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China, el gran exportador de piratería mundial

APOYADA EN EL MOSTRADOR de cristal bajo el que brillan docenas de Swatch, la dependienta gira el reloj de vivos colores, echa un vistazo rápido y sentencia sin dudarlo: "Es de verdad". A un par de minutos, en el mismo complejo comercial, el Oriental Plaza, uno de los más caros de Pekín, la vendedora de una tienda de Omega se muestra menos segura. "Es difícil reconocer a veces si un reloj es real o copia, así que los enviamos a un centro en el que nos certifican su autenticidad o no". Miles de chinos y de turistas compran relojes falsos, pirateados, clonados en Pekín, en busca de glamour barato. Igual que compran imitaciones de otras marcas de renombre como Channel, Versace o Louis Vuitton.

Las copias que produce el gigante asiático se reparten por todo el mundo. "Es complicado decir cuánto se queda dentro y cuánto va fuera, depende de qué se trate", dice Franck Desevedavy, vicepresidente del grupo de trabajo sobre protección de la propiedad intelectual de la Cámara de Comercio Europea en China. "Mientras los alimentos, aparatos eléctricos y piezas de repuesto son consumidos en su mayoría localmente, el 80% de los artículos de lujo falsos, como bolsos, perfumes, cosméticos o relojes, de los que China es el mayor fabricante mundial, son exportados".

Según ha reconocido el propio Gobierno de Pekín, entre el 15% y el 30% de la producción industrial está relacionado con la piratería, y el valor de mercado de los artículos falsos chinos asciende a entre 15.600 y 19.700 millones de euros al año. Estados Unidos asegura que más del 90% de los programas informáticos utilizados en China son ilegales, lo que supuso un coste a sus empresas de 2.400 millones de dólares en 2002. El fenómeno afecta además a medicamentos, libros y discos, entre otros. Aparte de viajar en barco, las imitaciones también salen del país a través de las fronteras interiores, como la de Xinjiang con Rusia. De allí llegan a Europa por los países del Este. Otras van a Oriente Próximo y Norte de África.

"El problema va a peor. A pesar de que el Gobierno central lucha de forma decidida para atajarlo y cada vez son requisados más envíos, las falsificaciones están aumentando, ya que es una actividad muy rentable, y cada vez tiene más conexión con las redes de crimen organizado", afirma Desevedavy. Si hace algunos años, los lugares de producción y exportación se situaban principalmente en Guangdong o Fujian, la mayor presión en estas provincias sureñas ha obligado a muchas empresas a expandirse a zonas más remotas, como Heilongjiang, en el norte.

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