_
_
_
_
_
Reportaje:LA OBESIDAD INFANTIL

Bollos más PlayStation

Un día en la vida de un niño con sobrepeso - Lo padece el 33% de los escolares entre 7 y 11 años

Ana Alfageme

1. El desayuno: deprisa y poco. Nacho tiene una especial habilidad en partir la galleta, mojarla y llevársela a la boca sin retirar la vista de los vertiginosos dibujos de la tele. Vallecas, un barrio madrileño de clase trabajadora. 10.30 de un día festivo. Apenas cuatro minutos después, el chaval ha despachado ya las cinco galletas y la leche con cacao.

Sus padres dicen que es un crío tranquilo, un mártir de su hermana Beatriz, que es un diablillo. Cuando sonríe, recuerda un poco al Manolito Gafotas del cine. Un médico dictaminaría que, a sus nueve años, Nacho, con 51 kilos y 1,46 metros de estatura, es el arquetipo de esa epidemia que ha llevado a los escolares españoles al grupo de cabeza de la obesidad infantil en Europa. Anotaría algo así: "Varón, entre 9 y 14 años, hábitos alimenticios poco saludables, tendencia al sedentarismo, familia de clase trabajadora. Pertenece al grupo con más riesgo de padecer obesidad". La frase también la suscribiría el especialista Javier Aranceta, que en el estudio EnKid, realizado por él y otros colegas en 2001 a 1.200 niños y adolescentes españoles (entre 2 y 24 años), halló que el grupo con más obesidad es al que pertenece Nacho. Entre los chicos hallaron más obesos (15,60%) que entre las chicas (12%).

"Pides a los niños que dibujen cómo comen y pintan la tele presidiendo la mesa"
"Le dije que si no entra en el traje de primera comunión, que es el más grande, irá en pijama"
Más información
"Las 'chuches' me cierran las venas"
Inglaterra prohíbe la comida basura en los colegios
Sanidad alerta de problemas de sobrepeso en el 40% de los niños y jóvenes

Desayunar más y mejor ayuda a estar más delgado. Nacho estaría cumpliendo si se hubiera demorado entre 15 y 20 minutos y hubiera comido algo de fruta: el desayuno ha de alimentar lo suficiente para que garantice nutrientes que permitan atender en clase o moverse sin problemas. Aunque come frente al televisor, y no socializando en la mesa como mandan los expertos, al menos desayuna. Un 6% de los niños sale de casa sin comer nada, según la Encuesta Nacional de Salud de 2003 difundida esta semana.

2. Las causas de una epidemia. A Nacho le sobran unos cinco o seis kilos, según dictamina Aranceta. Hace 20 años sería estigmatizado como el gordo de la clase (sólo seis de cada cien niños o jóvenes lo eran). Pero hoy sólo es el ejemplo de que uno de cada tres críos españoles de entre 7 y 11 años (el 33%) es obeso o pesa más de lo que debería, según los datos de marzo de la Internacional Obesity Task Force, que forma parte de la Asociación Internacional para el Estudio de la Obesidad (reúne a 50 países). Las cifras no distinguen entre niños y niñas.

¿Qué ha ocurrido? Que los bollos se han aliado con la PlayStation. Que los niños comen cosas con más calorías. Y queman menos. "Antes íbamos al colegio andando. Al salir, jugábamos al fútbol y tomábamos agua y un bocadillo", dice Basilio Moreno, el presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad. "Ahora meriendan zumo envasado y un bollo, y están horas delante de la televisión".

3. Culto al mando. El gasto calórico de Nacho durante tres horas estriba en soltar exclamaciones ante el diario deportivo cuando lee sobre su equipo, el Madrid, y los toques con los que su dedo índice controla el mando de la tele y el ratón del ordenador portátil. Mientras, su hermana Beatriz, de casi tres años, da volteretas en la cama. Es enjuta, una máquina de consumir energía.

Nueve de cada 10 menores de 15 años ve la televisión a diario, según la encuesta de salud difundida esta semana. Si su hijo está colgado de la tele, como Nacho, tiene más posibilidades de ser gordo, dicen los expertos.

Los pokémones del canal por satélite no paran. Si el experimento se hubiera hecho un sábado con una cadena convencional, el bombardeo de anuncios de comida rápida y bollos o snacks hipercalóricos sería muy alto: la Confederación de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios ha denunciado que había hasta 91 spots en una mañana. Salimos a pasear. Mientras Beatriz corretea, Nacho va de la mano de sus padres. Se suelta para trotar (con dificultad) en busca de unos aperitivos salados. Pero su madre le nota menos voraz: "Le he advertido que si no cabe en el traje de primera comunión que le he comprado, que es el más grande de las tallas especiales, tendrá que ir en pijama".

4. La comida. "20 platos, mamá". Sobre la mesa hay una gran fuente de la comida preferida de Nacho: macarrones carbonara. En un abrir y cerrar de ojos está rebañando el plato con pan y repite. Un experto suspendería a la familia: no hay verduras o ensalada, ni carne o pescado. Sólo madre e hija toman fruta: fresas cubiertas de nata.

Hace dos años, Nacho fue sometido a un régimen. Aguantó seis meses. "Si tocaba acelgas o espinacas, nada, de las ensaladas, pasa", explica la madre, "no podías estar dándole todo el día la verdura en puré. El médico decía que entonces tomase sólo 70 gramos de filete y eso, decía yo, qué filete es".

Aun así, Nacho come a diario con la abuela, que, a base de pelearse con él, sigue aquella dieta. Pero por la noche, el tema se relaja. Los padres llegan agotados. Entre que la cena ha de ser fácil y que ellos, que también están gorditos, se pierden por las pizzas, la dieta se desbarata. La jornada acaba frente al televisor. "Pides a los niños que dibujen cómo comen y te pintan una mesa en la que preside la tele o ellos ante el aparato", dice la nutricionista María José Roselló, "y claro, frente a la tele se comen cosas que no necesitan cubiertos, como pizzas o hamburguesas".

5. Cazar monstruos con el dedo. Entre los 5 y los 15 años, un 30% de las niñas y un 18% de los niños son sedentarios, según la encuesta de salud. Nacho, no. Hace seis horas de ejercicio a la semana, entre natación, judo y gimnasia. Pero esta tarde, festiva, hace lo que le place; es decir, cazar monstruos y ganar batallas moviendo dos dedos. A las diez de la noche, Nacho y su amigo Javi llevan cinco horas con la PlayStation, la videoconsola. Han merendado un zumo de piña y unas galletas. ¿Y la cena? Cuatro salchichas de Francfort y ganchitos.

Hora de hacer balance. El experto, Javier Aranceta, sentencia: el niño ha engullido 2.293 calorías. Un 9% de proteínas, 42% de grasa y 51% de hidratos de carbono. Faltan proteínas e hidratos, sobran grasas. Sólo ha quemado 700 calorías, además de las 1.543 que necesita su cuerpo para mantenerse vivo. Le han sobrado 53. Pero lo peor es que la dieta de ese día ha resultado desequilibrada, que también cuenta. Y mañana, Nacho volverá a comer de más.

Un grupo de niños juega en un parque madrileño.
Un grupo de niños juega en un parque madrileño.MIGUEL GENER

Dulce y cremoso

"Me gustan la panceta y las patatas fritas, las hamburguesas y... la pizza carbonara. Las palmeras de chocolate... ¡Ah!, y la fruta", dice Nacho, el niño de este reportaje. "¿Cómo que la fruta?", interrumpe la madre, "si sólo comes manzana...".

¿Cuál es la razón por la que los críos, sobre todo, se mueren por las hamburguesas, las chucherías, la pizza y la pasta? Porque, o son dulces (chocolate o bollos), o cremosos (pizza o pasta), o tienen sabores intensos (hamburguesa o aperitivos envasados). "Lo primero que prueba un ser humano es dulce y cremoso: la leche materna", dice la nutricionista María José Roselló, "y eso marca. Además, todo lo que tiene grasa ofrece cremosidad, sacia y da sensación de plenitud". Un dato: los españoles toman más lácteos (un 90% los consume) que dos años atrás (el 82%), según la encuesta del Ministerio de Sanidad.

¿Y cuál es el camino para corregir ese apetito por lo evidente? "Pues no dejar que los niños conduzcan su alimentación, igual que no les dejamos conducir un coche porque no están preparados", contesta Roselló. ¿Y además? "Educar a los padres antes de que tengan a los hijos. Si a una embarazada le explicas que si el niño no toma pescado su cerebro no se desarrollará bien, lo entiende perfectamente".

"Ya estamos con lo de responsabilizar a las madres de todo", alega Belén, que tiene una hija adolescente, "¿y qué pasa con lo que ponen en las magdalenas? ¿Y con la publicidad de los bollos que regalan de todo? Habría que limitar la grasa de la comida envasada. Con el poco tiempo que tienes, a veces es la única alternativa".

María Neira, que conduce la estrategia Naos del Gobierno contra la obesidad, responde: "Ya hay borrador para la autorregulación de la publicidad de alimentos y en unos meses los fabricantes nos presentarán alternativas para hacer más saludables los envasados".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_