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Los obispos de Belén denuncian que la ciudad es una "gran prisión"

La ciudad en la que nació Jesús se ha convertido en una "gran prisión", debido al muro que construye Israel en Cisjordania, denunciaron ayer los representantes de las iglesias cristianas de Tierra Santa en un mensaje navideño. Los patriarcas y obispos también dijeron, sin embargo, que veían señales de esperanza para conseguir la paz entre israelíes y Palestinos.

Después de casi un año sin derramamientos de sangre ni operaciones del Ejército israelí, la ciudad bíblica vive un tímido repunte de las celebraciones de Navidad y un aumento de la reservas hoteleras de los peregrinos extranjeros. Pero la mayor parte de la actividad turística, indispensable a la ciudad, sigue parada. Los residentes culpan de la crisis al cerco israelí, con los asentamientos judíos que se extienden alrededor de Belén y al muro que corta la ciudad en dos.

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"El futuro de Belén requiere una atención especial. En esta época de Navidad, esta pequeña de ciudad de paz se está convirtiendo en una gran prisión, debido a la construcción del muro", aseguran los representantes de las iglesias. Según Israel, el objetivo de este muro, que ya mide más de 200 kilómetros, es protegerse de los ataques de los terroristas suicidas. Para los palestinos es una operación disfrazada para anexionar tierras palestinas.

Los representantes de las iglesias también denunciaron que la construcción del muro y años de combate han empujado a numerosos cristianos a emigrar. "Muchas familias cristianas han dejado la región de Belén, en buena parte por la construcción del muro y las increíbles restricciones de entrada a la ciudad", afirman. Se referían a una serie de torres de hormigón construidas por Israel, supuestamente para proteger a los judíos que vienen de Jerusalén a visitar la tumba de Rachel.

Señal de esperanza

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Las fortificaciones alrededor de la tumba de Rachel han afectado al principal camino de los peregrinos cristianos por el centro de Belén, convirtiendo lo que era antes un paseo comercial en una ciudad fantasma. "Todas estas obras también han significado la confiscación de las propiedades de muchas familias cristianas", denunciaron patriarcas y obispos.

Cerca de un 10% de los cristianos de Belén han tenido que emigrar para escapar de la violencia y de la crisis económica que golpean la ciudad desde el inicio de la segunda Intifada, en 2000. Belén es la única ciudad palestina con una importante minoría cristiana, cerca de un 35% de sus 21.000 habitantes. Según un informe de una agencia humanitaria de Naciones Unidas difundido esta semana, Belén está rodeada por no menos de 78 obstáculos, incluidos puestos de control, barreras y otros terraplenes.

"No obstante, existen en estos días pequeñas señales de esperanza", dicen los representantes de las iglesias. Citan, por ejemplo, "la promesa de que pronto Israel va a liberar presos políticos y la esperanza de que todos redoblen sus esfuerzos para relanzar el proceso de paz".

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