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Reportaje:60º ANIVERSARIO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Avalancha cultural en Alemania

La acumulación de 60 aniversarios de la liberación de Auschwitz y otros campos de concentración nazis, de los bombardeos de Dresde y del final de Adolf Hitler y la II Guerra Mundial ha desencadenado en Alemania una auténtica avalancha de producciones culturales. Varias películas de cine, decenas de documentales en televisión, ensayos y novelas se ocupan del pasado reciente alemán. Esta aproximación masiva a los horrores de la propia historia presenta un aspecto nuevo de ruptura con tabúes vigentes durante décadas: la presentación del lado humano de los mayores criminales nazis y el tratamiento del sufrimiento del pueblo alemán con los bombardeos y la huida del este de Europa y las deportaciones tras el final de la II Guerra Mundial.

"Ahora se trata de Hitler y Goebbels personalmente. Lo político ya no es importante"
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El historiador Norbert Frei escribió a finales del año pasado en el artículo Historia sentida del semanario Die Zeit:"La batalla de los recuerdos en el 60º aniversario del final de la guerra en 1945 ha comenzado. Alemania se encuentra ante un giro en el tratamiento de su pasado". Según Frei, "nunca hubo tanto Hitler. La presencia mediática del Führer que vivimos en estos momentos no tiene parangón en los últimos 60 años. Supera incluso la presencia pública del dictador en los meses anteriores a su final en el búnker y deja planas las olas de Hitler del pasado. En la avalancha de imágenes de ficción y los forzados libros de memorias que ahora nos inundan el hundimiento real del Tercer Reich resulta casi penoso. La máquina del recuerdo corre a toda velocidad y seguirá así hasta el 8 de mayo de 2005".

En un artículo titulado El tema fascista, del mismo semanario, resume Georg Seesslen la ola de películas sobre el nazismo: "Ahora se trata de Hitler y Goebbels personalmente. Lo político ya no es importante". Los niños del ministro de Propaganda del Reich, Joseph Goebbels, le llamaban "tío Hitler" y el monstruo amaba a su perra, le gustaban los espaguetis y trataba con afecto a su joven secretaria. La presentación de un Hitler con rasgos de ser humano en la película El hundimiento, de Oliver Hirschbiegel, provocó la polémica y el anatema de directores como Volker Schlöndorf y Wim Wenders, que escribió una crítica feroz en el semanario Die Zeit. Schlöndorf descalificó El hundimiento como soap opera, un culebrón televisivo, y de falsificación por presentarla como un documento.

Acaba de estrenar Schlöndorf El noveno día, una de las muchas películas producidas en estas fechas sobre el nazismo. Se narra la historia de un cura católico de Luxemburgo prisionero en el campo de concentración de Dachau al que conceden nueve días de permiso para conseguir que colabore con los nazis ocupantes de su país. Presa de una enorme tensión, de dudas y tentaciones para desertar, el sacerdote resiste, sacrifica su libertad y regresa a Dachau. Napola, de Dennis Gansel, estrenada hace unas semanas, relata la peripecia de un joven berlinés de origen proletario en una de las escuelas de élite donde los nazis proyectaban la formación del hombre nuevo. En diferentes ciclos del reciente Festival de Cine de Berlín se estrenaron Sophie Scholl. Los últimos días, de Marc Rothemund, y Los piratas Edelweiss, de Niko von Glasow, que tratan desde dos perspectivas diferentes la resistencia contra Hitler. Estudiantes de Múnich en la historia del grupo de la Rosa Blanca en torno a los hermanos Scholl, condenados a muerte en la guillotina. Los piratas eran una banda de jóvenes proletarios y desclasados de Colonia, dedicados a la delincuencia y el terrorismo contra los nazis que acabaron en la horca tras horribles torturas de la Gestapo. El experimento Goebbels, de Lutz Hachmeister, es un documental con interesantes imágenes en parte inéditas. El texto, sin el menor comentario, procede de las miles de páginas de los diarios del ministro de Propaganda del Reich. Goebbels aparece también, con sus debilidades y sus depresiones, como un ser humano. En el citado artículo, Seesslen resume la aproximación a estas películas como el intento de mirar al fascismo no desde fuera, sino "los espacios internos de su dominación, de su enfermedad, de su terror. Las películas codician el sujeto fascista".

La literatura alemana sobre el tema ha experimentado un giro desde la obra de W. G. Sebald, ]]>Sobre la historia natural de la ]]>destrucción,]]> en la que denuncia el silencio de los autores alemanes sobre el sufrimiento de la población bajo los bombardeos de los aliados. Hoy esta acusación carece de sentido. El sufrimiento de los alemanes ha dejado de ser un tabú y un patrimonio de la ultraderecha.

Una variante interesante de la superación o confrontación con el pasado la ofrecen los testimonios de autores que se han dedicado a investigar la historia familiar. Una conocida periodista, Wibke Bruhns, de 66 años, la primera mujer que presentó el telediario en Alemania, descubrió que la justicia nazi condenó a muerte y ejecutó a su padre, oficial del Ejército, por pertenecer a los conjurados que el 20 de julio de 1944 participaron en el intento de matar a Hitler en un atentado fallido. En ]]>La patria de mi padre]]> se lanza Bruhns a un apasionante ejercicio de búsqueda del pasado de ese padre al que apenas conoció. Otra obra interesante en esta línea es la del novelista Uwe Timm con su ]]>El ejemplo de mi hermano.]]> Tras la muerte de todos los familiares que lo conocieron, investiga Timm la peripecia de su hermano, voluntario de las SS y caído en el frente de Ucrania. Timm, que tenía cuatro años cuando murió su hermano, no lo llegó a conocer, pero se pregunta angustiado si tuvo participación en matanzas y crímenes de guerra.

El director de cine Wim Wenders.
El director de cine Wim Wenders.

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