_
_
_
_
_
ZAPATERO, ANTE LA COMISIÓN DEL 11-M

El PP 'sienta' a Zapatero en el banquillo

La oposición quiere hacer un juicio sobre cómo los socialistas ganaron las elecciones del 14-M

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en lo que será la primera comparecencia de un jefe del Ejecutivo español ante una comisión de investigación parlamentaria desde la transición política, explicará hoy en la comisión del 11-M que a pesar de haber alcanzado la convicción, en la noche del 11 de marzo, de que la masacre había sido perpetrada por un comando terrorista islamista, mantuvo al PSOE en la orientación de no cuestionar frontalmente la información y datos que proporcionaba el Gobierno de José María Aznar, exhortándole a ofrecer con diligencia los datos disponibles. Rodríguez Zapatero intentará deshacer la táctica del Partido Popular de convertir su comparecencia en un banquillo sobre el presunto beneficio que los socialistas obtuvieron del atentado del 11-M y superar la crispación que caracterizó la declaración de su antecesor, José María Aznar, el pasado 29 de noviembre, mediante una oferta de pacto de Estado contra el terrorismo islamista. Una idea que debería, según los socialistas, recogerse en las conclusiones de los trabajos de la Comisión del 11-M.

A las 20.00 del día 11, Zapatero percibió un cambio en el tono de voz y actitud de Aznar
El líder del PSOE habló con Aznar desde el hospital donde visitaba a las víctimas
Zarzalejos y Rubalcaba mantuvieron una partida de pimpón verbal en la medianoche del jueves
Rajoy declaró tener "la convicción moral" de que la autora del atentado era ETA
Más información
Acebes afirma que Zapatero "tuvo algo que ver" en la convocatoria de las protestas del 13-M
LAS COMPARECENCIAS DEL CANDIDATO ZAPATERO ENTRE EL 11 Y EL 14 DE MARZO
Zapatero acusa al Gobierno PP de perpetrar "un engaño masivo" por insistir en ETA tras el 11-M
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Avanzada la tarde del jueves 11 de marzo, el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, visitó a heridos y familiares de los atentados en las estaciones de trenes de El Pozo, Santa Eugenia y Atocha, en el hospital madrileño Gregorio Marañón. Allí, junto al secretario general del Partido Socialista de Madrid (PSM), Rafael Simancas, también habló con los médicos. Rodríguez Zapatero abandonó el hospital no sin antes conversar con el presidente del Gobierno, José María Aznar, que le estaba llamando. Allí, en una sala, el dirigente socialista escuchó de labios de Aznar que se había hallado una furgoneta en Alcalá de Henares y que en ella se encontraron siete detonadores y una cinta con versos coránicos, una información que el ministro del Interior, Ángel Acebes, se aprestaba a anunciar públicamente. Hacía aproximadamente 12 horas que Rodríguez Zapatero había recibido la primera llamada telefónica de Aznar, poco después de los atentados, de modo que el líder socialista estaba en condiciones de intuir el recorrido que había hecho el estado de ánimo del presidente del Gobierno durante la jornada.

Esa mañana, muy temprano, Aznar explicó a Rodríguez Zapatero que los autores de la matanza eran comandos de la banda terrorista ETA y le informó, acto seguido, que había resuelto convocar manifestaciones en todo el país para las siete de la tarde del viernes 12 de marzo. Rodríguez Zapatero balbuceó algo en relación con la convocatoria. No le dijo con brutalidad lo que pensaba ¿Qué era? Que debían ser todos los partidos políticos quienes debían convocar las movilizaciones, habida cuenta de que se trataba de evitar cualquier sombra de duda sobre la utilización electoralista de los atentados, a tres días de las elecciones del 14-M.

En esos momentos, Rodríguez Zapatero era consciente de que debía andarse con cuidado. Ya sabía cómo se las gastaba Aznar, sobre todo al utilizar contra el PSOE, hacía pocas semanas, una información del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que le había proporcionado el entonces director, Jorge Dezcallar, en relación a una reunión entre el flamante conseller en cap del Gobierno de la Generalitat de Cataluña, Josep Lluís Carod Rovira, y dirigentes de ETA, a primeros de enero de 2004. Al ver cierto tono crítico en Rodríguez Zapatero acerca de la convocatoria de las movilizaciones, Aznar no pudo reprimir su rudeza. Le dijo algo así como que si los socialistas querían, podían acudir. Rodríguez Zapatero, teniendo en cuenta las declaraciones del lehendakari, Juan José Ibarretxe, culpando a ETA, y lo que le había trasmitido Aznar por teléfono, hizo una declaración pública señalando la autoría de ETA.

Cuando Aznar compareció, pasadas las 14.30 del jueves 11, acusó a la banda terrorista, pero omitió referirse a ETA directamente. No fueron pocos los corresponsales extranjeros que pidieron explicaciones en La Moncloa. La respuesta fue: Aznar no suele proferir la palabra ETA; es una costumbre arraigada. Esta versión llegó a la sede socialista de Ferraz, lo que llevó a consultar la hemeroteca para aclarar el dilema. Una de las informaciones más recientes, la que hacía referencia a declaraciones de Aznar sobre la reunión de Carod Rovira con dirigentes de ETA, estaba repleta de alusiones a la banda terrorista. Los dirigentes socialistas concluyeron que por razones de costumbre, Aznar podía haber citado a ETA. Sin embargo, no se explicaban por qué el presidente del Gobierno aseguraba en privado que la responsabilidad era de ETA y se había negado a hacerlo en su primera comparecencia después de los atentados.

Doce horas después, pasadas las 20.00 del jueves 11, Rodríguez Zapatero escuchó al otro lado del teléfono a otro Aznar. Tras informarle del hallazgo de la furgoneta, el presidente insistió en la autoría de ETA. Pero Rodríguez Zapatero creyó percibir un cambio notable en la voz y en la actitud de Aznar. Era, a sus oídos, otra persona. Rodríguez Zapatero creyó confirmar que lo que había sido una mera hipótesis voluntarista, basada en conjeturas y antecedentes incoherentes -la autoría de ETA- se había venido abajo. Y que los autores del atentado procedían de otras latitudes, o "desiertos y montañas no lejanos", que dice ahora Aznar... Del terrorismo islamista. Llámese Al Qaeda o cualquier otra sigla.

Fue esa llamada de Aznar, la que arraigó en Rodríguez Zapatero la convicción, basada ahora en los indicios hallados en la furgoneta, de que ETA no había sido la responsable del 11-M.

Una de las razones por las que Rodríguez Zapatero se había juramentado a actuar con cautela tenía que ver, entre otras cosas, con un cruce de acusaciones que ya había protagonizado con Aznar durante la campaña de las elecciones autonómicas y municipales del 25 de mayo de 2003, cuando a raíz de los atentados en la Casa España de Casablanca (Marruecos), el líder socialista acusó al Gobierno del PP de "poner a España en la lista del terrorismo internacional" con su apoyo entusiasta a la invasión y la guerra de Irak. En cierto modo, según alguno de sus colaboradores, Rodríguez Zapatero no consideraba que esa intervención había sido del todo feliz.

El hecho es que a la luz de los nuevos datos, y como guinda la impresión causada por la llamada de Aznar la noche del día 11, Rodríguez Zapatero y sus máximos colaboradores, Alfredo Pérez Rubalcaba y José Blanco, creyeron que era necesario hablar con el Gobierno, antes de hacer una declaración pública. Zapatero conocía el rumor de que habían sido hallados restos de un kamikaze entre los escombros de la masacre y lo comentó con el director de un diario que luego hizo pública la conversación.

Esa noche, José Blanco habló por teléfono con Gabriel Elorriaga, coordinador de la campaña electoral del candidato del PP, Mariano Rajoy. Le explicó que los datos apuntaban al terrorismo islamista y que el Gobierno estaba retrasando información. Elorriaga insistió en ETA, pero, al parecer por agotamiento de la batería de su teléfono móvil, la comunicación se cortó.

Un rato más tarde, sobre la medianoche, el secretario general de Presidencia del Gobierno, Javier Zarzalejos, llamó a Alfredo Pérez Rubalcaba. ¿Tenía que ver con la conversación interrumpida entre Elorriaga y Blanco? El hecho es que la iniciativa fue de Zarzalejos. Ambos mantuvieron una partida de ping pong verbal durante unos 30 minutos. Zarzalejos explicó los antecedentes que apoyaban la hipótesis de ETA y minusvaloró los hallazgos en la furgoneta de Alcalá de Henares, mientras Rubalcaba sostenía que la autoría era del terrorismo islamista.

La mañana siguiente, José Blanco resolvió que era necesario dar un toque de atención público al Gobierno, una iniciativa que Pérez Rubalcaba, según fuentes informadas, consideró, como mínimo, algo prematura. Pero Blanco siguió adelante. En declaraciones a Antena 3 TV, el secretario de Organización del PSOE reveló que su partido tenía "sospechas de que el Gobierno está retrasando la información" sobre la autoría de los atentados, y urgió al Ejecutivo a transmitir con celeridad los datos sobre los autores. "La gente no puede acudir a las urnas bajo la duda y bajo la sospecha", dijo. Pero Blanco fue un paso más adelante. "Hay sospechas fundadas de la implicación del terrorismo internacional", precisó.

Pero las afirmaciones de Blanco no fueron un rayo en cielo sereno. En paralelo, Rodríguez Zapatero, a la luz de su propia intuición tras la conversación con Aznar en la víspera y los datos existentes, decidió también dar un toque al Ejecutivo. En una conferencia de prensa, el líder socialista pidió al Gobierno que informara con "la mayor diligencia posible" de todo lo relacionado con los atentados. También, dado el curso de los acontecimientos, se consideró liberado para hacer una matización político sobre la conducta del Gabinete. "Si yo hubiese sido presidente del Gobierno, ayer hubiera reunido a los partidos para, entre otras cuestiones, hacer una declaración conjunta de unidad". Y añadió: "Quizás hubiese sido también conveniente una reunión de la comisión de seguimiento del Pacto Antiterrorista, pero no quiero hacer de esto una cuestión para criticar", agregó.

Tras hablar con Aznar en la mañana del jueves 11, el ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol dijo a sus colaboradores que éste había convocado por su cuenta un "acto electoral" para el día siguiente, sin contar con nadie más, con una pancarta donde la alusión a ETA figuraba junto a otra sobre la defensa de la Constitución. Pero la manifestación tuvo un sesgo antigubernamental. Las expresiones más coreadas fueron "¿quién ha sido?" y "¡dígannos quién ha sido!".

El día 13, jornada de reflexión, los dirigentes socialistas observaron atónitos un grave error del PP. Rajoy declaró "tener la convicción moral de que ETA" era la autora de la masacre. Pero, a la vez, se ponía la venda antes de la herida. "Tengo la firme convicción de que los asesinos no decidirán sobre la opinión de los españoles ni sobre cuál es el partido en el que más confían", dijo. Rajoy ya tenía serias presunciones de que el atentado podía ser de origen islamista.

A medida que las pruebas contra el terrorismo islámico, la tarde del sábado 13, se hicieron más evidentes, las bases de los partidos que habían protagonizado las grandes movilizaciones contra la guerra de Irak salieron a la calle y se manifestaron frente a las sedes del PP. El PSOE no convocó esas concentraciones.

Por la noche, Rajoy denunció la situación. Rubalcaba, tras convenir con Zapatero la necesidad de responder, dio una conferencia de prensa en la que dijo: "Los españoles merecen un Gobierno que no les mienta, un Gobierno que les diga siempre la verdad".

A la luz de la estrategia actual del PP, aquella advertencia de Rajoy la noche del sábado 13, según la cual los asesinos no decidirían "sobre la opinión de los españoles ni sobre cuál es el partido en el que más confían", se resolvió en sentido contrario. Aznar, Rajoy, Acebes y Eduardo Zaplana sostienen ahora que "los asesinos decidieron sobre la opinión de los españoles y sobre cuál es el partido en el que más confían". Un hombre tan alejado como Richard Armitage, subsecretario de Estado norteamericano, el brazo derecho de Colin Powell, desestimó esta justificación de derrota la semana siguiente a los atentados, cuando declaró en Washington que el PP había perdido las elecciones por su mala gestión de la información sobre los atentados del 11-M.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_