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52º FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

Armendáriz reivindica en 'Escenario móvil' el derecho de los pequeños pueblos a acceder a la cultura

Maribel Marín Yarza

A Montxo Armendáriz (Olleta, Navarra, 1949) siempre le ha interesado el mundo rural. Se ha aproximado a él tanto desde la ficción, con películas como Tasio o Silencio roto, como desde el documental. Con Escenario móvil, una cinta a medio camino entre la road movie musical y el cine antropológico, vuelve sobre lo mismo, aunque no lo haga a propósito. "En este caso concreto, no me planteé el tema rural en sí, sino que venía dado", explica. "A mí lo que me atrajo fue hacer un recorrido por la música y la cultura de estos pequeños pueblos de Extremadura -de menos de 2.000 habitantes- que recorren artistas como el cantante Luis Pastor y otros grupos de teatro y de rock gracias a un programa que impulsó la Junta hace 20 años".

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El cineasta navarro ha convertido Escenario móvil, rodado en el verano de 2003 en el norte de esta comunidad, en una reivindicación del derecho de los habitantes de los pequeños pueblos a acceder a la cultura. Y lo ha hecho, mostrando la Extremadura del siglo XXI, a través de sus habitantes, los verdaderos protagonistas. "No había nada preconcebido", confesó. El equipo, de nueve personas, hizo el recorrido de los artistas sin guiones en la mano. Se dejó sorprender por la población y grabó 96 horas en vídeo digital. "El vídeo me permitía captar la espontaneidad, la naturalidad de la gente. Creo que en cine no hubiese sido posible", apunta. Porque Armendáriz tuvo claro desde el principio que no quería hacer un musical y, por eso, más allá de las actuaciones, grabó entrevistas con una peluquera, con recolectores de cerezas, con los jóvenes de estos pequeños municipios e incluso hizo tomas de la dramática realidad que vivía la región aquellos días.

"El verano en el que rodamos fue el de la ola de calor, el de los incendios", recuerda el cineasta navarro, "y Extremadura fue una de las comunidades más afectadas. Fue una especie de premonición y fuimos rodando desde el principio y tomando apuntes de lo que iban diciendo la televisión y la radio".

El fuego, las llamas, los bosques ardiendo, se han convertido en el hilo argumental de esta película que habla de inmigración, de nostalgia, de machismo, del desarrollo social, de la cultura... Porque Armendáriz cree que, igual que la ficción, el documental debe tener una estructura dramática bien definida."Lo de inicio, nudo, desarrollo y desenlace ya es un clasicismo superado", afirma. "Pero un documental debe contar algo con un principio y un final. El planteamiento intermedio puede cobrar diferentes formas...". Y añade: "Para mí, la única diferencia entre documental y ficción son los materiales con los que uno trabaja para contar una historia. Y el documental ofrece una espontaneidad y una riqueza que la ficción no tiene". Él se inició en este género y hubiese seguido. "Pero era muy complicado. Podías hacer documentales, pero exhibirlos o amortizarlos era prácticamente imposible".

Armendáriz hizo un alto en el rodaje de Obaba -basada en la novela Obabakoak, de Bernardo Atxaga- para presentar el sábado este trabajo en la Sección Horizontes Latinos del Festival de Cine de San Sebastián, que no pudo verse en condiciones óptimas por problemas de sonido en la sala.

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