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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Srebrenica, 10 años después

He leído el artículo escrito por Juan Goytisolo, publicado el domingo 3 de julio. Se explican muchas cosas, pero fue aún peor. Junto con 20 compañeros y compañeras más estaba en Bosnia ahora hace 10 años, como integrante de la brigada solidaria ¡No Pasarán!, organizada por la campaña Ajuda Obrera a Bòsnia. Estábamos en Tuzla el 13 de julio, cuando llegaron las mujeres, sólo mujeres y niños, que venían del horror de Srebrenica. No sólo, como se explica en el artículo, los hombres de la población fueron asesinados bajo la escrupulosa observancia de las fuerzas de Unprofor, cuya misión no era ni disparar ni tomar partido por nadie, como reiteraban todo el tiempo, sino que, una vez salieron en autocares las mujeres, los niños, los ancianos y los jóvenes, les pararon los chetniks, subieron a los vehículos y señalando a ancianos y jóvenes les hicieron bajar, adentrarse en el bosque y les mataron también.

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Dos días antes, unos cientos de habitantes de Tuzla se fueron hasta el cuartel de la ONU que estaba a las afueras de la ciudad a exigir respuestas sobre Srebrenica, y la respuesta fue que en tiempo de guerra no puede haber manifestaciones públicas ni concentraciones. Ni una palabra de Srebrenica.

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Y podría explicar otras cosas de las fuerzas de la ONU que vimos y padeció nuestra brigada. Una, a modo de ejemplo: para entrar en Tuzla debía hacerse a través de un pasillo de unos pocos kilómetros controlado por los chetniks. Cada día, varias decenas de camiones para abastecer y coches esperaban que llegase la noche para entrar o salir de Tuzla. Las indicaciones: sin luces, en primera y sin darle al freno para que no encendiese ninguna luz. Desde la trinquera tiraban bengalas y luego mortero. La cuneta era un cementario de vehículos oxidándose que debían sortearse. Cuando se acercaban los tanques de la ONU, por la noche, éstos encendían unos enormes faros. Los chetniks ya no necesitaban bengalas para ver y disparar.

En Tuzla, las mujeres sólo nos pidieron una cosa: "Cuando volváis a vuestro país explicar lo que estáis viendo, cómo vivimos, cómo somos, la convivencia ..."; y así lo intentamos, pero aunque éramos los únicos no bosnios que estábamos allí en esos días trágicos -excepción hecha de las fuerzas de Unprofor y de un equipo de Médicos del Mundo-, no pudimos explicar mucho. No interesó demasiado, tal vez porque señalábamos la pasividad y connivencia de las fuerzas internacionales con el genocido contra el pueblo bosnio.

Al pueblo bosnio lo dejaron solo. El derecho de autodeterminación que se había ejercido democráticamente en Bosnia no fue reconocido, ni por el Estado opresor ni por el conjunto de los Estados europeos. Los derechos de los pueblos no pueden ser moneda de intercambio -como ahí ocurrió-, y aunque a veces podamos no compartirlos, deben ser respetados..

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