo doble sentido: las mujeres se incorporaron al mercado laboral, por una parte y, por otra, muchas profesionalizaron el cuidado de los niños abriendo guarderías que las familias saben que son de confianza.

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Sobre la firma

Mar Padilla
Periodista. Del barrio montañoso del Guinardó, de Barcelona. Estudios de Historia y Antropología. Muchos años trabajando en Médicos Sin Fronteras. Antes tuvo dos bandas de punk-rock y también fue dj. Autora del libro de no ficción 'Asalto al Banco Central’ (Libros del KO, 2023).

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